La destrucción progresiva e imparable que el tabaco efectúa en el organismo es absolutamente demoledora, tal como se ha dado a conocer estos días con motivo de la jornada mundial del pasado 31 de mayo.
Pensamos que el tabaco contiene monóxido de carbono, gases irritantes que afectan al aparato respiratorio, y diversas sustancias potencialmente cancerígenas, como, por ejemplo, el benzopireno.
A todo ello, hay que sumar los efectos de la nicotina, un elemento profundamente adictivo que provoca que dejar de fumar constituya un proceso complicado si no se cuenta con la ayuda y el asesoramiento adecuados.
Un paso importante en este sentido lo ha propiciado la Conselleria de Salut a través del programa de deshabituación tabáquica, que implica la realización de cursos de formación que han contado con la participación de 1.200 profesionales de Atención Primaria, tanto médicos como enfermeras, pediatras , matronas, fisioterapeutas, auxiliares de enfermería y otros colectivos.
Las cifras animan a actuar de manera rápida y sin pérdida de tiempo. En Mallorca, el registro de cáncer tiene contabilizados unos mil casos nuevos cada año, y 700 muertes. Ahora mismo, según datos de la Unión Europea, la incidencia del tabaquismo llega al 29% en los hombres y al 20% en las mujeres.
En otras palabras, a pesar de que en la época actual se es más consciente que nunca de los peligros del tabaco, aunque uno de cada tres hombres y una de cada cinco mujeres fuman habitualmente.
Es hora de atacar de frente, con medidas concretas y realistas, lo que es, posiblemente, el problema de salud pública más grave de todos los tienen pendientes de resolver las sociedades occidentales.