P.- ¿Qué ha significado para usted la elección como Académico de Honor de la Academia de Medicina de Baleares?
R.- Una sorpresa, porque realmente no me lo esperaba, y una satisfacción y un orgullo, aunque viendo a otros académicos de honor creo que estoy muy lejos de su calidad científica, ya que yo me he dedicado más a la Medicina asistencial y ellos hicieron mucha investigación.
P.- Usted está vinculado a la RAMIB desde que en 2016 lo nombraron académico correspondiente y antes había sido distinguido con el Premio Mateu Orfila en 2010. ¿Qué visión tiene del trabajo de la RAMIB?
R.- Hace una función de control de la evolución de la Medicina a lo largo de los años. Se imparten unas conferencias de gran interés y tiene el espíritu de mantener el nivel adecuado de la asistencia y el trabajo que hacemos los médicos y los investigadores. La Real Academia de Medicina de Baleares cumple una misión fundamental, también fuera de las Islas.
P.- Con los antecedentes de otros galardonados, ¿recibir esta distinción supone una responsabilidad añadida?
R.- Por supuesto. Me viene a la memoria una gran frase de Ramón y Cajal, que les decía a sus estudiantes de Medicina que cuando ejercieran su profesión tendrían que elegir entre dedicarse puramente a la ciencia o dedicarse a la atención a los enfermos, que era muy difícil dedicarse a la ciencia básica y al mismo tiempo atender a los pacientes. Ésta es una decisión que has de tomar como profesional. Una cosa es dedicarse a la investigación y otra a la asistencia, aunque de algún modo todos los médicos hacemos algo de investigación, y por eso cambiamos algunas cosas de la Medicina. Aunque eso es diferente a la investigación básica, como los doctores Ochoa o Dusset, al que tuve la oportunidad de conocer personalmente: una gran persona, además de sus grandes descubrimientos sobre la inmunidad, aplicables a los trasplantes. También conocí al Dr Cyril Rozman (Académico de Honor en 2007), al que ya traté de cuando me entregó uno de los premios de investigación en el Hospital Sant Pau. Yo los veo como “dioses” de la Medicina.
P.- En 2016 usted recibió la Medalla de Honor de la CAIB como reconocimiento a su aportación en la mejora de la sanidad balear. Usted llegó a las Islas en 1992. ¿Se siente ya un ciudadano de Baleares?
R.- Sí. Hace tiempo que me lo siento. Ya estaba muy vinculado desde Barcelona, porque operé a muchos pacientes de aquí, tanto en el Hospital Sant Pau como en el Sant Jordi y había mantenido contacto con muchos enfermos. Por eso me encontré muy bien cuando llegué y hoy puedo decir que tengo muchos amigos. Un compañero del Sant Pau me preguntó en 1992 si me iba a Mallorca a jubilarme, a descansar… Cuando el trabajo que había que hacer aquí era y es muy importante, como se ha demostrado: sacar adelante la Cirugía Cardíaca en Mallorca no ha sido fácil y estoy muy orgulloso, no solo por la asistencia a los enfermos sino también de los compañeros médicos y de enfermería que he tenido y así como del trabajo de cualquiera de los trabajadores del hospital.
P.- Vamos a retroceder un poco en el tiempo. En el año 1984 el primer programa de trasplante de corazón marco un punto de inflexión en la Cirugía Cardíaca de nuestro país. ¿Cómo fue posible llevar a cabo un proyecto tan ambicioso y tan complejo?
R.- Hubo una etapa inicial en la que los trasplantes habían supuesto una gran novedad, una gran esperanza para muchas personas, pero luego se vio que los trasplantados duraban muy poco tiempo, que fallecían a los pocos años a consecuencia de los rechazos. Esto fue así hasta que aparecieron los inmunosupresores, como la ciclosporina, que hicieron posible pensar que el paciente trasplantado iba a vivir muchos años. Hasta que no llego ese avance se produjo una cierta parálisis.
P.- Y entonces llegaron ustedes…
R.- Después de un trasplante en un hospital de Madrid – en el que el paciente falleció el mismo día– pasaron unos años hasta que en el Hospital Sant Pau nos juntamos el doctor Josep Maria Caralps y yo, y otros profesionales, con la idea inicial de sacar adelante el trasplante de corazón, de recuperar el tiempo perdido. Realmente no hicimos nada nuevo, sino aplicar una técnica que ya existía, recuperarla. Aquello supuso un gran paso adelante para la sanidad porque represento hacer algo que se tenía que hacer: darle la posibilidad de seguir con vida a unos pacientes que no tenían otra opción que el cambiarle su corazón que ya no funcionaba.
P.- Tras ejercer durante siete años en el Centre Quirúrgic Sant Jordi se trasladó usted a Mallorca para ocupar la plaza de Jefe de Servicio de Cirugía Cardíaca de la Policlínica Miramar, iniciando con ello el proyecto en las Islas. ¿Qué recuerdos tiene?
R.- Trabajamos mucho. Parece difícil de creer que una institución privada pudiera llegar a hacer 500 operaciones a corazón abierto al año y con los resultados que obtuvimos. Los resultados de la Cirugía Cardíaca no son excelentes solo por el trabajo que hace el cirujano sino por el trabajo del equipo. En aquel hospital yo tuve la suerte de tener conmigo un personal médico muy calificado y de enfermería muy entregado. Y en conjunto de todos los servicios médicos y profesionales del centro. Fue posible ese éxito porque hubo una importante entrega por parte del personal y porque hubo ilusión; la ilusión es muy importante.
