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El gran error del error

Dr. Fco. Javier
Alarcón de
Alcaraz.
Médico-Forense.
Especialista en
Medicina Legal.
@Alarconforense
Reconozcamos abiertamente que los sucesos sanitarios duran en Baleares el tiempo necesario como para que se edite esta revista, los quince días necesarios para darle una vuelta de tuerca a la pobreza humana, a la indigencia de los acontecimientos de los que trata siempre esta columna.

Mientras sigue sonando todavía el tic-tac de la última factura por la que preguntamos en nuestras últimas letras al pobre Negueruela, sabemos por la prensa que los pobres han llegado a Son Espases. Sólo era cuestión de tiempo. Los intuíamos, oíamos sus pasos de hambre desde hace ocho años llegando en hordas al hospital de referencia. La imagen del pobre durmiendo y campando a sus anchas por los hospitales públicos de Baleares es la contribución al mundo de la patera mallorquina. No se me ocurre un mejor homenaje a ese socialismo de amor hambriento entre Juli y Patricia, la demostración de que no sólo se atendía con exquisitez y mimo a los ladrones del dinero público con la excusa de unas mascarillas sino que se adornaba su consecuencia. Una pobreza dormida sobre la mullida arena de nuestros servicios de urgencia, clavarte el suero de la pobreza para que no te quede más remedio que votarles.

Llegada la metáfora perfecta del empobrecimiento, tenía que llegar también la indigencia de las razones. Una vez que la Benemérita apunta directamente -según se ha publicado- a la boca saciada de Francina Armengol como la persona saciante del botín socialista de casi cuatro millones de euros, atendamos la urgencia de la contraparte, la de reconocer abiertamente un error por parte de Ureña, de Manuera y de todos los que lo hubieran reconocido. ¿Queda alguien del Pp que no haya reconocido el error?

Si errar es de sabios, reconocer el error es de primero de inocencia en la gestión. Cualquiera que se asome al balcón de la gestión de Sánchez o de los últimos ocho de Francina en Baleares (aquí caben todas las interpretaciones) verá que -en su manual- la palabra “error” está prohibida. Incluso en pleno estallido de la crisis de latrocinio de las mascarillas Monseñor Negueruela decía que “las cosas se hicieron bien”.

Siempre hay una alternativa a la palabra “error”, siempre hay una opción entre la confusión, el olvido, la interpretación de los acontecimientos y la omisión, entre desconocer y no querer saber. El manual de esos tiesos, de esos pobretones, explica suficientemente que el problema no es el error, ni tan siquiera reconocerlo. El error es la miseria del oponente que se crece y se justifica en el error del error para justificar sus delitos.

La consecuencia la vemos estos días mientras leemos -hambrientos de razones- que el robo y el error están al mismo nivel. Te ponen los cuernos, te roban, te matan, te violan y debes justificar por qué confiaste, por qué dejaste la puerta abierta, por qué te pusiste la minifalda para ver los toros desde la barrera. Confundir entre el ladrón, entre el albacea del botín y el responsable de ser engañado -incluso del que se arriesgó a serlo- es el trabajo al que se dedica toda la maquinaria del socialismo balear estos días.

Cuando el titular de un medio de comunicación es “el Pp dejó caducar” mientras te roban, te ocultan, te silencian, ficcionan hojas internas como expedientes de reclamación y además lo hacen en el tiempo de descuento, es cuando lo entiendes. Terminas de entenderlo cuando otro titular es “la trama de Koldo sabía por el gobierno de Prohens…” en vez de “la trama socialista delictiva que permitió el gobierno de Armengol sabía por el gobierno Prohens…”. Consumado el error de errores sólo queda una pregunta. ¿Ningún cese o dimisión del errante?

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