“El corazón me pide luchar nuevamente para ser presidenta del Govern de les Illes Balears. Y la cabeza, también”. Pocos días después de realizar esta afirmación en el programa de televisión Salut i Força, que se emite todos los miércoles por la tarde en Fibwi TV, la actual jefa del Ejecutivo autonómico, Francina Armengol, ratificó públicamente, en su condición de secretaria general del PSIB-PSOE, su intención de reclamar otra vez la confianza de su partido para encabezar la candidatura socialista al Govern en las elecciones que tendrán lugar en mayo de 2023. Será la tercera ocasión en que Armengol acepte este reto. Salió victoriosa en los dos anteriores. En los comicios autonómicos de 2015, a pesar de que su partido se quedó por detrás del PP en cuanto a número de votos, logró hilvanar un acuerdo de gobernabilidad con otras fuerzas políticas que le permitió acceder al Consolat de Mar.
En 2019, Armengol repitió la jugada, y también la alianza, pero esta vez ya como candidata con más apoyos entre los electores, adelantando a los populares. El triunfo en las urnas representó un éxito descomunal para los socialistas de Balears, y, sin duda alguna, Armengol vio claramente refrendada por los ciudadanos las líneas políticas que había trazado a lo largo de los cuatro años anteriores.
Esa fue, según la propia presidenta expuso en la entrevista de Salut i Força, que reproducimos en este número del periódico, la legislatura del cambio. Se trataba, siguiendo su argumentación, de dar la vuelta como si fuera un calcetín a las políticas que se habían puesto en práctica en Balears durante el Govern de la mayoría absoluta del PP, entre 2011 y 2015, y que provocaron, incuestionablemente, una airada y tensa respuesta social en la calle a través de multitudinarias manifestaciones a las que el descontento general por las actuaciones en materia de salud no fueron en absoluto ajenas. Con vistas a los siguientes cuatro años, de 2019 a 2023, la hoja de ruta del Govern encabezado por Francina Armengol englobaba proyectos sin duda ambiciosos para transformar el escenario político, social y económico de Balears que, no obstante, se vieron irremisiblemente frenados por la irrupción de la Covid 19. La crisis sanitaria, que implicó, además, un demoledor impacto contra el tejido productivo de las islas, más incluso que en otros territorios menos dependientes de la actividad turística, ha obligado al Ejecutivo, estos últimos dos años y medio, a entonar una canción diferente a la que habían ensayado.
Pero la realidad es, como ha destacado la presidenta, que la unidad de toda la sociedad balear, sin fisuras, sin individualismos, sin maratones en solitario, sino muy al contrario, a base de diálogo y consenso, ha logrado que ambas crisis, la epidemiológica y la económica, hayan podido superarse y que, en estos momentos, Balears, la comunidad donde en mayor medida cayó la riqueza durante la pandemia, encabece, relativamente poco tiempo después, el crecimiento del PIB en España. Dentro de poco más de nueve meses, habrá elecciones nuevamente, y Francina Armengol se presentará, como así ha ratificado, con el bagaje de una tarea que se ha saldado con resultados que están a la vista de todos, y que, desde el punto de vista de las políticas de salud, contienen no pocos saldos positivos.
Ciertamente, queda mucho por hacer, especialmente en lo que respecta a la normalización de la oferta asistencial que forzosamente se ha visto alterada por las sucesivas olas de Covid.
Estamos hablando, por supuesto, de las listas de espera, tanto en Atención Primaria como a nivel de operaciones quirúrgicas, pero también de la necesidad de contratar más profesionales. Ese es, posiblemente, el gran desafío que deberá afrontar la próxima Administración en una legislatura que, según Armengol, ha de ser la de la transformación.
Cambio, crisis pandémica y transformación. Estas son las tres palabras clave de la propuesta política que encabeza la actual presidenta y candidata a repetir este cargo tras las próximas elecciones.
Los dos primeros horizontes se han resuelto con una calificación más que aceptable. Ahora bien, ¿tendrá Armengol la oportunidad de encarar ese tercer reto, el de la transformación, entendida desde el punto de vista sanitario, pero también económico, turístico, educativo y social? Las urnas, como siempre, lo dirán. De momento, a Armengol, tanto el corazón como la cabeza le han hecho saber que ha de ser la presidenta de Balears durante cuatro años más. O que, al menos, ha de intentarlo.
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