Un amigo del que llevo distanciado mucho tiempo me escribió lo siguiente: “el día de difuntos es tan bueno o peor que cualquier otro para escribirte. A más de que te echo de menos con demasiada frecuencia, hoy más, pues a veces parecerme que te me has muerto. Unas buenas palabras, aún solo escritas, no pueden ser mala causa, si como estas las dicta el afecto y la añoranza. Así que te digo: me acuerdo mucho de ti. Me acuerdo de uno de los mejores amigos que he tenido. Con más cariño que agradecimiento. Y si esta vez mi mensaje te causas e incomodidad o disgusto, no será por mi torpeza, sino por mi incombustible manía de decir verdad: sobre todo si es simple, blanca y buena”. Mi memoria y mi agradecimiento para él. A veces enterramos a los vivos sin estar muertos. Y no olviden vivir solo cuesta la vida. Perder a alguien es una experiencia dolorosa, que necesita ser compartida, sostenida y acompañada. En definitiva, necesitamos no sentirnos solos, expresar nuestrodolor y nuestras emociones. Recibir apoyo emocional en estos primeros momentos es crucial y nos posibilita favorecer los posteriores procesos del duelo. Seguramente en estos momentos todos estamos experimentando una gran variedad de emociones (rabia, tristeza, impotencia e incluso culpa). Es posible que sintamos que nada de esto es real, provocándonos una gran confusión y negación de la situación.
Es bueno saber que es completamente normal y válido todo lo que experimentamos, pero no debes añadir más peso sobre los hombros. Muchas veces nos es difícil aceptar esta realidad tan dolorosa y caminar por el sendero del duelo sin evitar hacernos preguntas. La pérdida de un amigo, de un familiar nos remueve y nos conmueve intensamente. Es un día para que nuestra memoria se active al máximo y para que las más de 100.000 millones de neuronas trabajen a destajo, a modo de caleidoscopio emocional, cual capas de cebolla, donde se superponen nuestro dolor, nuestros recuerdos y nuestra pena. Duelo y de luto, que nos conmueven y nos remueven intensamente. Las tripas emocionales y el corazón roto prevalecen sobre nuestra racionalidad. Los primeros días nos es más difícil y muchas veces nos recreamos más en la situación, en nuestra tristeza, en nuestra rabia y en nuestra culpa. Es normal que estemos así, pero también que poco a poco seremos capaces de afrontarla situación, y de recordar a esa persona no cómo a alguien que ya no está en nuestra vida, si no cómo a alguien que nos ha dado amor,felicidad, cariño, con la que hemos aprendido y con la que hemos vivido y compartido. Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.