Parece triste que el peor de los venenos que haya podido inocular este govern no haya sido ninguno de sus muchos desastres: ni el parking de son espesos, ni el recurso de los recursos inhumanos del servicio de salut para manipular el personal; ni las mentiras de la lista de espera ni tan siquiera el ñoñerismo del nepotismo de un matrimonio (Julielamorosoy Patriciamiamor) a los que se les rompió esta comunidad de tanto usarla. Siendo todo eso lo peor, lo más dañino ha resultado encularnos la confusión entre mérito y requisito en el uso y disfrute del derecho a hablar como nos salga de nuestra nefrología, que para eso la pagamos, somos nuestros propios jefes y lo dice ese paño de lágrimas llamado Constitución Española.
Y como lo mejor que le ha pasado a este matrimonio de viperinas lenguas juntas es que nadie les ha explicado la diferencia epiblásica entre mérito y requisito, vamos con el dentro/fuera y el arriba/abajo, a ver si terminan de entenderlo y se lo aplican al arte amatorio de irse.
Requisito por ejemplo, es lo que debieran -como norma general- haberse aplicado todos los paletos indocumentados de la mayoría de cargos públicos de nuestro govern para haber podido acceder al honor de gestionarnos. Requisito debería haber sido que Patriciamiamorhubiera tenido la formación gerencial suficiente para ser consejera a través de su currículo, de su enfermería de grado elemental y de su catalán deficiente. Mérito hubiera sido no haber tenido que tirar de paridad, y mucho menos de ser jornalera a tiempo completo del partido socialista.
Requisito es que para ser la máxima responsable de nuestra principal industria (Bel Busquets), se debiera ser algo más que la señorita pepis de una cuidacolegios de esos que segregan por lengua, una filóloga catalana al filo impositivo de una realidad enfermiza. Mérito hubiera sido haberla puesto en la calle sólo por quitarse el apellido de su padre (Hidalgo) para que el requisito que tanto le gusta fuera menos español, amén de catalán consonante.
Requisito debería haber sido que el presidente del Parlamento no pudiera ser persianero del metal mallorquín, que a la alcaldía de Palma no pudiera accederse siendo un cámara podemita de cinexín como Jarabo, o simplemente que una boticaria haya dirigido los designios de todos los anteriores. Meritorio demérito.
Requisito es que el próximo regente de recursos humanos la siguiente legislatura monte una sucursal en Fiscalía, que el mérito será no verlos en los tribunales de Justicia, suficientemente requisitados y caudalosamente meritorios.
Mérito es tener la paciencia suficiente como para aguantar el requisito del mérito que nos imponen. Y el requisito es cumplir con largarlos lo antes posible, antes de que nos pidan más requisitos -de esos que ellos no se aplican- decidiendo sobre los nuestros.