Las doctoras Pepa Manzano y Laura García, ginecóloga de Clínica Juaneda y responsable del Laboratorio de Análisis Clínicos de Juaneda Hospitales, explican los nuevos paradigmas de la lucha contra este cáncer
Unas 2.000 mujeres murieron en España entre 2017 y 19 por cáncer de cérvix o cuello del útero (el más frecuente tras el de mama), un 99% causado por el virus del papiloma humano (VPH), de transmisión sexual, tan extendido que antes de los 30 años se considera que un 80% de las personas sexualmente activas son portadoras.
Las doctoras Pepa Manzano, ginecóloga de Clínica Juaneda, y Laura García, directora técnica de los laboratorios de Red Asistencial Juaneda, ofrecen una perspectiva novedosa sobre la infección y la enfermedad asociada: La Dra. Manzano explica que “la citología no debe ser considerada ya el único método de cribado de estos cánceres”.
“No tiene sentido –añade– que una señora que viene cada año hacerse su cribado se haga solo una citología. Las revisiones anuales no tienen por qué llevarla implícita. Existen nuevas directrices muy claras sobre el control, diagnóstico y seguimiento, del VPH para detectar la población femenina en riesgo de cáncer de cuello uterino”.
“Son directrices que deberíamos implementar. Y lo que es más importante: las mujeres nos lo tendrían que pedir, pero muchas no saben de qué les estás hablando cuando vienen a la consulta para hacerse la revisión ginecológica anual y se les explica que es mejor hacerse una detección del VPH cada cinco años que una citología anual”.
Y es que, destaca la Dra. García a este respecto, “muchas personas asocian la infección por VPH como la consecuencia de una conducta moralmente incorrecta, cuando lo que hay que hacer es normalizarla. Vemos muchas pacientes que son cada vez más jóvenes y de tendencias sexuales diferentes que ya vienen con VPH”.
“El mensaje es que en las jóvenes el VPH no es un riesgo, por lo que sólo debe determinarse a partir de los 30 años, del mismo modo que hablar de ‘personas jóvenes con VPH persistente’ no es real, ya que el 90% de los menores de 30 años se ‘limpian’ del virus gracias a su sistema inmunológico” explica la ginecóloga Pepa Manzano.
La ciencia permite ahora determinaciones precisas. “El COVID –señala la Dra. García– nos ha hecho dar un gran salto en el desarrollo de tecnología de análisis, implementado mejores equipos de biología molecular, adquiriendo una excelente plataforma tecnológica, que ya hemos utilizado para realizar más de 200.000 PCRs de SARS-CoV-2.”
Pero disponer de esa plataforma “nos permite aplicar las pruebas PCR para trabajar también con el VPH u otros patógenos genitourinarios que igualmente pueden interesar en el ámbito de la Ginecología, y todo ello con una muy alta especificidad, porque se trabaja con una secuencia de ADN o ARN propia de cada germen.”
“El enfoque actual es que la presencia del VPH es tan elevada que entre los jóvenes ya hay que dar por hecho que lo tienen. Algunas guías clínicas recomiendan no hacer cribado citológico hasta los 25 años, e incluso pueden tener una lesión (hasta cierto grado) y la recomendación es vigilar, pero no hacer nada”, explica la Dra. Manzano.
Y añade: “Eso es porque la posibilidad de que esa lesión, a esas edades, llegue a un cáncer de cuello de útero es muy baja. En el 90% de los casos se curan solas, por lo que lo único que hay que hacer es una vigilancia activa, valorar el cuello del útero, intentar no hacer biopsias y hacer seguimiento hasta que desaparezca la lesión.”
Hoy se sabe que el boom de la infección por VPH se produce en las primeras relaciones sexuales. Y eso con datos de España, que es uno de los países de baja incidencia, con un 80%. “Lo que significa que de diez mujeres, 8 tienen, han tenido o tendrán el VPH. Pero de esas 8, prácticamente 7 se van a curar solas”, explica la ginecóloga de Clínica Juaneda.
En estas circunstancias, “cuando una mujer viene a la consulta del ginecólogo a hacerse un cribado, además de tomarle la muestra citológica conviene también hacer una determinación del virus del papiloma humano, para saber si es positiva y, sobre todo, qué tipo de virus es y el nivel de riesgo que conlleva” enfatiza la ginecóloga.
Explica la Dra. Laura García que “la PCR de VPH es muy similar a la del SARS-CoV-2, ya se detecta y amplifica también un fragmento del virus”. El VPH “tiene diferentes genotipos, múltiples variantes, cada una asociada a distintos grados de riesgo de oncogenicidad. De ahí la importancia de conocer exactamente qué genotipo es el de cada paciente”.
“Además, en el laboratorio –explica la Dra. García– vemos como el VPH salta cada vez más a otras zonas del cuerpo”, de modo ya que no hay que vigilar solo la zona genital. “Hacemos cribado de cáncer de útero, pero es que esa paciente puede tener el VPH en la amígdala o en el ano y además contagiarlo por ahí”, destaca la Dra. Manzano.
“He tenido el caso de una paciente, con un cáncer de amígdala, que vino para hacerse una determinación de VPH vulvo vaginal y le salió negativa. Y es que eso no quiere decir nada, porque la infección puede haberse curado en una zona y tenerla en otra”, destaca la ginecóloga, ofreciendo una nueva perspectiva de esta enfermedad.
“De cada vez detectamos más VPH en frotis orofaríngeo”, revela la Dra. García. Por ello “hay que animar a las pacientes que vienen a la consulta a hacerse un cribado con determinación de virus, tal como aconseja la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia, ya que la citología no es suficiente”, enfatiza la Dra. Manzano.
Y recuerda que “la citología sólo cubre entre un 50 y un 70% de diagnósticos de cánceres de cuello y cérvix”. Afortunadamente, “tenemos esa otra prueba –la determinación del VPH – que tiene mayor sensibilidad. La citología puede informar de que existen células cancerosas, por lo que lo ideal es que ambas pruebas se realicen conjuntamente”.
“Los que hemos hecho cribados de VPH nos hemos horrorizado de todo lo que podría haber pasado desapercibido con una citología. Yo he visto un carcinoma de cérvix en una mujer de 32 años, con una citología normal. Tenía un virus de alto riesgo y con una colposcopia y una biopsia detecté un carcinoma infiltrante”, enfatiza.
“Hay que transmitir a las pacientes que se han producido cambios y que no hay que aferrarse al inmovilismo, decirles a las señoras que esa revisión ginecológica a la que se va todos los años y que le hace sentirse segura, ha cambiado. La citología ha tenido su valor, pero ahora hay otras cosas mejores”, concluye la ginecóloga de Clínica Juaneda.