JUAN RIERA ROCA / Un equipo multidisciplinar del Hospital Universitario de Son Espases ha realizado con éxito y por primera vez en Baleares una novedosa técnica con un nombre peculiar: el trasplante fecal consiste en trasplantar bacterias con capacidad terapéutica extraídas de las heces de un donante y —una vez tratadas— trasplantarlas a un donante con un desequilibrio grave de su microbiota.
El pasado mes de abril se realizó en el HUSE este primer trasplante fecal para el tratamiento de una infección intestinal recurrente causada por el microorganismo Clostridium difficile. El procedimiento se realizó sin incidencias y el resultado, tras 12 semanas de seguimiento, ha sido totalmente exitoso, por lo que el equipo médico ha procedido ya a la difusión e la noticia.
Para desarrollar esta nueva y avanzada terapia, el hospital constituyó un equipo multidisciplinar formado por las doctoras Luisa Martín (del Servicio de Medicina Interna-Infecciosas), Ana Mena (del Servicio de Microbiología) y Carmen Garrido (del Servicio de Digestivo-Endoscopia), cuyas especialidades dan una idea de las ramas de la Medicina implicadas en el proceso.
El trasplante fecal, es una nueva herramienta terapéutica que consiste en la transferencia de microbiota intestinal de un donante sano para reestablecer, de forma ecológica, la microbiota alterada de un paciente. Se trata de un método eficaz, económico y seguro para tratar la infección recurrente, grave o complicada causada por el germen patógeno conocido como C. difficile.
La infección por C. difficile es la primera causa de diarrea contraída en el hospital (infección nosocomial) en los países desarrollados y uno de los principales agentes etiológicos de la diarrea de adquisición comunitaria. A lo largo de los últimos años se ha podido evidenciar un incremento progresivo de la incidencia de infección por C. difficile, tanto en el hospital como en la comunidad.
Los datos de Son Espases indican que se ha pasado en el centro sanitario de registrar 1,74 episodios por 10.000 pacientes y por día en 2013 a 6,12 episodios/10.000 pacientes/día en 2017; mientras que en el medio comunitario se ha pasado de registrar 8 episodios por 100.000 habitantes y por año en 2015 a 19,5 episodios por 100.000 habitantes y por año en 2017.
Con estos datos epidemiológicos que muestran una tendencia alcista, la C. difficile se sitúa como uno de los patógenos de mayor impacto y de más difícil control, ya que es capaz de producir esporas que persisten en el ambiente durante largos periodos de tiempo y son resistentes a un gran número de desinfectantes, de modo que es complejo detener su propagación.
Este patógeno es altamente transmisible, especialmente a partir de las manos de los cuidadores sanitarios, por lo que nuevamente se recuerda la necesidad de cumplir con los protocolos de lavado de manos, tanto en el medio hospitalario como en el medio abierto, que siguen siendo los mejores medios preventivos para detener la transmisión de muchas infecciones.
La administración de antibióticos —ante este tipo de infección— u otros fármacos altera la flora colónica del paciente, favoreciendo el sobrecrecimiento de C. difficile, lo que a su vez produce unas toxinas que causan la diarrea. Muchos de los episodios se curan con tratamiento antibiótico específico para esta bacteria, pero en muchos casos el problema retorna.
Se ha detectado que una parte no despreciable de los pacientes recae repetidamente, y cada vez transcurrido un tiempo más corto entre las manifestaciones de la infección, lo que se traduce en una seria disminución de su calidad de vida. Es en este grupo de pacientes donde el trasplante fecal tiene su aplicación principal para restablecer la microbiota intestinal afectada.
Se estima que la tasa de curación de la infección recurrente por Clostridium difficile es del 90% en pacientes tratados mediante trasplante fecal. Otras indicaciones clínicas para de trasplante fecal en la práctica clínica podrían ser la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino irritable, síndrome metabólico y otras problemáticas de esta índole.
El procedimiento para realizar el trasplante fecal consiste en la selección de un donante adecuado (preferiblemente un conviviente o familiar del receptor), seleccionado mediante una entrevista clínica y un cuestionario para excluir factores de riesgo, principalmente centrados en su historia médica y hábitos de estilo de vida.
Los factores de riesgo que se quieren excluir son similares al de los donantes de sangre. Deben realizarse una serie de pruebas para descartar la posible trasmisión de enfermedades infecciosas, tanto en sangre como en las heces del donante. Una vez obtenida la muestra, ésta debe remitirse cuanto antes al laboratorio de microbiología para ser procesada adecuadamente, según los protocolos específicos.
La vía de administración más recomendable del producto obtenido (que ya no es materia fecal propiamente dicha) es mediante la realización de una colonoscopia durante la cual se accede al colon y se van difundiendo los elementos terapéuticos para restablecer la flora intestinal saludable. Finalmente, los pacientes son monitorizados durante, al menos, ocho semanas.
La respuesta a este tratamiento lleva consigo una mejora clínica generalizada del paciente, con un descenso del número de deposiciones y una mayor consistencia de éstas (frenándose así la diarrea y su problemática) así como la de otros parámetros cuya medición se realiza en el laboratorio, por medios radiológicos o incluso también mediante procedimientos endoscópicos.
El estudio de la microbiota constituye, en la actualidad, uno de los principales campos de investigación para tratar de profundizar en el conocimiento de diferentes tipos de enfermedades (infecciosas, digestivas, inmunológicas, etc.). Se está llevando a cabo en Son Espases un proyecto de investigación, financiado por el Instituto de Investigación Sanitaria de les Illes Balears (IdiSBa).
Este estudio tiene por objeto el desarrollo de nueva evidencia sobre las recurrencias en la infección por C. difficile mediante el análisis de la microbiota intestinal e identificación de biomarcadores lipídicos del estado de infección en sangre y heces. Con todo ello se reunirá una información de gran peso para seguir desarrollando terapias en ámbitos en los que no siempre la acción de los antibióticos es la mejor opción.