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25 años

Dr. Fco. Javier
Alarcón de
Alcaraz.
Médico-Forense.
Especialista en
Medicina Legal.
@Alarconforense
Cumples 25 años de una ilusión y notas que la vida sigue existiendo, notas a los veinticinco y un día, que la gran condena de la vida es levantarte de nuevo y darte cuenta de que existir es realmente el proyecto de cualquier proyecto, la cuna de cualquier cama donde descansar durante un tiempo que dura lo justo.

Celebramos el otro día todos juntos -muchos de ustedes que no estaban también- los veinticinco años de la creación de la revista, veintisiete años que es como se celebran en la post-pandemia las cosas importantes, con un par de tragos de más y un par de besos de menos.

Llegas a cualquier sarao que monta Calafat, y aunque llegues tarde sabes que el triunfo de su convocatoria es él, que aunque sus mesas sean largas, aunque sus lechonas pidan vida, todo lo que gira alrededor de esa noche tiene el sentido de mirar hacia donde él se encuentre. Hablas con el que tienes al lao, departes con la mesa casual que te toca en gracia, y miras en cualquier momento hacia el lugar donde él se encuentra sonriendo. La felicidad es a veces una distancia entre lo que son dos personas.

Llego y le busco -y como llego tarde cuando llueve en la noche- nos damos un abrazo y nos hablamos alguna cosa rápida sobre la vida. Hablamos mientras le pido a nuestro Carlos que nos haga una foto del reencuentro público, mientras él se descojona mirándome y yo le miro descojonándome por el valor de que sea capaz de hacerlo. Intento abrazarle del abdomen y subirlo como se sube a los novios en la paz del desembarco, sin éxito.

Pienso ahora en esa foto, los dos de pie entre la marabunta de las lechonas nocturnas, y pienso en la grandeza de este hombre que me sonríe entre tanto amigo del enemigo, pienso en como a fuerza de cariño es capaz de conciliar lo que alguien diría que es una guerra y convertirla en un juego de niños, en una sintonía de uno más de sus programas.

Celebra Juan la celebración de su criatura de veinticinco, debe ser -con el permiso amoroso de Beda- que siempre le han gustado las de veinticinco, celebrar los veinticinco. Y celebra con sus palabras -sin telepronter que le pervierta- las cosas de la vida y las razones de la suya. Celebra Joan una vida entre todos agradeciendo el origen, besando el principio de todos, y haciendo de cada uno de los que estamos allí un motivo de orgullo para seguir en pie, para seguir de pie y seguir caminando. Habla y dice que el sentido de la vida es entenderla, y que entenderla es darse cuenta de que pocas cosas valen la pena, de que el dolor y el enfado son cosas que regamos sin sentido alguno entre lechonas.

Nuestro Bennasar susurra cosas de amor, mientras su mientras tanto, y con nuestro Orfila, miramos en dirección al futuro de esas palabras, nos situamos en el lugar más cálido de ese presente, que es el espacio en el que no sólo siempre estaremos, el espacio que siempre recordaremos.

Podría decirse que al final de las palabras de Juan hubo un aplauso eterno sino fuera porque alguien entendió que fuera dirigido hacia las lechonas que no me atreví a probar. Un aplauso que es el que desde aquí le planto en esa sonrisa eterna esperando que dentro de los que vengan quepa entre nosotros el abrazo de valor, de agradecimiento y de eterna gratitud que cabe, pequeño y apretado, entre dos amigos que se quieren. Nos esperan l@s de 25.

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