Pep Ribas, director de Enfermería de Hospital Juaneda Miramar, relata la expedición de SOM, este año, a Gambia, donde se han atendido heridas graves, tumores y muchas patologías, así como casos quirúrgicos complejos gracias a la incorporación de un anestesista, un cirujano plástico y dos enfermeras expertas en cuidado de heridas
La expedición de ayuda sanitaria a Sanyang (Gambia) de la Fundació SOM (Sanitaris Oberts al Món) , patrocinada por Juaneda Hospitales e integrada principalmente por profesionales de este complejo hospitalario privado, ha regresado ya, tras una semana (del 28 de octubre al 5 de noviembre) tratando múltiples enfermedades y casos quirúrgicos en esa población.
Pep Ribas, director de Enfermería del Hospital Juaneda Miramar, es uno de los promotores de esta iniciativa. Recién llegado de este viaje, las emociones y los recuerdos pueden más que el cansancio de siete días dedicados a ayudar a los habitantes de esa zona del África empobrecida. Tantas emociones que ya se plantea el regreso, en octubre de 2023.
Yendo, a los resultados clínicos, destaca que «el hecho de que haya venido un anestesista, el Dr. Pablo Partida, nos ha dado la seguridad de la máxima atención y monitorización sobre los pacientes quirúrgicos y haber abordado cirugías que solo con anestesia local no se podrían haber hecho, con anestesias raquídeas, plexos regionales y varias generales».
El equipo de cooperantes se ha enfrentado a una serie de casos ya programados: «La eliminación de queloides [grandes y elevadas cicatrices causadas por el crecimiento excesivo del tejido tras superarse lesiones de la piel] y de tumores benignos pero muy estigmatizantes ocasionados por la neurofibromatosis, que es una enfermedad endémica de esa zona».
«Este año hemos podido atender además —continúa Pep Ribas— cicatrices retráctiles en manos y pies, que las ha operado en Dr. Antonio Ruiz, cirujano plástico y reconstructivo de Juaneda Hospitales, incorporado este año a la expedición. Hemos podido hacer amputaciones, como la de un dedo aberrante en un pie que condicionaba la vida de una chica.
»Era una malformación congénita, que fue intervenida por el Dr. Jaume Julià [cirujano vascular de Juaneda Hospitales y otro de los líderes de estas expediciones]. La niña había sufrido un estigma tremendo: se tapaba el pie para caminar por la vergüenza que le producía el dedo, que pudimos amputar y reconstruir. Fue el caso que más nos tocó a todos.»
Cuando se trabaja en zonas con carencias sanitarias, como es el caso de esta zona de Gambia, algunos casos dejan una sensación agridulce, como el de una mujer, de poco más de 40 años, a la que no se le pudo garantizar un pronóstico de supervivencia a largo plazo, pero sí ofrecer una mayor calidad de vida, el tiempo que un cáncer avanzado aún le dejara:
«Nos llegó una mujer con una neoplasia de mama avanzada, con la mama ulcerada, infec-tada, con dolores insoportables, que nos rogó que le hiciéramos la mastectomía. Estuvimos discutiéndolo mucho, porque era una intervención compleja, pero llegamos a la conclusión de que teníamos que hacerla para mejorar la calidad de vida de esa persona desesperada.»
«En esta expedición —añade— Pep Ribas, hemos tenido satisfacciones agridulces, como los de este caso, en el que intervinieron los doctores Ruiz y Julià, mejorando su dolor, aun sabiendo que su pronóstico no era bueno, pero también hemos hecho dos resecciones de fibroadenomas, tumores detectados precozmente que hemos extirpado por prevención.»
Otra de las incorporaciones de esta expedición ha sido la de Adela Silvestre, enfermera especialista en cuidado de heridas, con consulta en Juaneda Hospitales, prestigiosa profesional en este ámbito, formadora de otras enfermeras en estos cuidados, muy complejos y específicos, autora del muy seguido perfil de Instagram “queridasheridas”.
«Adela ha hecho un tándem magnífico con María José Bennàssar, también enfermera de curas. Han podido atender heridas, algunas de las cuales tan complicadas como el de una paciente con una filiariasis y una pierna elefantiásica, con heridas por toda la extremidad… y eso fue solo el primer día», rememora Pep Ribas. Y añade:
«Pero es que luego han seguido con los cuidados de los post operados y, algo muy importante, se han dedicado a la formación de las dos enfermeras locales, que viven allí y que van a dar continuidad a los cuidados. Hay que pensar que son profesionales excelentes, se forman como pueden, pero por estar dónde están les faltan medios para actualizarse.
»Ellas han visto hacer las técnicas, las han hecho ellas, las han grabado en vídeo, han tomado notas, y además hemos dejado todo el material que hemos podido para que estas enfermeras puedan darle continuidad a las curas y no les falta de nada. Ellas podrían ser tan buenas profesionales o mejores que nosotros, si tuvieran los medios adecuados.»
Estos profesionales, en sus “vacaciones” han aprendido muchas cosas inesperadas, «como el último día, que nos vino un hombre con un ojo en muy mal estado, efecto del ataque de una cobra escupidora, de las que no sabíamos que eran muy frecuentes. O el de un trabajador electrocutado, que llevaba unas botas de goma, pero llenas de agujeros…»