JUAN RIERA ROCA / La ingesta moderada de DHA (ácido docosahexaenoico) potencia la respuesta antioxidante derivada del entrenamiento físico. Así lo revelan los resultados de la tesis doctoral desarrollada por la investigadora de la UIB Carla Busquets Cortés, sobre efectos antioxidantes y antiinflamatorios que generan diferentes dosis de ejercicio físico y la suplementación nutricional con ácidos grasos omega 3.
La práctica de actividad física conduce a la generación de especies reactivas de oxígeno (ROS) con potencial para influir sobre numerosos procesos celulares. Estas especies reactivas ejercen un efecto dual en función de su concentración: niveles elevados de ROS se asocian a la aparición de estrés oxidativo y daño a biomoléculas.
Niveles moderados de ROS pueden actuar como mensajeros en diversas vías de señalización celular. La tesis doctoral de Busquets, defendida en la UIB, en el grupo de investigador en Nutrición Comunitaria y Estrés Oxidativo (NUCOX), ha tenido el objetivo de evaluar y caracterizar la respuesta diferencial antioxidante, inflamatoria y mitocondrial.
Esta respuesta se ha investigado en el contexto del análisis de diferentes dosis de ejercicio físico —como estímulo con carácter pro-oxidante— y valorar la ingesta de ácidos grasos omega 3 como suplemento nutricional en este contexto. Además, esta tesis propone el uso de células inmunitarias como modelo de estudio en el ámbito de las Ciencias de la Actividad Física.
La investigación muestra que el entrenamiento potencia las defensas antioxidantes contra las ROS a nivel mitocondrial en células mononucleares de sangre periférica (PBMC) de futbolistas profesionales. La ingesta diaria de una bebida de almendra enriquecida con ácido docosahexaenoico (DHA), un omega 3, durante 8 semanas potencia estas capacidades antioxidantes.
Ello sucede porque promueve una reducción en la producción mitocondrial de ROS. El ejercicio agudo también potencia las defensas antioxidantes, pero insuficientes para mitigar la producción mitocondrial de ROS, lo que implica que el ejercicio agudo expone el organismo a niveles de agentes oxidantes más elevados que pueden promover daño y estrés oxidativo.
Además, tanto el entrenamiento como una sesión de ejercicio agudo promueven en deportistas entrenados la biogénesis y remodelación mitocondrial, y la suplementación de la dieta con DHA durante ocho semanas contribuye de manera sinérgica al efecto del entrenamiento sobre la remodelación mitocondrial.
Otros resultados apuntan a que un estilo de vida activo contribuye a valores más bajos de peso, grasa corporal, IMC y presión arterial diastólica en sujetos sanos sexagenarios, en comparación con un estilo de vida sedentario. En sujetos activos se detecta una potenciación de la capacidad antioxidante endógena inducida por la práctica regular de actividad física moderada.
Además, se observa una atenuación de parámetros pro-inflamatorios y una potenciación de marcadores antiinflamatorios en sujetos activos en comparación con sujetos sedentarios. Así, un estilo de vida activo tiene efectos beneficiosos sobre la composición corporal, las defensas antioxidantes y el estado antiinflamatorio de la gente mayor.
En conclusión, la activación de las defensas antioxidantes y la inducción de daño oxidativo, junto con la modulación de la dinámica y biogénesis mitocondrial y de los marcadores de inflamación, son procesos que están estrechamente relacionados en la respuesta a diferentes grados de estrés oxidativo derivado de la práctica de actividad física y el estilo de vida. La ingesta de DHA en dosis moderadas resulta efectiva para potenciar de forma sinérgica las adaptaciones antioxidantes y mitocondriales.