Qué más da el tres, o el cinco, o entre el tres y el cinco por ciento de población inmunizada, qué más da si es todo mentira.Estos guiris sanitarios, estos xenobióticos de caldo de cultivo de confinamiento, empezaron incluso durante el picomáximo de la pandemia a hacer un estudio de sero-prevalencia sobre el virus, el tercero después del del 96 y el del 2019 en esa línea. Con dos cojones. El mensaje y el momento para venderlo, para decir que se ha hecho algo por nosotros, es el consabido “para saber cómo se ha comportado el virus en la población”, cómo sino supiéramos que se ha comportado como un auténtico cabrón.Ahora resulta que cuando el gobierno no ha hecho los deberes que tenía encomendados (ofrecernos información veraz y en tiempo real, proteger al personal sanitario y testar a la población) se sacan de la manga el estudio de sero-preValencia”, una falla llena de fallos, fuegos artificiales y cremáparadistraer al público cacerolado en casa. Y todo para decir que somos peores que el bicho por difundirlo, cuando lo que se quiere decir con eso es que ellos son completamente inocentes del desastre de su gestión.
Como al gobierno red le cuesta mucho decir que no ha cumplido con el contrato social que tenía firmado con todos los ciudadanos de este país, ha decidido que es mucho más rápido y más elocuente sacar a los cuatro monos que cogen un megáfono y salen a gritar por España; publicitar las terrazas desmascarilladas de borjamaris o tocarlas teclas de los sin-guantes, una nueva versión de los sin techo venidos desde el patógeno. Para qué queremos un estudio de prevalencia absurdo si estando confinados sólo podía dar ese resultado, si a través de 70.000 catas de las 90.000 que iban a hacerllegan a la estadística conclusión de la difusión del virus en 46.600.396 españoles.
Es posible que metodológicamente estemos ante la típica encuesta epidemiológica al uso (después de las del 96 y la del 2019) para ver qué pasa ante patógenos normales. Pero es evidente que el virus que tiene confinado al mundo y gripada nuestra actividad esperaba de nosotros algo mucho más profesional,un testado general, con sus errores y sus aciertos, buscar nuestras falsedades, positivas y negativas, para hacer un dibujo real de dónde y de cómo estamos.
Esperábamos de este gobierno todo menos a los típicos pajilleros contando palotes en un Excel; esperábamos que cribaran –no ya a los sanitarios, la mayoría sin testar- sino a todos y cada uno de los hijos de vecino agotados de aplaudir, buscando no y aun tratamiento sino simplemente la posibilidad de creernos algo. El cinco por ciento nos recuerda al Tezanos del CIS, que con dos preguntas te calcula en quince minutos cuántas señoras desean al Dr. Sánchez para confinarse con él en el próximo repunte. Lo dicho, pajilleros preventivos.