Leyeron aquí los ojos que quisieron creerlo el avance de la investigación, el aviso a navegantes y a mangantes para que quitaran las ollas del fuego y guardaran el aceite para masajes. Y lo hicieron sabiendo que los señores fiscales vienen a pedirles explicaciones – no ya sobre contrataciones o sobre dónde cómo y por qué han invertido el dinero- sino sobre lo absurdo de muchos proyectos de investigación, esto es, sobre el contenido, sobre el objeto de esos contratos.
Tenía que llegar alguien a explicarles, por ejemplo, si hay diferencia alguna desde un punto de vista penológico entre que te paguen 20.000 euracos por un estudio para ver qué público acude a escuchar la sinfónica o que te paguen millones de euros por estudiar salchicheramente sobre fibrosis quística y SIDA. Evidentemente ninguna.
Llega la noticia cuando llega el acto, y la fiscalía anticorrupción vive estos días la resaca de la detención de dos profesores de la Universidad de la islas Baleares, Busquets y Escribá y la gerente del proyecto- por orquestar una feria para el tratamiento del cáncer, un tocomocho que se vendía a cambio de mucha pasta y que viene siendo la envidia de Biel Barceló, de su hermano Garau (el otro pelos) y del resto de los miembros de la familia, siempre la familia, esto es, David Abril, Fina SantiagoyFrancina Armengol. Cadáveres políticos en recomposición, palabrita descompuesta de forense.
Un fármaco así para sí lo quisieran todos los que son tumores de sí mismos, para sí lo querríamos destinado a cualquiera de los que tienen la enfermedad del dinero metida en sus células, siempre en mitosis, siempre reproduciéndose compulsivamente.
Un medicamento a ese precio nos bastaría para desterrar de una vez a toda esa banda modélica de “ética y transparencia” (juro que son palabras de Francina), a todos los que pudiéramos curar del ansia del contrato menor y del trastorno obsesivo compulsivo del furor de la ayuda pública.
“La fiscalía anticorrupción investiga la erradicación de tumores en la sanidad balear” podría ser nuestro titular preferido, la erradicación no ya de todas esas atipias celulares sino de toda la atípica gentuza que huele dinero dónde debería oler a sangre, y que nos vende la moto y encima nos cuida y nos salva mientras seamos siempre nosotros quienes los financiamos.
Sabemos desde hace mucho que el dinero es el semen del diablo. Sólo faltaba que nos lo metieran por vía intravenosa.