Juan Riera Roca /
La práctica musical incrementa la conectividad funcional de la ínsula con otras regiones cerebrales, según un estudio de la UIB, publicado en Human Brain Mapping, que ha investigado los mecanismos que explican cómo tocar un instrumento altera la percepción del cuerpo en músicos profesionales.
Uno de los modelos de plasticidad asociada a la experiencia que más interés genera en el campo de las neurociencias es el estudio de la plasticidad cerebral vinculada a la práctica musical. Tocar un instrumento o cantar a nivel profesional, conlleva una gran entrada de estímulos sensoriales y motores.
Estos estímulos generan un incremento de la actividad cerebral en áreas como las corteza auditiva, somatosensorial y motora, fundamentales para la percepción musical y la ejecución. Sin embargo, en el entrenamiento musical también es fundamental la percepción del propio cuerpo.
Un estudio previo realizado en la Universidad de Tübingen, Alemania, en el que colaboró la doctora Anna Zamorano, del grupo de investigación en Neurociencia Cognitivoafectiva y Psicología Clínica de la UIB demostró que los músicos profesionales tienen aumentada la percepción.
Esta mayor percepción mejora el acceso a la información corporal, técnicamente llamada interocepción, en comparación con personas sin ningún tipo de entrenamiento musical. Más sorprendentes fueron los resultados de otro estudio realizado por el grupo de la UIB:
Los músicos tienen mayor percepción de los estímulos dolorosos. Ambos resultados sugieren que las regiones del cerebro implicadas en la detección e integración sensorial podrían estar también experimentando cambios plásticos debido a la práctica continúa con el instrumento musical.
Ahora los investigadores de la UIB, han explorado la organización de las redes neuronales de la ínsula, una de las regiones más importantes en la integración y la percepción sensorial. Este estudio ha sido realizado en colaboración con las universidades Ramon Llull y de Aarhus (Dinamarca).
Se estudió la conectividad de esta región con otras áreas del cerebro mediante el uso de la resonancia magnética funcional, una técnica de imagen que permite medir los cambios metabólicos que ocurren en el cerebro. Se comparó el cerebro de los músicos y de los no músicos.
Y se observó que los primeros tenían más conectividad funcional de la ínsula con regiones relacionadas con la detección y el procesamiento de estímulos, procesamiento de información y el control, así como con el sistema de recompensa y procesamiento emocionales.
A su vez se observó que los músicos con más experiencia tenían una mayor conectividad con regiones del cerebro básicas para la práctica musical como son las regiones del procesamiento sensitivo-motor, así como las del procesamiento auditivo y visual.
En conclusión, estos resultados indican que, efectivamente, la práctica musical también genera cambios a nivel de la organización de las redes neuronales, tal vez para reducir los tiempos de integración sensorial durante la práctica musical y mejorar el tiempo de reacción o ejecución instrumental.
A su vez, estos resultados expanden los conocimientos que se tienen acerca del incremento de la percepción sensorial en músicos profesionales, sugiriendo que la práctica musical puede generar cambios también a nivel de la información corporal.