Un año y algo más de dos meses después de su fallecimiento, Joan Calafat sigue recibiendo los honores que, sin duda, merece su dilatada trayectoria como empresario y comunicador sanitario.
Hace escasas fechas, el fundador y director de Salut i Força fue distinguido, a título póstumo, con el premio ‘Defensor de la Salud’, otorgado por el Hospital Vilanopó, en Elche y perteneciente al grupo Ribera.
El evento, que coincidió con el décimo tercer aniversario de la creación de este joven y pujante centro hospitalario, contó con la presencia de la administradora de Salud Ediciones, Beda Trinidad, a su vez, viuda de Joan Calafat; el actual director de Salut i Força, Carlos Hernández, y José María Codony, amigo personal del homenajeado y persona que ha demostrado desde siempre su firme e incondicional apoyo a este proyecto editorial.
Durante la entrega del premio, la directora de Comunicación, Márketing y Responsabilidad Social Corporativa del grupo Ribera, Angélica Alarcón, definió a la perfección la personalidad y el talante del artífice de un proyecto de las dimensiones de Salut i Força: “Joan Calafat era una persona con un carisma inmenso”, afirmó.
Y así podemos atestiguarlo todos los que tuvimos la fortuna y el placer de conocerle y tratarle, entre los que se encuentra la propia oradora, quien durante muchos años asistió en primera línea al crecimiento exponencial de la marca Salut i Força en la Comunitat Valenciana.
También intervino en el acto, a través de una videoconferencia, el presidente de Ribera, Alberto de Rosa. En un emotivo mensaje, el principal directivo de una de las compañías más solventes del sector de la salud, a nivel nacional e internacional, no dudó en calificar a Joan Calafat como su “hermano de Mallorca”.
Es el mejor resumen que puede efectuarse de los más de 20 años de relación profesional que unieron a ambos y que comenzaron cuando Alberto de Rosa tuvo ocasión de explicar, en una entrevista concedida a Salut i Força, los principales ejes estratégicos del denominado ‘Modelo Alzira’.
Desde esta tribuna, no podemos si no agradecer a Ribera, al Hospital Vilanopó y a la Comunitat Valenciana en su conjunto, y, por supuesto, a título personal, a Alberto de Rosa y Angélica Alarcón, la concesión de este reconocimiento póstumo al que fue, y sigue siendo desde allí donde se encuentre, nuestro líder, mentor y referencia humana y profesional.
Desde su muerte, en abril de 2022, esta es ya la segunda distinción que recibe Joan Calafat por su inmensa e inabarcable tarea en favor de la divulgación de la salud y la ciencia. Cabe recordar que, el pasado mes de octubre, el Instituto de Investigación y Desarrollo Social de Enfermedades Poco Frecuentes le hizo acreedor al premio nacional en la categoría de Mejor Comunicación Sanitaria.
Asegura el refrán que nadie es profeta en su tierra. Pero este aserto, que suele cumplirse inexorablemente, tendrá, y así queremos creerlo, su excepción en el caso de Joan Calafat. Estamos convencidos de que su ímproba labor, que no ha pasado desapercibida en la Comunitat Valenciana ni en otros muchos territorios, también sabrá ser reconocida, con el tiempo, en la isla que le vio nacer, Mallorca.
Por el momento, como hemos venido informando a nuestros lectores en los números más recientes de Salut i Força, los premios Joan Calafat, convocados por Salud Ediciones, ya son una realidad, y próximamente se darán a conocer los nombres de los ganadores en las diferentes categorías que forman parte de este certamen: los mejores Trabajos de Fin de Carrera de Medicina y de Ciencias Afines, y los premios al Médico, a la Enfermera y al Farmacéutico del Año.
Poco después de cumplirse el primer aniversario de su desaparición, estos premios constituyen el que debería ser el pistoletazo de salida de sucesivos reconocimientos a la titánica tarea desarrollada por Joan Calafat, y que brilló con luz propia en el ámbito de la medicina, la ciencia y la investigación.
Muchas gracias, Ribera; muchas gracias, Hospital Vilanopó; muchas gracias, Comunitat Valenciana; muchas gracias, Alberto de Rosa y Angélica Alarcón.
Estamos convencidos de que, desde algún lugar, puede que incluso mucho más cercano de lo que podamos sospechar, el corazón de Joan Calafat rebosa de satisfacción, alegría y orgullo al comprobar que sus desvelos para crear una sociedad más saludable no han sido tomados en vano.