Sede social de Es Refugi, en Palma
El refugio ‘Pare Gaspar Aguiló’, gestionado por la asociación altruista Es Refugi, acoge y cubre las necesidades básicas de hombres sin hogar en situación o riesgo social por carencia de techo, además de ofrecer el servicio de comedor a personas con escasos recursos económicos. El proyecto cuenta con el apoyo de la Conselleria de Afers Socials i Esports del Govern de les Illes Balears, a través del IRPF Social.
El gerente de Es Refugi, Toni Cañellas, ha explicado que “si antes, sobre todo, el perfil de usuario era el de una persona en situación de vulnerabilidad y cronicidad, ahora hay gente a la que la Covid ha expulsado de la economía y que no ha podido hacer frente al pago de alquileres y otras obligaciones, y han tenido que recurrir a la asociación”.
De hecho, según Cañellas, la inserción sociolaboral durante la pandemia “ha sido nula, porque se ha priorizado preservar el estado de salud. Sin embargo, ahora empezamos a albergar alguna esperanza gracias a los planes de inclusión social”.
La intención de Es Refugi, en palabras de su gerente, consiste en “proporcionar una solución habitacional, parecida a un hogar, a aquellas personas que, por las circunstancias de la vida, se han encontrado sin techo y están en situación de exclusión social casi plena”.
Personas que trabajan, pero que no pueden pagar el alquiler
A este respecto, el presidente de la asociación, Fernando Villalobos, cargo que ha venido desempeñando durante los últimos cuatro años, ha subrayado que algunos de los usuarios de la entidad “son personas que trabajan, pero en condiciones muy precarias, sobre todo teniendo en cuenta el precio de los alquileres de hoy en día. Si alguien gana 800 euros al mes y ha de pagar 600 de alquiler, puede encontrar cabida en Es Refugi”.
Uno de los perfiles más complejos es el de los usuarios de edades más avanzadas. Villalobos ha reconocido que “lo tienen más difícil” a la hora de encontrar una acomodación laboral, de manera que, desde la entidad, se intenta “ofrecerles una alternativa, ya sea una plaza en una residencia o en pisos tutelados”.
La capacidad de Es Refugi, un proyecto que se creó oficialmente en 1993 aunque empezó a dar sus primeros pasos en 1990, abarca un total de 40 plazas, aunque, debido a problemas estructurales en algunas habitaciones que actualmente están en proceso de rehabilitación, la casa de acogida ofrece alojamiento, en estos momentos, a unos 20 usuarios, y de media, cada año, a unos 60.
Perfil: hombre de escasa formación y sin lazos familiares
El gerente ha detallado que estas personas son “hombres entre 18 y 75 años que, normalmente, acuden presencialmente hasta nuestras instalaciones o bien llaman por teléfono o nos contactan por internet. En general, su perfil formativo es bajo y presentan rotura de lazos familiares. Su principal necesidad es obtener un techo, porque ni las pensiones ni otros ingresos son suficientes para pagar un alquiler”.
Buena parte de estos usuarios traspasaron el umbral de la pobreza a partir de la crisis financiera de 2008. Ahora, según el presidente de Es Refugi, “es imposible que puedan reintegrarse al mercado laboral”.
El objetivo, siguiendo la argumentación de Villalobos, es “limitar las estancias a una temporalidad ajustada a la características de las personas, pero, en principio, y dada la actual crisis sanitaria, tenemos que ser prudentes”. De esta manera, si el usuario precisa quedarse en Es Refugi durante un tiempo superior al plazo habitual, que oscila entre seis meses y un año, “se respeta su ritmo”, en palabras de Toni Cañellas, y “se le ofrece acompañamiento hasta que pueda reanudar su vida normal en buenas condiciones”.