La tímida caída de la curva de contagios del COVID19 en Baleares del fin de semana se ve compensada por un sustancial aumento de la presión asistencial, que es el principal riesgo de que este tipo de crisis sanitarias cuesten peores pronósticos y más vidas que si la situación estuviera controlada.
Que en las últimas 24 horas se hayan registrado «solo» 328 nuevos casos de COVID19 en las Islas (79 menos que la víspera) no debe ocultar la importancia de que el número de pacientes hospitalizados en planta sea ya de 301 (23 más que la víspera) lejos ya de los 150 que se mantenían hace pocas semanas.
La avalancha de casos de días anteriores (en los que se han superado los 500 en 24 horas) es la causa de que muchos de esos casos, que inicialmente parecía que se podrían haber resuelto en casa, hayan precisado de una hospitalización transcurridos los días y evolucionada la enfermedad.
En las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) la cifra de pacientes críticos se mantiene en el elevado entorno del medio centenar de camas ocupadas por pacientes con COVID19. Hoy hay 53, uno más que ayer. En total se conocen hoy 5.998 (¡casi 6.000!) casos activos de COVID19 en Baleares.
La mortalidad no ceja en su trágico goteo. En las últimas 24 horas se ha contabilizado otro fallecimiento en la lista general, que ya alcanza los 445 decesos, aunque afortunadamente la lista de fallecidos del colectivo de los geriátricos, no sube de un día para otro y se mantiene en los 209 desaparecidos.
Otro dato inquietante es la tasa de positividad (porcentaje de PCRs positivas sobre casos sospechosos) que hoy, con un 9,52% roza el doble del 5% que la OMS aconseja no superar para no entrar en zona de alto peligro (en la que ya estamos) y más que triplica al 3% al que hay que tender para que todo acabe.