La condición esencial de nuestra naturaleza humana individual es la situación de indefensión con la que nacemos y que nos acompañara a lo largo de toda nuestra existencia. Influye de forma decisiva en la manera de relacionarnos entre nosotros y condiciona de manera determinante las estructuras sociales en las que basamos nuestro sostenimiento y la satisfacción de nuestras necesidades. Hay en todo momento de la existencia una situación de complementariedad entre el individuo y su entorno y esa situación de dependencia psicoemocional seguirá presente en nuestra vida, siendo las primeras y fundamentales, en el nacimiento y al final de la vida, donde la indefensión emocional y corporal son prevalentes. No podemos ser más humanos por lo que nuestra opción y reto es re-humanizarnos, contactar una y otra vez con, lo más intrínseco de nuestra naturaleza humana, buscando relaciones de horizontalidad basadas en la cooperación mutua y en un contexto prevalente de agradecimiento.
Es más pertinente y adecuado reformular “el final de la vida “por el final de nuestra biografía”, puesto que la vida sigue, aunque nosotros muramos. Es al final de nuestra biografía, momento clave de nuestra existencia, cuando nuestras necesidades básicas y fundamentales se muestran en toda su desnudez: físicas, emocionales y espirituales se hallan más comprometidas y en el que deben de ser más y mejor acompañadas. Es entonces cuando más necesitamos de vínculos que nos sostengan en un acompañamiento cálido presencial, pleno de empatía y cuidados. El final de nuestra biografía es el espacio vital donde más imperiosa es la re-humanización, que reclama la dignidad intrínseca de todo ser humano y los derechos que de ella derivan. El progresivo aumento de las expectativas de vida de la población unido a los avances científicos que hacen posible prolongar la supervivencia, generan un aumento de morbimortalidad por enfermedades crónicas que abocan a la persona a una situación terminal.
Durante la enfermedad terminal en el momento que se agotan las posibilidades curativas de los diferentes tratamientos se entra en una etapa de franca progresión de la enfermedad; donde los objetivos terapéuticos serán el bienestar y confort del enfermo y la familia, comenzando a adquirir un gran énfasis el establecimiento de un plan de cuidados que trate de cubrir el apoyo psicosocial. Por otro lado, en el ámbito de las enfermedades crónicas y de la atención al final de nuestra biografía, el modelo biopsicosocial adquiere un especial protagonismo.
Esto es debido, entre otras razones, a que en este ámbito trabajan personas que se dedican a la atención y el cuidado de estas personas, y que desde este modelo pueden abordar sus necesidades otorgándole la importancia necesaria a todos estos factores para la rehabilitación o mejora de la persona, quien, recordemos, se procura que tenga un papel activo en su bienestar y/o curación. En un contexto en la que se va a aplicar la ley de la eutanasia, duele la retina y el alma que muchos pacientes no puedan beneficiarse de otra Ley, desde el 2015, en nuestra comunidad, por falta de recursos en el desarrollo total y global en los cuidados paliativos. No podemos permanecer ni mudos, ni ciegos ni sordos ante esta situación que estamos viviendo en nuestra Comunidad.
Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.