Y como la inducción simpática primitiva Freudiana no termina ahí, le recuerdo a mi madre que -si quiere, incluso- y ya que está, puede pedir también el certificado de represaliado, represaliada o represaliade franquista, un carnete que te mandan a casa y que restaura en un momento tu memoria, resetea tus miserias guerra-civilistas en cero coma, y te vacuna contra cualquier posibilidad de votar en las próximas elecciones a todo lo que huela a no-rojo. El muerto y su respeto a la familia, los votos, cuando toque, en las urnas. Sabíamos que nos quieren poco, rojos, asustados y pobres, pero no sabíamos que, además, nos querían tontos.
Por eso, cuando buscamos certificaciones de verdad nos asomamos a la realidad. Y ahí vemos a Patricia apaleando el mar balear sin excesivas ocupaciones más allá de estar en campaña electoral, sin urgencia, con un lento paleo que deja atrás el eco de los gritos de los trabajadores de urgencias de nuestros hospitales públicos, por poner un ejemplo. Nos zambullimos en la realidad de los acontecimientos cuando el personal de urgencias le pide a Patriciademisnaufragios que – ya que no se cree lo del colapso de esos servicios- vaya a sentarse en una de sus camas, vaya a mantener el equilibrio sobre un somier de esos que hace cualquier Kely, por cierto sin cama ergo-adaptada. Las que gestionan los hoteleros si, las que gestionan el govern que se las impone a los hoteleros por supuesto que no.
Se le pide a Patricia que después de años en la poltrona, al menos, no insulte ni al personal ni a los pacientes a los que que después de llevar 100 horas en un box de urgencias les certifica en la prensa que están “atendidos”, o incluso que gozan de “cierta intimidad”.
En eso tiene razón nuestra Patri, porque las fotos de estos días, con los pacientes en sus hospitales de campaña, no dejan lugar a duda sobre esa cierta falta de intimidad, del desastre de imprevisión de recursos, del drama de la gestión del drenaje de los servicios urgencias/planta en Son Espases. Llevamos tiempo diciéndole a Patricia que no se moja, que con el dinero que malgasta en cosas absurdas hubiera tenido que remar alentando, reteniendo y protegiendo a los profesionales que llevan años de merecido reconocimiento. Ni personal suficiente, ni profesionales acreditados, ni retribuciones a la altura de la calidad y del merecimiento que se les debe. Carnet de valientes. No nos queda nada.