Independientemente del acuerdo o rechazo que sus políticas suscitaran, pocos negarán que Aina Calvo Sastre (Palma, 1969) ha sido una de las alcaldesas más queridas por la población. Su paso, hace poco, por una dura enfermedad, de la que salió victoriosa, supuso, primero, momentos de tristeza para la familia socialista y palmesana y, segundo, de alegría y de reivindicación para quienes proclaman que nunca hay que perder la esperanza. Hoy, Aina Calvo, Dra. Europea en Ciencias de la Educación por la UIB (1997), de la que es profesora titular, autora y coautora de diversas publicaciones e investigaciones sobre educación ambiental, interpretación del patrimonio, ocio, animación sociocultural y cooperación cultural, es en estos momentos la delegada del Gobierno en Baleares, tras una amplia experiencia de gestión política y docente. Éste es un resumen de su paso por el plató de Salut i Força TV, con Joan Calafat y sus contertulios habituales, en este caso Margalida Gili, Pere Riutord y Antoni Bennasar.
P.— Tras algo más de un año como delegada del Gobierno, con la responsabilidad de participar en la gestión de la pandemia, ¿ha sido el reto mucho mayor de lo que esperaba?
R.— Supongo que sí, que ha sido más complicado para todos. Nadie esperaba esto. Nos sorprendió no solo a los que estábamos en la Delegación del Gobierno, sino al conjunto del país y de la comunidad internacional. Ha sido repentino, preocupante, intenso… Ha sido un aprendizaje y también algo apasionante, en cierta manera.
P.— ¿Considera que se está cumpliendo uno de los objetivos en los que tiene competencias, como la vigilancia y seguridad para que se cumplan todas las medidas contra el COVID19?
R.— Creo que por lo que se refiere a la coordinación de las tareas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pese a que el reto era complicado, lo hemos conseguido y con nota. Hemos desarrollado una tarea de mucha coordinación institucional, sobre todo con las policías locales, lo que es imprescindible. Tenemos unos cuerpos policiales cada vez más formados de Policía Nacional y Guardia Civil, donde el trabajo coordinado y cooperativo es cada vez algo más habitual. Cuerpos éstos que tienen unidades muy especializadas. No hemos tenido grandes problemas y sí una colaboración extraordinaria.
P.— ¿Hay un buen nivel de entendimiento y de coordinación con la Administración autonómica para el desarrollo de las tareas comunes durante la pandemia?
R.— La coordinación con el Govern balear es máxima y también con los ‘consells insulars’ y con una figura que nos ha sorprendido a todos para bien durante esta pandemia, como es la Federación de Entidades Locales de las Islas Baleares (FELIB), cuyo cuerpo directivo y en especial su presidente, han desarrollado un trabajo extraordinario que nos ha facilitado mucho la colaboración con las entidades locales y que ha tenido un papel nuclear en la gestión de esta pandemia. Tenemos muy buena comunicación. De otro modo sería imposible responder, primero, a la autoridad sanitaria autonómica, que determina qué medidas hay que implementar y por cuyo cumplimiento tenemos que velar nosotros.
P.— ¿Cuál es el perfil competencial moderno de una delegada del Gobierno, de una figura heredera de aquellos gobernadores civiles de antes?
R.— Mucho más trabajo de coordinación y de gestión que de representación, algo que antes era habitual pero que ahora se ha reducido muchísimo porque por la pandemia se hacen muchos menos actos institucionales. La situación de pandemia ha cambiado radicalmente la agenda de la Delegación del Gobierno. Aún así, se hacen audiencias, se atiende a las instancias sociales, a los representantes del tejido económico. Hace poco recibimos el Manifiesto del Círculo de Economía, con diferentes entidades de las Islas Baleares, que me trasladaron a mí para que yo le diera traslado al Gobierno de España. Pero el trabajo, básicamente, es de gestión: Por un lado con el control de la pandemia, que es capital en estos momentos; por otro, con un fenómeno, que será en un reto importante en los próximos años, como es el de la migración y, en nuestro caso, la gestión de la llegada de inmigrantes ilegales a nuestras costas. Todo esto es lo que ha marcado este año de la Delegación del Gobierno de Baleares, el año que he vivido yo.
P.— ¿Está de acuerdo en la queja de que faltan inversiones de Madrid a Balares y qué cree que puede hacer para acercar posiciones?
