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Impuestos impuestos

Dr. Fco. Javier
Alarcón de
Alcaraz.
Médico-Forense.
Especialista en
Medicina Legal.
@Alarconforense
Igual que desde esta columna no nos dedicamos a la compra-venta de discursos, agradecemos la formalidad de la presidenta Armengol visitando las instalaciones y los micros de nuestra apuesta televisiva preferida, nuestro programa de televisión. Le agradecemos sus pasos, su presencia y su sonrisa, lo cual no quita que no le escribamos lo que no pudimos contarle.

Venir a nuestra tele a hablar de salvaciones y de salvamentos como si fuera el 061, confundir un mantra con una manta con la que taparse de lo que ocurre; elevar a realidad lo que ella cree que vivimos en esta Comunidad. Todo eso, además de cansino, sólo puede expresarse sin palabras atendiendo al sueño inducido en uno de los presentes del programa, a mi querido Antoni Bennassar. Al final va a resultar que en Francina anda la solución al desbocado gasto farmacéutico que vivimos. Quién nos iba a decir que el sustitutivo de los hipnóticos se presentaba de nuevo a las elecciones.

Las palabras de la presidenta me recuerdan a la solución que tuve que darle en mi adolescencia al hecho de que un portero no me dejara entrar en la discoteca Babels. Todo era inútil hasta que entendí que en vez de preguntarle si podía entrar, debía ordenarle que dejara pasar a los que venían conmigo. “Estos vienen conmigo”, le gritaba. Era la forma de darle a entender que yo entraba cómo y dónde me daba la gana, que ahí el problema eran los demás, no yo. Era una forma de asegurar que mi entrada no se discutía.

Francina habla de salvarte y -sin que te des cuenta- te está hablando realmente de que ella es la salvadora, y que tú -sin decir nada, sin elegirla- has, según ella, decidido que te salve.
Habla la presidenta proyectando la responsabilidad en ti, haciendo ver que quien se enriquece en su estado inflacionista enriquecido no es precisamente su Estado autonómico (líder en el pago de impuestos nacionales) sino otro. Francina le pide al portero que ella te salva con el dinero que le das para que ella te salve con tus impuestos: es ella la que te impone impuestos. Ella regala lo que tú pagas. Ella entra -y baila- en todas las discotecas que tu financias.

Habla GYNa haciéndote ver que ella tiene la solución a todos los males que te acechan, y que su forma de arreglártelos es precisamente que pagues más. Y mientras te dice que tu eres su víctima ella misma se dirige a los malotes haciéndolos verdugos, creándote un enemigo imaginario. El de estos días es “el rico”.

Y es que hoy mismo la noticia sanitaria del día es que hacienda trabaja en la creación de un impuesto “temporal” para los ricos. Todo muy curioso dentro de un sistema tributario que constitucionalmente dice ser progresivo, es decir, donde paga más el que más gana.

Impuestos que sirven, por ejemplo, para pagar en abultadas listas de espera a hospitales privados/concertados todos los defectos de asistencia de la pública, toda la escasez de sueldos que dejan de pagarse en la pública. Pagos que precipitan el curioso efecto de que los profesionales de la pública piden excedencias para irse a la privada a operar esas mismas listas de espera que no pueden atender en la pública, con el resultado imaginado de generar más lista de espera.

Laminar a los profesionales, derruir la atención primaria como modelo del sistema sanitario que había persistido a políticos de toda seña e identidad con el paso de los años no evita que nos guste tener a Armengol en nuestra pantalla.

Si ayer te querían pobre, tonto y rojo, hoy sabemos que, además, te quieren dormido. Sobre un nenúfar, dónde los cisnes mueren, que diría el poeta.

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