Desde Salut i Força queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a esta institución por la concesión de este premio, que será entregado el próximo 27 de octubre, a lo largo de un acto que tendrá lugar en la Ciudad Deportiva de la Real Federación Española de Fútbol, en Madrid. Será esa una ocasión memorable para evocar los innumerables méritos atesorados por el director vitalicio de Salut i Força a lo largo de su trayectoria vital. Lo dijimos cuando falleció, hace poco más de medio año, y lo reiteramos una vez más ahora: la personalidad, el talante, el espíritu de Joan Calafat son absolutamente irrepetibles.
Nunca habrá nadie más como él, capaz de sacarse literalmente de la chistera dos televisiones locales, los programas de mayor éxito y audiencia en el ámbito de Mallorca, el periódico sanitario pionero en Baleares y, especialmente, una marca como Salut i Força que, gracias a la lucha y el tesón de Joan, se ha convertido en sinónimo de rigor, objetividad, pluralidad y proximidad en un terreno tan complejo como es la información sanitaria.
Y, por encima de todo, es muy difícil encontrar a alguien con las virtudes humanas y personales de Joan Calafat.
Desde su muerte, a la que todavía hoy, si hemos de ser sinceros, no nos hemos acostumbrado quienes tuvimos el privilegio de conocerle, aprovechamos la presencia de nuestros invitados en los programas de televisión de Salut i Força, o de las personas a las que entrevistamos en este periódico, para preguntarles sobre Joan.
Lógicamente, todos coinciden en destacar su faceta de gran empresario de los medios de comunicación, de creador audiovisual, de impulsor de equipos. Pero, hay un aspecto que todavía subrayan con más insistencia: el gran corazón que tenía, y que le empujaba a estar siempre al lado de quienes le conocían y reclamaban su ayuda o apoyo.
Desde Salut i Força, estamos plenamente seguros de que este será el primero de los muchos reconocimientos a la figura de Joan Calafat que todavía están por llegar. Pocos honores habrán sido tan merecidos. Y no pueden ni imaginar cuánto nos alegra que no seamos los únicos en saberlo.
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