Un momento de una sesión con uno de los usuarios que participa en el programa promovido por la asociación APFEM
El programa ‘Cuidando a la persona que me cuida’ está promovido por la Asociación Pitiusa de Promoción de la Salud Mental (APFEM), una entidad que, desde hace 25 años, trabaja con personas con diagnóstico de salud mental o autismo y sus familias.
Esta actuación recibe financiación del IRPF Social de la Conselleria de Afers Socials i Esports, y ayuda a los usuarios de tres formas diferentes: con sesiones psicológicas individuales, mediante grupos de apoyo a las familias y a través de la cesión de una vivienda donde se preparan para una posible emancipación.
Según una de las psicólogas que intervienen en el programa, en este tipo de viviendas “se trabaja por medio de planes de intervención individuales. Podemos partir del establecimiento y la creación de rutinas y hábitos saludables, tanto de higiene, alimentación, sueño e incluso organización y tareas del hogar, hasta llegar a un acompañamiento formativo laboral para la inserción de la persona, mejorar habilidades sociales, de autoestima… todo ello con el objetivo real de conseguir una autonomía psicosocial del usuario con diagnóstico”.
Grupos de apoyo
Además de la cesión del piso y del apoyo psicológico individualizado, el programa ‘Cuidando a la persona que me cuida’ también cuenta con un grupo de respaldo a las familias donde se trabaja con las dificultades más comunes que aparecen durante estos procesos. Existe, en este sentido, un grupo de adultos, orientado a la salud mental, y otro dirigido a los menores y centrado en los trastornos generalizados del desarrollo.
Carmen Córdoba, responsable de Salud Mental de APFEM explica que “algunos talleres están más vinculados con la pauta, porque son padres de hijos en edad normalmente escolar. Y otros van más enfocados a ayudar al familiar a enfocar la situación, siempre con la finalidad de que la persona cuidadora cuente con las herramientas que necesite”.
El programa atiende anualmente a unas 87 familias y presta apoyo, indirectamente, a unos 300 cuidadores. Según Carmen Córdoba, el proyecto ha demostrado ser “esencial para la protección e integración de unidades de convivencia que, anteriormente, se quedaban fuera del circuito de atención por no existir recursos ajustados a sus necesidades”.