El reciente derribo de los muros que rodeaban el Hospital Psiquiátrico de Palma constituye una actuación que va mucho más allá de su simple utilidad operativa o funcional. En realidad, adquiere un más que relevante significado social e histórico porque supone, ni más ni menos, que propiciar el primer paso cien por cien visible en cuanto a la progresiva normalización y desestigmatización de las enfermedades mentales.
Con la caída de estos muros, que, durante muchos años, demasiados, han convertido este centro asistencial en una especie de islote, completamente alejado y desconectado del resto de la ciudad y, por tanto, del resto de sus habitantes, se ha escenificado un punto de inflexión crucial para que este tipo de atención médica pueda ser contemplada como lo que es: una vertiente más del diverso abanico de prestaciones sanitarias a los que, en un momento u otro de su vida, puede acceder cualquier persona. Sin la presencia de los funestos muros, el hospital se abrirá a su entorno para formar parte de uno de los proyectos más ambiciosos de esta legislatura en Balears, como es la creación del Parc Sanitari de Bons Aires, al que, tal vez, la irrupción de la maldita pandemia ha restado el brillo y el protagonismo que, sin duda, merece. Estamos hablando, además, de una actuación multidimensional, que trasciende el aspecto intrínsecamente asistencial e integra otros conceptos que también son necesarios si se pretende aspirar a una práctica de la medicina, en cada uno de sus ámbitos, más directamente comprometida con la realidad del ser humano. Para acometer este proyecto, que conectará el barrio palmesano de Bons Aires con uno de los puntos neurálgicos de encuentro ciudadano, como es el parc de sa Riera, se requerirá una inversión de seis millones de euros que, sumados a los cuatro millones desembolsados para llevar a cabo la rehabilitación y la reforma de los edificios del Hospital Psiquiátrico, suma un total de 10 millones de euros.
“Históricamente, desde nuestra sociedad hemos estigmatizado a las personas a quienes se las diagnosticaba una enfermedad mental. Pero esto se ha acabado”. Así de contundente se mostró la presidenta del Govern, Francina Armengol, durante el acto de derribo de los muros, que coincidió con el primer día del nuevo mes de julio. Quizás habría que matizar que, por desgracia, no se ha acabado del todo, porque determinadas actitudes seguirán formando parte del comportamiento colectivo durante, todavía, algún tiempo. Sin embargo, no cabe duda de que el proyecto del Parc de Bons Aires, con la desaparición de los muros del Psiquiátrico, es una apuesta muy clara para transitar en el camino inverso al que se ha venido recorriendo hasta el momento.