No es difícil escribir fácil de los que no están, porque amamos a los ausentes, a la gente valiente, comprometida y que da siempre la cara con su mejor sonrisa sin estar. Es fácil decir que no es fácil enfrentarse a personalidades controvertidas, inagotables, sinceras y llenas de capacidad. En esto -decir lo justo de alguien- además de ser impropio de esta columna generaría anticuerpos y vacunas a demanda de la miseria que provoca. Sólo los miserables contraponen las loas ajenas a los defectos de los demás, sólo los desheredados se contraponen a las aptitudes de los que están más allá. Los gestores, los nuestros en particular, estos, no han entendido lo que el socialismo balear entendió a la primera. Y no sólo hablamos de que cuando pierden sus cargos son recolocados en otros lugares afines. Hablamos y reconocemos que Thomás, Juli, Pomar, que tantos y tantos otros señalados desde esta columna de miserias desheredadas, que esa misma basca que empezó hace más de 30 años en el ámbito sanitario como expertos contrastados en el socialismo, son expertos en la ayuda a sí mismos. Siguen estando. Ese es su verdadero y casi único patrimonio. Si esta columna no fuera denunciante podría interpretarse como el reconocimiento no ya a lo hecho por este corpus socialista, con aciertos y errores, con más errores que aciertos, sino entendiendo que han sabido crear a lo largo del tiempo un equipo capaz de respetarse mutuamente. Y en toda esa maraña de colocaciones, incluso las nuevas, algo se antoja fundamental para entender el sentido político de toda esta organización: saber dónde están los otros, dónde andan los malos colocados durante estos últimos ocho años, informadores de errores y ejecutores de la otra causa, de la política a la que se ha dicho no.
Si no sabes quien es el otro no sabes nada, no sabes dónde estás aunque presentes unos presupuestos, aunque audites lo no auditable, aunque insufles halotano parlamentario para el sueño plácido de sus señorías. Que el que tiene en la cabeza la sanidad balear en toda su dimensión esté fuera, que el que tiene experiencia de gestión haya sido apartado, sirve -sobre todo- para hacer el diagnóstico de lo que hay dentro. Si las razones se deben a cualquier pretendida razón, entonces los que estamos fuera somos el resto. Si la razón se debe a cualesquiera de las razones miserables que pudiéramos imaginar en este mundo político, entonces estamos dentro, entonces nos manchamos todos de esa sinrazón. Habría que justificar ante notario prescindir de lo mejor sino fuera porque los peores acontecimientos son los que lo certificarán. Las designaciones que no nos comprometen nos hacen más libres, nos sitúan cuando la duda nos asalta en el lugar elegido. Felicitemos entonces mientras tanto a Manuela, Consellera, y a Ureña, director. Ellos sabrán entenderme. O no