R.— Ésta y cualquier otra Delegación del Gobierno tiene la posibilidad de trasladar una visión enraizada en la realidad del territorio en cual representas al Gobierno de España. Y eso ayuda a acompañar la mirada a Baleares desde Madrid. Y eso, entre otras cosas, porque yo también soy ciudadana de las Islas Baleares. Respecto a la primera parte de la pregunta, es una evidencia que necesitamos más inversiones [estatales]. Con lo que no estoy tan de acuerdo es con este continuo lamento, en una carrera de todos contra todos. En las listas de CCAA aparecemos al final en lo que se refiere a inversión directa y no seré yo quien diga que el Estado podría invertir más, pero somos los segundos en la previsión de inversiones de fondos europeos o los quintos en materia de vivienda. ¡Claro que hay muchas cosas a mejorar! Entiendo el debate y lo suscribo, pero no comparto cómo se formula. Sería como pensar que en la dinámica balear Formentera está siempre contra Ibiza, las Pitiusas y Menorca contra Mallorca, en Mallorca la Part Forana lamentándose por el protagonismo de Palma, etcétera. Yo soy más partidaria de las negociaciones duras pero constructivas y con ganas de ganar, no de victimizarnos.
P.— ¿Considera que las limitaciones que se han impuesto contra el COVID19 están justificadas y son efectivas, especialmente lo que tanto está afectando a la restauración?
R.— Lo primero que pienso es que ni el Gobierno de España, ni el de Baleares, ni ningún ayuntamiento, ni consell insular, tienen ningún interés en amargarle la vida a nadie, ni en tomar estas medidas restrictivas que tienen consecuencias económicas y sociales duras. En el caso de las últimas medidas, hay que recordar que quién las determina es la autoridad autonómica. En el primer estado de alarma, que gestionó el Gobierno central, fue diferente, todo muy taxativo. Ahora, pese a las restricciones, se pueden hacer muchas cosas. Respecto al sector de la restauración, el problema no es el sector, el problema lo tienen los ciudadanos que no respetan las medidas. Y en algunas ocasiones, también, algunos empresarios que —y yo lo entiendo perfectamente —que se animan a intentar ingresar cuanto más mejor, acercando las mesas un poco más. Lo que está demostrado es que los aerosoles constituyen una amenaza con este virus y ha sido esta actividad la que, por ello, ha tenido que sufrir esta fuerte restricción, igual que los gimnasios. Ahora que se vuelve a abrir la restauración, aunque sea en un horario restringido, tenemos que ir vivos, pensar si queremos tener temporada turística, si queremos que miles de trabajadoras puedan volver a los hoteles y podamos tener visitantes. Nos jugamos muchísimo si no lanzamos un mensaje claro de destino seguro. Hemos de lograr una complicidad entre todos. Comprendo que un joven, o alguien que no lo sea tanto, esté harto, pero la reflexión la hemos de hacer pensando en nuestros vecinos, en si tendrán ingresos para el año que viene, en cómo han de alimentar a sus familias.
P.— ¿Cree que se tendría que con la temporada turística a las puertas se tendría que priorizar la vacunación en nuestra comunidad autónoma para hacer posible esta reactivación de, como mínimo, una parte del tejido productivo?
R.— Creo que tenemos que procurar ir muy deprisa en la vacunación. Y eso significa que cuanto antes lleguen las vacunas, mejor. Creo que es positivo y que nos protege el hecho de estar dentro de un Plan de Vacunación de la Unión Europea, pese a que cuando hemos tenido un acuerdo cerrado las farmacéuticas nos hayan dicho que cambiaban las reglas del juego. No me quiero imaginar lo que pasaría si esa negociación fuera país a país. Y los criterios conjuntos nos hacen ser más justos. El primer criterio que se ha acordado es el de la edad, el de la vulnerabilidad de las personas, el de la mayor exposición. Cuando todo eso esté cubierto, espero que en la Comisión Interterritorial se decidirá qué margenes de maniobra podrá tener cada una de las CCAA, si es que lo ha de tener, o cómo se irá marcando el calendario de vacunación. Será muy importante alcanzar ese 70% de inmunización, pero también comenzar a trabajar con los corredores turísticos y tener garantías de hacer buenos controles sanitarios. Lo que nos pase no depende solo de que nosotros estemos vacunados, sino de que lo estén quienes vengan a visitarnos. El Certificado de Vacunación nos dará garantías y nos tendremos que plantear si una persona que no se haya podido o no haya querido vacunarse puede viajar. O lo ha de hacer con una PCR y eso signifique que haya varios tipos de control. Todo eso aún se está debatiendo.
