Imagen de archivo de un paciente de COVID19 atendido en una de las UCIs del sistema sanitario balear.
Una joven de 19 años, sin sobrepeso, sin antecedentes de enfermedades previas y sin vacunar ha sido la primera víctima mortal joven del COVID19 en Baleares. “La paciente sufrió una miocarditis, inflamación del músculo cardíaco, que acabó ocasionándole un fallo multiorgánico mortal, tras una semana en a UCI de Son Espases, donde nada de lo que se hizo por ella pudo salvar su vida.”
Son palabras del Dr Julio Velasco, responsable de la UCI de Son Espases, quien añade que “la miocarditis es una inflamación del músculo cardíaco y tiene múltiples orígenes, entre otros, vírico. Se han descrito casos de miocarditis por SARS-CoV-2, aunque es poco frecuente. En este caso incluso se le aplicó un ECMO (ventilación mecánica que permite realizar la función respiratoria y limpiar la sangre) pero sin resultados”.
La miocarditis produjo a esta paciente una insuficiencia cardíaca muy severa, “un caso muy severo, muy grave”, destaca el intensivista, que llevó a la joven a ingresar con un shock cardiogénico, que se caracteriza por ser una forma extrema de insuficiencia cardíaca aguda, con una caída de la presión arterial. Además del ECMO y entre otros procedimientos se utilizó, también sin éxito, el balón de contrapulsación.
La joven había presentado durante unos días, en su domicilio, un cuadro caracterizado por diarrea y malestar general. Finalmente acudió al servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Son Llàtzer, de donde fue trasladada posteriormente a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Son Espases, donde tras una semana de cuidados críticos falleció.
Esta muerte, a una edad tan temprana de la vida, recuerda la necesidad de desmentir dos creencias que llevan a muchas personas a enfermar. En primer lugar, que los jóvenes pueden sufrir la versión más grave de la enfermedad, precisar el ingreso en UCI e incluso llegar a fallecer, y ello sin tener antecedentes de enfermedades previas. En segundo lugar, la necesidad de vacunarse, incluso a edades muy tempranas.
Y aunque si bien es cierto que cuanto más joven es la persona infectada del coronavirus SARS-CoV-2 la posibilidad de presentar síntomas importantes y la enfermedad en su versión grave es más baja, también lo es que se ha detectado que los jóvenes que pasan y superan esta infección son luego más proclives a sufrir lo que se denomina «covid persistente», un cuadro que se prolonga en el tiempo.
El covid persistente, aunque algunos analistas médicos contradicen que se sufra con más frecuencia entre los jóvenes, consiste en una serie de secuelas que se manifiestan en dificultades respiratorias y cansancios prolongados en el tiempo, mucho después de haber sufrido la enfermedad. El covid persistente puede llegar a condicionar la calidad de vida, aunque aún no se han podido hacer estudios a lo largo del tiempo.
Los síntomas más comunes entre los pacientes más jóvenes de COVID19 (muchos de los cuales se han contagiado por prácticas de riesgo, como los botellones) son el dolor de cabeza y la fatiga. Otros signos son la fiebre y la tos, además, la anosmia (pérdida del olfato, que se cree que es consecuencia de una lesión que ocasiona el virus en las neuronas) y la disosmia (alteración del olfato con percepción de malos olores).