JUAN RIERA ROCA
La Asamblea Médica Mundial (AMM), en su 71ª Asamblea General (Córdoba 2020) ha aprobado una Declaración sobre pseudociencias y pseudoterapias en el campo de la salud gracias a una iniciativa, impulsada desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM).
Esta iniciativa recoge que las corporaciones profesionales médicas, las sociedades científicas, las asociaciones de pacientes y las autoridades nacionales deben de llevar a cabo una campaña de concienciación pública sobre el riesgo de las pseudoterapias y las pseudociencias.
También reclama una regulación adecuada y rigurosa acorde con las mejores prácticas que aborde los riesgos y reduzca los daños potenciales que puedan ocasionar las pseudoterapias y las pseudociencias, según informan fuentes de la Organización Médica Colegial (OMC).
El Dr. Jerónimo Fernández Torrente, coordinador del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la OMC, tesorero del CGCOM e impulsor de esta Declaración, destaca la importancia de este texto:
Asegura el Dr. Jerónimo Fernández Torrente que se deja clara “constancia clara de que el sentir de la profesión médica, en su conjunto, es unánime y firme en contra de estas propuestas, es importante de cara a unos charlatanes que se nutren del silencio de los que saben”.
Y añade que “refuerza la conveniencia de iniciar acciones de denuncia de estas actuaciones que, en el caso de profesionales sanitarios es la aplicación de los artículos de los Códigos de conducta y deontología profesional que son normas de obligado cumplimiento”.
La Declaración de la AMM recoge que el ejercicio médico precisa un fundamento en la mejor evidencia probada científicamente, disponible y actualizada. Las diferencias entre la medicina convencional y otras prácticas que no están sustentadas en la evidencia científica configuran el complejo universo de las pseudociencias y pseudoterapias.
“Las pseudociencias y las pseudoterapias —señala la iniciativa— constituyen un sistema complejo de teorías, suposiciones, afirmaciones y métodos considerados erróneamente como científicos, que pueden hacer que algunos pacientes perciban una relación de causa—efecto entre las pseudoterapias, su utilización y la percepción de mejora, por lo que pueden ser muy peligrosas y son poco éticas.”
Existen —añaden— terapias y técnicas aceptadas por la comunidad científica que, utilizadas con carácter complementario (como terapias nutricionales, de confort o bienestar, ambientales y de relax, de apoyo o refuerzo psicoterápico, de afectividad y el uso de placebos), aportan beneficios a la terapia médica principal validada y efectiva.
La mayoría de los países no disponen de un marco regulatorio para estas pseudoterapias, lo que ha permitido su proliferación. En el pasado, la profesión médica las consideraba inofensivas debido a su supuesta falta de efectos secundarios, pero actualmente ya existen suficientes pruebas que sugieren que pueden suponer un peligro para la seguridad del paciente.
Las pseudociencias y las pseudoterapias —siempre según la OMC— pueden comportar importantes riesgos y daños potenciales porque los pacientes puede que abandonen las terapias médicas o medidas de prevención que se han demostrado efectivas por prácticas que no han demostrado valor curativo, y esto a veces puede ocasionar fracaso del tratamiento en enfermedades graves, que pueden provocar incluso la muerte, continúan estos representantes.
También pueden producir daños económicos a los pacientes, traumas físicos y psicológicos, así como retrasos peligrosos y pérdida de oportunidad en la aplicación de fármacos, procedimientos y técnicas reconocidas y avaladas por la comunidad médica científica. Además, las terapias no probadas pueden contribuir al encarecimiento de los procesos asistenciales.
Todos los nuevos métodos diagnósticos, preventivos o terapéuticos deben probarse de acuerdo con métodos científicos y principios éticos para determinar la seguridad, la eficacia, la efectividad y el ámbito de aplicación, proponen desde el Consejo General de Colegios de Médicos y desde la Organización Médica Colegial.
El médico —señalan— tiene el deber de prestar a todos los pacientes una atención médica de calidad basada en la mejor evidencia científica disponible, como refiere la Declaración de Ginebra de la AMM y el Código Internacional de Ética Médica que recomiendan las más altas normas éticas y una atención de calidad para la seguridad del paciente. El interés del paciente debe anteponerse a cualquier otro interés, incluido el del propio médico.
La AMM se reafirma en su Declaración de Lisboa sobre Derechos de los Pacientes y recuerda que la Seguridad del Paciente requiere abordar todas las oportunidades para que el paciente reciba una atención adecuada basada en evidencia. Por todo ello, la AMM subraya que es necesaria una regulación adecuada y rigurosa acorde con las mejores prácticas que aborde los riesgos y reduzca los daños potenciales que puedan ocasionar las pseudoterapias y las pseudociencias.
Además, recuerda que las pseudoterapias y pseudociencias no deben considerarse especialidades médicas reconocidas por la comunidad científica ni avaladas legalmente con un título de especialista o subespecialista en pseudociencias.
Todos los actos de intrusismo profesional, las actividades de pseudoterapias y pseudociencias que pongan en riesgo la salud pública de la población deben denunciarse ante las autoridades competentes, incluida la publicidad engañosa y los sitios de salud en Internet no acreditados que oferten servicios o productos que pongan en riesgo la salud de los pacientes, además debe respetarse la confidencialidad del paciente.
El papel de los medios de comunicación generales y especializados en pro de la transparencia y la veracidad a la hora de aumentar la conciencia científica pública crítica resulta fundamental, señalan estas organizaciones colegiales, y añaden:
Con el apoyo de las organizaciones y autoridades que intervienen en la ordenación y regulación de la profesión médica, los médicos deben seguir ejerciendo la medicina como servicio basado en la aplicación del conocimiento científico crítico actual, en la destreza técnica y en el comportamiento ético, y mantener actualizadas sus habilidades con los avances en su ámbito profesional.
El paciente ha de estar en todo momento debidamente informado sobre las opciones de terapia disponibles, su efectividad y riesgos, y poder participar a la hora de decidir cuáles son los mejores tratamientos. La buena comunicación, la confianza mutua y la atención médica centrada en la persona son ejes esenciales de la relación médico—paciente. Los pacientes y los médicos deberían y deben poder hablar sobre los riesgos de las pseudociencias y las pseudoterapias. La educación para la salud es un elemento fundamental.
Los médicos deben ser formados para identificar las pseudociencias /pseudoterapias, las falacias lógicas y los sesgos cognitivos y aconsejar a sus pacientes en consecuencia. Deben ser conscientes de que algunos grupos de pacientes, como los pacientes con cáncer, enfermedades psiquiátricas o enfermedades crónicas graves y los niños, son particularmente vulnerables a los riesgos asociados al uso de pseudoterapias, concluyen.