P.— ¿Cómo cree usted que será el día de mañana, cuando esta pandemia haya pasado, cree que nosotros, mediterráneos, volveremos a ser como siempre?
R.— Creo que una parte de nuestra esencia se mantendrá y confío que hayamos aprendido a hacer de forma diferente otras cosas, lo que también será positivo.
“No cambiaría por nada mi paso por la Agencia de Cooperación Internacional, con Josep Borrell como ministro”
Tras la entrevista con Joan Calafat llegó el turno de los contertulios habituales del programa, en esta ocasión Margalida Gili, doctora en Psicología y vicedecana y jefa de Estudios de la Facultad de Medicina de la UIB; Pere Riutord, médico dentista, doctor en Medicina, investigador, profesor y académico, y Antoni Bennasar, médico traumatólogo, expresidente del Colegio de Médicos de Baleares (COMIB) y actual director del Patronato Científico de la institución. Éstas fueron algunas de sus aportaciones:
ANTONI BENNÀSSAR.— ¿Usted, que conoce tantos estamentos de la Administración Pública, en cuál se ha sentido mejor?
AINA CALVO.— Desde el punto de vista de aportar algo, de cosas tangibles, de percibir que tiene sentido lo que haces, de que sirve, incluso desde una perspectiva de inmediatez, de estímulo y respuesta, sin duda fue mi paso por la Alcaldía de Palma. No es un tópico la idea de proximidad de las alcaldías. Y es igual que sea un municipio pequeño o que sea uno de 400.000 habitantes. El principio de proximidad se impone. Tienes ese feeling y también esa presión, todo es mucho más intenso. Desde un punto de vista estrictamente personal, ser alcaldesa de tu ciudad es maravilloso. Pero la experiencia en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en la Agencia de Cooperación Internacional, primero en una subdirección, relacionando el desarrollo de la cultura con el desarrollo humano, luego dirigiendo la Agencia, y con un ministro como Josep Borrell, desde un punto de vista profesional fue una experiencia que no cambiaría por nada.
MARGALIDA GILI.— Recuerdo que como estudiante ya estuvo ligada a los movimientos estudiantiles, pero ¿en qué momento decide que quiere participar en la política con mayúsculas?
AINA CALVO.— Yo siempre he pensado que todo lo colectivo es político, y he hecho política toda la vida, desde cuando me presenté a delegada de la clase. Siempre la he vivido la política como una parte natural de mi forma de ser y estar. Fui delegada de la clase, estuve en la Federación de Asociaciones de estudiantes cuando se creó. Fui presidenta del Consell de la Joventut de les Illes Balears. Luego di el salto a la militancia en un partido político. Antes, el PSIB-PSOE me ofreció la posibilidad de ir en su lista al Parlament balear, siendo su candidato Francesc Antich, y acepté. Fue precisamente en 2003, cuando se perdieron las elecciones tras el primer Govern del Pacte de Progrés. Entonces pensé que si había un momento para militar en un partido era precisamente entonces, cuando venían mal dadas. Fue cuando me hice militante. Nunca hubiera imaginado que militaría en un partido político, pero siempre me he identificado con la práctica política. Creo que se hace política desde una asociación de vecinos, desde un centro cívico, desde una asociación de escultismo…
PERE RITORD.— ¿Le ha costado mucho dejar su carrera universitaria para dedicarse a la política a tiempo completo?
AINA CALVO.— Cuando en 2003 acepté ir en la lista del PSIB-PSOE era profesora titular de Universidad. Y me fui con un primer sexenio de investigación que jamás pude aprovechar. Pero fue una opción de la que no me arrepiento. Creo que la vida también es cambio. Lo que me ha permitido tener esta carrera profesional es saber que no me dedicaría a la política para siempre, algo que me ha dado un margen de libertad que procurado ejercer. Pero debo decir que no nos hemos de poder dedicar a la vida política solo los funcionarios. Ha de haber mecanismos para que quienes vengan del mundo privado puedan luego volver a ejercer sus profesiones. Personalmente no lo he vivido como una renuncia. Me costó volver, 12 años después: Ponerme al día, una formación on line que no había hecho nunca, había pasado la reforma de Bolonia y no me sabía ni los acrónimos, habían cambiado mucho las reglas del juego. En el campo de las Ciencias Sociales había cambiado mucho la investigación. Pasamos a tener revistas indexadas. Pasé un año muy intenso adaptándome.