Ya hemos visto, en más de una ocasión, cómo no transcurre excesivo tiempo entre que se detecta una variante en algún lugar del mundo y en nuestro territorio. La movilidad de la población sigue siendo hoy en día, y pese a la pandemia, muy elevada, y circula por muy diferentes vías.
Cuanto mayor sea la ventaja de transmisión de la variante ómicron sobre la delta, menor será el tiempo previsto para que cause la mayoría de las infecciones. Hay un amplio rango de factores que pueden cambiar las dinámicas de transmision del virus y la situación, y la evidencia de la que disponemos es aún limitada. Teniendo esto en cuenta, es necesaria una estrategia por niveles para retrasar la propagación de la nueva variante.
La mejor forma de controlar la transmisión de ómicron, con la información que tenemos, es controlando la transmisión comunitaria de covid-19 dentro de los países. La prohibición de vuelos es probable que tenga una efectividad muy limitada de cara a no permitir que entre ómicron.
4 cosas que se pueden hacer:
(1) Estudiar en profundidad las características de ómicron, en cuanto a la transmisibilidad, letalidad o potencial escape inmunitario.
(2) Secuenciar para conocer la extensión de la variante
(3) Reducir la transmisión comunitaria de covid-19, con un rastreo adecuado que permita el control en la comunidad. Es necesario reforzar el rastreo y el aislamiento de los contactos estrechos de los casos positivos para ralentizar la propagación de la variante ómicron en Europa. Estas medidas pueden incluir los test y cuarentenas para los nuevos casos, así como la secuenciación genética de los casos detectados entre ellos.
(4) Extender la vacunación global para disminuir la transmisión
La aparición de esta variante en el continente africano, en el que es tan baja la cobertura vacunal, no hace otra cosa que reforzar el argumento de que es necesario colaborar, de una manera más decidida, en que se incremente la vacunación en todos los países. Para ello no solo es necesario dotarlos de más cantidad de dosis, sino también de los medios (logísticos, humanos y económicos) para que puedan administrarlas. Esas son las dos claves para mejorar la situación de la vacunación en el mundo y ayudar con ello a disminuir la aparición de nuevas variantes.
Asimismo, la vacunación de aquellas personas que aún no lo han hecho y la dosis de recuerdo para los mayores de 60 años (y quizás pronto de más de 40 años) son claves. Las intervenciones no farmacológicas, como el uso de la mascarilla, limitación de aforos, ventilación de espacios cerrados…han demostrado ser efectivas para reducir los contagios y deben ser implementadas según la situación epidemiológica. Esperemos.