La lepra es una enfermedad estigmatizante, pero muy poco contagiosa y que tiene cura. Se trata de una dolencia crónica causada por una bacteria que afecta principalmente a la piel pero también a los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias altas y los ojos.
Para una gran parte de la población, la lepra está asociada a pasajes de la Biblia y a imágenes de películas de temáticas religiosas en las que sus enfermos estaban apartados del resto de la comunidad para evitar nuevos contagios, pero también porque se relacionaba con el pecado y el castigo divino.
Se trata de falsos mitos que siguen poniendo en muchos casos un estigma difícil de eliminar sobre sus pacientes. Los especialistas del Colegio Iberolatinoamericano de Dermatología (CILAD) se han unido para aportar información veraz sobre el origen y el proceso de tratamiento de esta enfermedad.
El objetivo del especialista ha sido de desmontar informaciones engañosas y concienciar a la población en el Día Mundial contra la Lepra, que este año se ha celebrado el domingo 29 de enero. “Es una enfermedad crónica, infecciosa, que afecta principalmente a la piel, a los nervios periféricos».
También afecta «a la mucosa de las vías respiratorias altas y los ojos. Fue el médico noruego Gerhard Hansen quien, en 1874, descubrió el agente que la produce: la bacteria ‘Mycobacterium leprae’”, explica la Dra Lianet Silverio, dermatóloga clínica y miembro de CILAD.
“Esta bacteria lesiona la piel y en el sistema nervioso periférico genera anestesia, que en los casos más severos puede llegar a desembocar en la aparición de úlceras, pérdida de los dedos de manos y pies y en otras lesiones que son irrecuperables”, indica el Dr. Juan Periche Fernández.
Periche es director del Programa de Control de la Lepra de la República Dominicana y también integrante de CILAD.Y es una patología hereditaria, que tiene una baja probabilidad de contagio. “Yo soy el mejor ejemplo: llevo 27 años trabajando con pacientes de lepra y nunca me he contagiado”, afirma el dermatólogo.
La lepra «compromete gravemente el sistema inmunológico”, recuerda la Dra. Silverio. Se puede curar con un tratamiento que es gratuito en todo el mundo, un antibiótico que debe administrarse durante un periodo de entre seis meses y un año. “Si no se aplica esta terapia sencilla, el paciente sufrirá deformidades y dolor crónico».