No es fácil mantener a cero unas instalaciones públicas de ese tipo sin que te metan un muerto en propia meta. No parece sencillo que desde tiempo inmemorial siempre haya existido un concejal-concejala en Manacor al que le ponían la banda roja de “cementerios” en su apellido de funciones, y que cobraba de nuestros sueldos públicos para que los muertos no mandasen, para que los muertos no se nos notaran mucho y que fuéramos ganándole a la vida lo que no le dejamos que nos vaya ganando la muerte. El sueldo por el silencio de los muertos sale ahora a cobrarse la voz.
Mientras lo hago -mientras los cuento uno a unopienso en las severas inspecciones a la memoria franquista en el cementerio y en que mientras tanto nadie inspeccionara lo demás, todo ahí, al ladito, muerto con muerto, espalda con espalda. Observo en el frontispicio del camposanto manacorí la máxima escrita sobre la base del mínimo que la muerte requiere en sus frases, EXULTABUNT OSSA HUMILIATA, o lo que es lo mismo, “se exaltarán los huesos de los humildes”. Estos no tenían quién los vigilara en su interés.
Se adelantaba el latinajo a nuestro humilde matrimonio conseller en el amor, se adelantaba la osamenta a la humildad excesiva de todos los que ahora bailan con los muertos y se ven entangados con la movida de esos inertes que vienen a ponerle una guinda a la vida mientras esperan que aparezca un familiar, un primohermano de no sé quién o un ex alcalde manacorí a decir algo. Alguno habrá esperando a la familia Nadal y su tenis en la muerte súbita, siempre dispuestos a solucionar el marrón del negro, el problema que la muerte nos deja siempre a los vivos.
Decía que se adelantaba el latín a la consellera Gómez porque ahora habrá que ver si la colega-enfermera recién colocada al frente de la Dirección general de salud Pública le levanta el muerto, si la tal Antonia Font Oliver nos explica que según el decreto 11 de 2018 que firmaron a medias Patriciamiamor y Francinaasolas limitaba “el excesivo e intenso control del anterior reglamento” mortuorio (jaja), dejando clarito que las labores de inspección son de la firmante, o lo que es lo mismo, que los muertos esos que salen a la luz son del ámbito de nuestra enfermería siempre colocada a buen recaudo.
¿Qué hacían, qué hacen mientras tanto los muertos esperan?
No es multar al Ayuntamiento por no haber cumplido, Antonia, es cumplir para no tener que multar, es hacer el trabajo que por ley te corresponde en el resto de los valles de los caídos de nuestra historia de ahora. ¿Podrás? ¿te cuento alguno?