
Psiquiatra HUSE
Coordinador del Centro de Atención Integral de la Depresión
Quiero compartir con todos ustedes, las reflexiones que el Dr. Francisco Molina, coordinador de la Unidad de Cefaleas del Servicio de Neurología de Son Espases, me ha hecho llegar, con motivo del reciente Congreso celebrado en Palma. Rezuman pedagogía y mucha experiencia, seguro que algunos de ustedes se sentirán identificados con ellas.“Buenos días, buenas tardes o buenas noches”, igual da. Yo estoy siempre ahí. Pero antes de presentarme, permíteme que explique todo lo que soy capaz de hacerte. Soy una enfermedad que está en tu sistema nervioso y dentro de él en tu encéfalo, en tu cerebro para entendernos. Y desde ese lugar te puedo hacer la vida imposible. Te levantas un día y ya notas mi presencia. O bien has tenido oportunidad de notarla unas horas antes, mientras dormías. Y poco a poco o rápidamente, de ambas formas puedo hacerlo, desencadenó una tormenta dentro de tu cabeza, en la que aplastó, bombeo, palpito, inflo o desgarro, yendo cada vez a más si no pones remedio y, a veces, aunque lo pongas. Puedo antes enviarte algún aviso poniéndote irritable, fatigándote, no dejando que te concentres, o te engaño y empiezo a molestarte colocando un peso insoportable en tu cuello, ahí donde se junta con tu cabeza. Como soy muy caprichosa, unas veces la tormenta sólo estalla en la mitad de tu cabeza, una u otra o siempre la misma; otras lo hacen en toda ella. A veces te estrujo un ojo, me clavo en tus sienes, te aplasto la frente, te atravieso, y hago que hasta pasarte un peine o un cepillo por el pelo sea una sensación insoportable. Y te meto el miedo en el cuerpo pensando que puedes tener un ictus. Y si eres una mujer, aún mejor, porque tu dote hormonal favorece que pueda actuar sobre ti con más facilidad. Son tres veces más las mujeres que sufren por mi culpa. Y por si fuera poco estoy escondida en vuestros genes, así que es muy probable que alguno o algunos de vuestros hijos e hijas caigan en mis garras. En realidad no soy la más frecuente, ya que ese honor lo tiene otra que se conoce como cefalea tensional, que es la que en el lenguaje coloquial se menciona como cefalea “normal” o, impropiamente, cefalea sin más. Se llama así porque produce una sensación de peso, opresión o tirantez difusa, generalmente sin otros síntomas. Y esta es la más común porque la puede tener cualquiera en algún momento, tanto como el 90% de la población a lo largo de su vida. Pero resulta que en la inmensa mayoría de los casos es leve y se relaciona con el cansancio o el estrés y suele resolverse tomando algún analgésico o antiinflamatorio puntualmente. Pero fíjate lo que son las cosas, esta cefalea tensional me resulta de gran ayuda para engañar a mucha gente. Y eso hace que mis víctimas sean objeto de mucha incomprensión y falta de empatía, lo que les afecta enormemente en su vida familiar, laboral y social. Y haciendo uso de ella soy incluso capaz de engañar a algunos profesionales sanitarios, lo que provoca que no se me trate “adecuadamente”. Es cierto que a muchos de vosotros os permito llevar una vida más sosegada, porque no os ataco con mucha reiteración, pero sois bastantes, unos 2.250.000 en toda España, 55.000 aquí en Baleares, los que veis vuestras vidas truncadas por mi mano. Puedo actuar impunemente y sin ataduras, ya que vuestro problema no tiene suficiente visibilidad. Por eso, me resulta muy inconveniente que se den pasos en vuestro favor, por parte de neurólogos especializados, que han dado grandes pasos en los últimos años y que siguen investigando para disponer de nuevas armas contra mí. Ahora su pelea es que esos avances puedan llegar a la mayor parte de afectados, a lo que no ayudan las barreras que la sociedad y la burocracia sanitaria levantan. Y encima son capaces de empatizar, o padecer, con vosotros y empeñarse, codo con codo con vuestras asociaciones, en dignificaros y conseguir un mejor futuro para vosotros y vuestros hijos. Casi nada. Por cierto, mi nombre es migraña.