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Estamos hartos del relato político

Miguel Lázaro
Psiquiatra HUSE
Coordinador del Centro de Atención Integral de la Depresión
La sobreactuación y la adicción a relatos que no se sostienen en los hechos, es una compulsión de muchos de los seudo líderes políticos, que a la sazón están en el poder. El control de la amplificación mediática de los mantras que fabrican continuamente las carpas de los partidos y gabinetes de asesores y prensa les permite realizar continuamente y de forma fulltime una propaganda que invade todo y que persigue manipular y anestesiar a unos ciudadanos hartos de los renuncios de los políticos. No importa la verdad ni los datos objetivos, sólo importa los cuentos que se cuentan. Están acostumbrados a falsear la realidad, que cuando se les confronta reaccionan airadamente y arremeten contra el mensajero. Ya lo decía el maestro Castilla del Pino “una vez descubierto lo falso se impone la impostura y la sobreactuación tratando de proyectar la mejor imagen posible a la ciudadanía”. Mienten compulsivamente y de forma impertérrita. Su electroencefalograma emocional no conoce la culpa. Sufren el síndrome de la ética indolora. Estamos hartos de los políticos que cabalgan sobre la mentira y la autocomplacencia continuamente. Queremos políticos valientes, que consuman realidad, que llamen al pan, pan y al vino, vino.

Que reconozcan que no mean colonia ni sudan Chanel y que defecan caca maloliente. No queremos políticos-ficcion ni que nos infantilicen, tratándonos como estúpidos que se tragan todo. Queremos políticos que reconozcan las dificultades, que admitan que por mucho que trabajen no pueden controlar todo, que asuman que la gestión política es difícil y muy complicada y a veces les desborda y les sobrepasa y que a veces los recursos no son ilimitados. Que sean responsables y que pidan corresponsabilidad a los ciudadanos.

Que cuando se le pille en un renuncio, no nos cuenten milongas o busquen chivos expiatorios. Que sean humildes y reconozcan sus fallos y pidan perdón. No queremos clones del presidente Sánchez, que miente más que habla y que actúa desde la pre-potencia , la soberbia y un narcisismo omnipotente mayúsculo.

Queremos políticos que no sostengan e impongan sus creencias en contra de toda evidencia. Queremos políticos que no hagan declaraciones que no coincidan con la realidad que nos toca vivir. Queremos autocritica y no propaganda goebelsiana, que cual tralla inmisericorde nos invade por todas las esquinas y que intenta blanquear la dura realidad. Más que nunca, en este contexto social, es necesario como dice Ginsborg que ante el malestar democrático y la inadecuación de algunos seudolideres, el pueblo elector se convierte en pueblo guardián. Sean egoístas, no acepten políticos que les generen más estrés, incertidumbre, conflictos innecesarios y que potencien los desencuentros, los encontronazos y los malentendidos sociales. Es obsceno, tal como dice Ayerra “el esperpéntico espectáculo que nos ofrecen diariamente algunos de estos falsos líderes, convertidos en pequeños rateros omnipotentes y mentirosos”.

Queremos políticos que admitan las críticas y que nos respeten. No tenemos que agradecerles nada, solo cumplen con su deber. No hay relato ficción que enmiende esta dura realidad, aunque sea amplificado por tierra, mar y aire. Por salut mental ya no tragamos más. Ya saben, en derrota transitoria pero nunca en doma.

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