Y así fue. La izquierda atribulada -la caviar, la que te regala el autobús que tú pagas, la que te prohíbe lo que tú financias- ha prometido pagarte por guardia más que a nadie, soltarte más pasta que nunca, untarte más que en ningún otro lugar a cambio de tu silencioso voto. El círculo se cerraba con el apretón de manos del combativamente combativo Miguel Lázaro, haciendo como es debido, dando por sentado, por conformado y por legalizado el acuerdo. Pero dar la mano es un arriesgado ejercicio cuando el otro viene de hacerse un tacto rectal.
Pasados los días suficientes como para reposar la trola, una vez que los nervios empiezan a vertebrar la venosidad de la mentira, empieza a verse que lo que ha vendido como negociado nuestro Pedro Jota particular, nuestro subdirector de relaciones laborales del IB-Salut, Pedro Jiménez Ramírez, se nos queda en lo de siempre, en unto en el dedo. Imponer una directriz política desde el Consolat (el no a la huelga) en estos tiempos donde cualquier cosa sirve para venderte una moto que resucite no ya la atención primaria sino a este govern en desmenuzada decadencia electoral, ha encontrado en la dedología de nuestro Pedro Jota a su mejor aliado, a tu mejor mentira de mano. No sabía Lázaro que el preservativo guante de látex estaba roto.
Y pasa que estos días anda la peña desesperada buscando que alguien -un alguien de verdad, alguien de cierta solvencia jurídica- firme el informe técnico que permitiría que Hacienda autorizara el incremento del precio prometido a cualquier precio. Los Rosario boy’s del dinero público están estupefactos por un acuerdo sin garantías, sin expediente técnico y sin estudio económico.
Hasta usted -siempre al borde de la ley- es capaz de entender que es imposible que alguien en su sano juicio -y con dos tardes técnicas en esa plaza- pueda firmar algo que jurídicamente implica una modificación de las condiciones pecuniarias de ese acuerdo sin incurrir en un flagrante delito. Lo dejamos ya hoy aquí escrito por si en el resto de las muchas cosas de este Ib-Salut que terminarán en los juzgados se les ocurre alegar -al modo julielfirmas- que no sabía lo que firmaba cuando colocaba casualmente a esa familia, siempre en el socialismo.
Anunciar la mentira no hace más que eliminar la posibilidad de que te disculpes no sabiendo que lo era. Por eso si ya anunciamos en su momento que el firmas acabaría en la calle, si hoy anunciamos que no se pagará el acuerdo pactado con la primaria, podemos también anunciar que Gabriel Lladó -el responsable de todo esto- el que era todo siendo nada como jefe de recursos humanos de la empresa pública más grande de esta comunidad, tal como prevenimos, también está en la calle.
Lo próximo será que todos estos -dispuestos a mentir a perpetuidad- también se irán a la calle, lo diga o no lo diga el título de esta columna.