Expertos de Cinfa ofrecen las claves sobre cómo hacer un uso responsable de los antibióticos para evitar el aumento de resistencias bacterianas. Tomarlos de manera incorrecta puede provocar su pérdida de eficacia y que aumente la resistencia de las bacterias, un fenómeno que ha incrementado las enfermedades graves.
De 2014 a 2020, el consumo de antibióticos en España se redujo un 32,4%, pero, como señala Julio Maset, médico de Cinfa, “todavía queda un largo camino en la sensibilización social acerca de los riesgos de un empleo inadecuado”. Mañana, viernes 18, se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos
Como atestigua el informe del Plan Nacional Frente a la Resistencia a los Antibióticos 2022-2024, las campañas de concienciación parecen estar dando sus frutos, ya que, de 2014 a 2020, la cifra de consumo global de antibióticos se ha reducido un tercio (32,4%) en nuestro país.
Para el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, “son excelentes noticias, pero queda todavía un largo camino que recorrer en la sensibilización social acerca de los riesgos que entraña el empleo inadecuado de estos fármacos”. Se considera que este tipo de medicamento se usa de manera incorrecta si se adquieren sin receta médica, se emplean para tratar dolencias causadas por virus -como gripes o resfriados-, se toman sin seguir las instrucciones o se interrumpe la pauta antes de completar el tratamiento.
Si este uso indebido se da de manera generalizada en la sociedad, la principal y más preocupante consecuencia es la mayor resistencia de las bacterias. Como indica el experto, “se acaban convirtiendo en lo que se conoce como ‘superbacterias’, resistentes al efecto de los antibióticos habituales, de forma que estos acaban perdiendo eficacia ante las infecciones de origen bacteriano”.
Para Julio Maset, “hay que tener claro que son las bacterias las que se hacen resistentes a los antibióticos, no las personas: si yo los tomo de manera incorrecta, ese comportamiento representa un riesgo no solo para mi salud, sino también para toda la población, ya que si las transmito a otra persona seguirán siendo resistentes a los antibióticos”.
Por tanto, con el fin de garantizar la salud de todos y evitar que los tratamientos se vuelvan ineficaces, es esencial saber en qué casos o ante qué patologías se puede recurrir a los antibióticos. “Las infecciones respiratorias habitualmente están producidas por virus y son la causa más frecuente de un uso inadecuado de antibióticos. Es decir, para los catarros, gripes, resfriados o incluso faringitis viral, los antibióticos no son necesarios, porque ni matan a los virus, bajan la fiebre ni reducen otros síntomas como la tos, la mucosidad o los estornudos; es decir, no funcionan contra los virus. Tomarlos en este caso carece de sentido, además de ser contraproducente”, insiste el experto.
Ante las infecciones de origen bacteriano, “que es para lo que debemos tomar los antibióticos, también es fundamental observar buenas prácticas de consumo, como tomarlos siempre bajo prescripción médica, evitando la automedicación, y seguir al pie de la letra las instrucciones que nos dé el facultativo”, añade el doctor Maset.
Diez recomendaciones para consumir antibióticos de manera responsable:
- No te automediques. Puedes estar cometiendo el error de consumir medicamentos totalmente ineficaces para combatir tu infección y, además, estar contribuyendo al aumento de la resistencia de las bacterias patógenas. Además, expones a tu organismo sin necesidad a reacciones alérgicas o efectos secundarios.
- Recuerda que no son eficaces para curar catarros y gripes. Estas infecciones están causadas normalmente por virus y los antibióticos sólo actúan contra las bacterias. Tampoco alivian el dolor o la fiebre.
- No solicites antibióticos al farmacéutico sin que el médico te los haya indicado. No presiones a los profesionales sanitarios para que te los dispensen o receten.
- Tampoco para tus hijos. Si el niño muestra síntomas de alguna infección, llévalo al pediatra, quien te indicará si es necesario administrarle o no un antibiótico. Hacerlo sin que sea necesario puede ser dañino para la salud de tu hijo y hacer más difícil su curación cuando contraiga una infección que de verdad requiera antibióticos.
- Sigue fielmente las instrucciones del doctor cuando tomes antibióticos. Debes respetar y cumplir todas sus pautas, tanto en lo referente a la dosis que debes tomar, a qué horas y a la duración del tratamiento. Las resistencias de las bacterias a los antibióticos aumentan cuando estos se toman en dosis incorrectas, de forma irregular o menos días de los indicados por el médico.
- Organízate para cumplir el horario al pie de la letra. Antes de empezar, piensa en qué horario te resulta más fácil respetar la frecuencia indicada por tu médico. Por ejemplo, si te prescriben una dosis cada ocho horas, comienza a las 8 de la mañana, toma la siguiente a las 4 y la última, a las 12 de la noche. Si solo es necesaria una dosis al día, tómala siempre a la misma hora. Respeta también las indicaciones de si se deben tomar o no con comida.
- Completa el tratamiento el tiempo que te ha prescrito el médico. No lo interrumpas, aunque desaparezcan los síntomas de la enfermedad, ya que para que sean efectivos, los antibióticos tienen que ser tomados durante un tiempo que hay que respetar.
- No guardes ni tomes los antibióticos que te sobren después del tratamiento. Si has recibido más dosis de la que te han indicado tomar, no los guardes para tomarlos cuando vuelvas a sentir síntomas. En su lugar, deposítalos en un punto SIGRE.
- Siempre que sea posible, sigue el calendario de vacunación. Muchas de las vacunas que se reciben son para enfermedades causadas por bacterias, por lo que de esta manera, velas por tu salud, al tiempo que contribuyes a evitar que las bacterias aumenten la resistencia a los antibióticos.
- Para tu mascota, también con receta. El veterinario decide su tratamiento y prescribirá el antibiótico solo cuando sea necesario. No le des medicamentos sobrantes que puedas tener en casa. Las bacterias también pueden hacerse resistentes a consecuencia de un mal uso de antibióticos en animales.