Ya ha transcurrido un año. ¡Quién lo iba a decir! Parece que fue ayer, literalmente, cuando, en la madrugada del sábado 23 de abril de 2022, Joan Calafat, fundador y director de Salut i Força, nos dejaba para siempre. Estos algo más de 365 días han pasado rápido. A la velocidad del viento, casi podríamos decir.
Tanto es así que a todos quienes tuvimos el privilegio de conocerle, nos cuesta mucho todavía hacernos a la idea de que ya no está con nosotros. Al fin y al cabo, en estas fechas se cumple el primer aniversario de la muerte de quien fue una de las personas más influyentes en la vida de mucha gente. En algunos casos, como en el de su familia, la más importante.
Una antigua enseñanza oriental asegura que el aspecto más trascendental de la existencia terrenal, sea breve o larga, es que adquiera sentido. La experiencia vital de Joan Calafat tuvo todo el sentido del mundo, y el legado que nos dejó a los que hemos de seguir el camino sin él, así lo confirma.
Posiblemente esta es la principal razón de que resulte tan difícil hacerse a la idea de que, al menos en nuestra travesía por este mundo, ya no volveremos a verle jamás; que nunca podremos escuchar de nuevo su risa franca y contagiosa; que sus palabras, siempre amistosas y acogedoras, no resonarán alguna otra vez en nuestros oídos e inundarán de alegría nuestros corazones. Esta razón a la que aludíamos es el recuerdo de estos cientos, miles, de experiencias que compartimos con él, pero también, como afirmábamos, su impresionante legado, tanto personal como profesional. Después de todo, estamos hablando de alguien que fue capaz de poner los primeros cimientos de la industria audiovisual en Mallorca; que creó y llevó adelante, durante casi tres décadas, un proyecto de comunicación tan potente y consolidado como Salut i Força; que nos hizo reír y llorar con sus interpretaciones sobre los escenarios teatrales; que cuidó de nosotros en su faceta de trabajador sanitario, surcando los aires con los aviones ambulancia en unos tiempos en que este tipo de transporte se hallaba todavía en pañales. Porque si alguna cualidad resume la vida y la obra de Joan Calafat es su condición de pionero y precursor. Para él, ninguna puerta estaba cerrada. Siempre quería ir más allá y saber qué se escondía al otro lado. Y, por supuesto, jamás aceptaba un ‘no’ por respuesta, porque el conformismo y la resignación eran actitudes completamente opuestas a su manera de ser y a su escala de valores.
Durante este año, quienes hemos recogido el exigente testigo de continuar con la que es su gran aportación al ámbito de los medios de comunicación en Balears y más allá de estas islas, Salut i Força, hemos tratado de sobreponernos al dolor de una pérdida tan sensible para que el proyecto que Joan Calafat capitaneó continuara su andadura en las mejores condiciones posibles. Creemos, modestamente, que lo hemos logrado. Y también pensamos que el que fuera director de esta publicación, y del programa de televisión que actualmente se emite semanalmente en Fibwi Televisión, estaría orgulloso de nuestro trabajo. Es esta una sensación que nos llena de satisfacción. Pero, al mismo tiempo, somos conscientes también de que el objetivo de impedir que el corazón de Salut i Força dejara de latir se ha hecho realidad gracias a dos apoyos imprescindibles.
El primero, es el de todos ustedes, los que leen cada quince días esta cabecera gratuita de información sanitaria y que han seguido fieles a su cita con nuestro periódico. El segundo, por supuesto, es el de Joan Calafat. Porque, aunque no se pueda demostrar, aunque para muchas personas este tipo de creencias carezcan de un fundamento lógico y racional, nosotros estamos convencidos de que, de alguna manera, nuestro fundador ha continuado, desde allá donde se encuentra ahora, transmitiéndonos todo su empuje y su coraje. Que no es poca cosa, por cierto. Algunos dirán que esto último es imposible. Tal vez, sí. Tal vez, no. No se sabe a ciencia cierta. Ahora bien, cuando pensemos eso, detengámonos también en otra máxima igualmente irrefutable, y es que para Joan Calafat, nunca hubo nada imposible. Te seguimos recordando, Joan.
