Una vez que nos concedieron el premio Princesa de Asturias a la Concordia, iniciativa original de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, los médicos, tras un año de pandemia, tras 107 compañeros en activo fallecidos por covid , y, tras el gran desgaste sufrido, merecemos y no nos conformamos con una medalla, aunque sea de oro.
El simbolismo no nos compensa cuando somos maltratados retributivamente (los únicos de España), por partida doble: más de 3.000 familias de médicos de la sanidad pública balear están sufriendo el doble recorte del 2,9 %, (es inédito que un Gobierno autonómico que se autoetiqueta ‘ progresista ‘ no cumpla acuerdos del Estado y cree un peligroso precedente), y penalice a sus médicos sin el plus covid.
Cuando uno escucha el decálogo de razones que argumentó el porta-voz, Negueruela, (dedicación, ejemplaridad, capacidad de adaptación, el compromiso, la valentía, la entrega, superación, eficacia, eficiencia), todavía entendemos menos que el Govern no sea congruente con ello y nos gratifique con una retribución digna, justa y merecida.
Para nosotros, la medalla válida es la de los ciudadanos, pacientes y familias. Del Govern, en cambio, lo que esperamos es que reconozca el trabajo de sus sanitarios con obras, no con palabras ni medallas vacías de contenido. Así pues, es normal que, en este contexto de maltrato retributivo, la reacción de todos los sindicatos sanitarios haya sido negativa y de indignación hacia esta medalla, que consideran que es un paripé hipócrita, una farsa y un lavado de cara del Govern.
Es decir, ética y estéticamente deplorable. Es incomprensible que el Govern progresista mantenga esta posición esquizofrénica like y esta gran ambivalencia con los funcionarios que se dedican a sostener los tres pilares del estado del bienestar, y especialmente con los sanitarios y no sanitarios de la sanidad pública.
Estamos hartos de alabanzas, palmaditas en la espalda y retórica cansina. Obras son amores y no buenas razones.
Evidentemente, la herida del doble recortazo está más abierta que nunca, y mucho me temo que se pueda convertir en una hemorragia. Ni lo perdonamos ni lo olvidamos. No aceptamos ni digerimos los recortes retributivos, tras estar en la trinchera combatiendo la pandemia un año para que encima este Govern nos venga con una medalla, que ha sido vivida como una provocación, vista la amputación retributiva a la que nos somete, de ahí su efecto paradójico y boomerang.
No está el horno para bollos. La sanidad pública precisa otras cosas: indemnización de residencia equiparable a Canarias, procesos de estabilización temporal (hay más de 450 temporales todavía , después de las OPE), convenio autonómico MIR, prorrateo de guardias en IT, optimizar las guardias localizadas, captar y fidelizar médicos, pago de la carrera profesional a temporales, que se reanuden convocatorias ordinarias de carrera (paradas desde el 2018), adecuación retributiva de jefes de servicio y coordinadores de centros de salud, aumento de inversión en la AP, homogeneización de retribuciones en las famosas ‘peonadas’, recuperar la productividad variable (derecho que no ha sido recuperado) etc… A nuestro parecer, el Govern , con esta medalla, está escenificando , con objeto de salvaguardar la imagen pública de un ejecutivo que ha mostrado sus verdaderos sentimientos hacia los sanitarios, aplicándoles un recorte del 2,9% en sus salarios y negándoles una paga extra por esfuerzo COVID.
Todo ello convierte Baleares en la única Comunidad Autónoma del Estado español incapaz de premiar económicamente a sus sanitarios por su sacrificio y esfuerzo.
Por todo ello pedimos al Govern que conceda su medalla cuando de verdad demuestre que respeta a sus profesionales sanitarios.
Cabe también la interpretación de que, en el fondo, lo que buscan es auto premiarse y blanquear la gestión sanitaria que han realizado. Es decir se están auto- medallando . Sublime estrategia, proclamo, que diría Forges.
Ya saben: en derrota transitoria, pero nunca en doma.