P.- Y diez años después inaugura usted otro Servicio de Cirugía Cardíaca, esta vez en la sanidad pública, en el Hospital de Son Dureta. ¿Está satisfecho de la instauración y evolución de ese servicio?
R.- Sí, muy satisfecho. He tenido la suerte de contar con grandes y muy buenos compañeros. Hemos sido un equipo muy unido, con muy buena relación con otros servicios, como Cardiología y Cuidados Intensivos, que son los que tenemos más cerca, aunque no los únicos. La Cirugía Cardíaca atiende a un enfermo especial, lo que obliga al resto del hospital a poner en marcha unas técnicas y una excelencia que lo convierte en un hospital de nivel 3. Es una cirugía compleja que necesita el apoyo de los otros servicios y eso fue algo que se consiguió muy bien. Esos buenos resultados en cirugía coronaria y en el área del corazón nos han llevado a reconocimientos a nivel nacional e internacional. Todo esto no ha sido solo una obra mía, sino una obra colectiva y es algo de lo que me siento muy contento.
P.- ¿Cuáles son las expectativas de la Cirugía Cardíaca que se practica actualmente en las Islas Baleares?
R.- La Cirugía Cardíaca que se practica en estos momentos en las Islas Baleares es de muy alto nivel, difícil de superar. No es fácil recibir en otros lugares la atención que recibe un enfermo del corazón en Baleares. Una de las razones de esa excelencia es que está muy bien conjuntada la asistencia cardiológica con la quirúrgica. También es muy importante el trabajo de los cardiólogos intervencionistas sobre patologías coronarias e incluso implante de válvulas, sin necesidad de abrir el tórax. Y todo eso ha sido posible gracias a la buena relación que hemos tenido. Puedo decir, y lo hago con un sentimiento apasionado, que cada día se hacen cosas nuevas, se mantiene y se va mejorando el nivel.
P.- ¿Qué opinión le merecen los avances de la Cirugía Cardíaca en general?
R.- Ha evolucionado el tipo de enfermo que es tributario de la Cirugía Cardíaca. Hoy en día, por ejemplo, los enfermos congénitos, a parte del diagnóstico prenatal, se pueden beneficiar de intervenciones para cerrar orificios minúsculos para los que antes había que abrir al enfermo; hoy se tratan mediante un catéter. Cerrar un conducto arterioso –entre la aorta y la pulmonar –es un proceso que también ha cambiado mucho. Sucede lo que en otras cirugías que antes parecía que eran muy agresivas: cada vez lo son menos para el paciente y éste puede salir muy bien de una situación crítica y al cabo de dos o tres días volver a casa con el problema solucionado. Yo les decía a mis colegas que cada vez operaba menos porque los avances permiten que las intervenciones sean menos agresivas. Otro aspecto importante es que cada vez se está operando a personas más mayores y con ello hay más pacientes con indicación de Cirugía Cardíaca. Y aunque una parte de los enfermos que antes operábamos ahora se someten a tratamientos menos agresivos, lo cierto es que el número global de pacientes tributarios de estas cirugías cada vez es más importante porque la gente vive más años.
P.- Sus cifras son elocuentes: Más de 10.000 pacientes intervenidos, de los cuales 7.000 son ciudadanos baleares. ¿Qué se siente humana y profesionalmente?
R.- Cuando lo estás haciendo lo haces porque crees que es tu obligación y que para eso has venido y para eso sigues hacia delante. Tengo que reconocer que he tenido un gran apoyo y eso siempre es muy importante. Tampoco soy una ‘rara avis’, si vas a otros puntos te encuentras con que hay otros cirujanos que operan 500 enfermos cada año. Lo que pasa es que en España hay muchos servicios de Cirugía Cardíaca y eso es algo que creo que no siempre es bueno: En ocasiones hay cirujanos que operan pocos casos. Pero es que la práctica es importante. Como me dijo una vez uno de mis maestros: hay que cortar y coser cada día. Es muy importante la práctica diaria. Pues esto es algo que en España no se ha tenido tan en cuenta como en otros países. En Gran Bretaña o en Alemania, por ejemplo, el número de servicios de Cirugía Cardíaca no es tan grande como en España. El cirujano cardíaco tiene que hacer una práctica diaria para obtener buenos resultados.
P.- A finales de 2015 usted operó a su último paciente en la sanidad pública y en declaraciones a los medios de comunicación dijo que le hubiera gustado mucho continuar un poco más. ¿Cree que se jubilan demasiado pronto los médicos y en concreto los cirujanos cardíacos?
R.- Es difícil de contestar. Los servicios públicos son diferentes. Hay una edad de jubilación. Pero tal vez tendría que cambiarse la perspectiva. No es lo mismo, hoy, una persona de 60 o 65 años que hace 40 años; por muchos motivos y porque la gente vive más años. Hay que tener en cuenta las condiciones físicas y mentales de las personas y a quienes aún estuvieran en condiciones darles la opción de poder seguir. Y eso es algo que se hace en otros países. En EEUU hay cirujanos con casi 80 años que siguen operando y que operan mucho. Yo, afortunadamente, sigo operando [en la sanidad privada].
P.- En pocos días pronunciará usted una conferencia titulada “¿El envejecimiento: una enfermedad o un proceso natural?” en el marco de la presentación del Anuario del Envejecimiento 2017, publicado por la Universitat de les Illes Balears. ¿Cuáles son las líneas de esa conferencia?
R.- El título es muy rebuscado, pero no es mío. Leí un día en una entrevista en La Vanguardia a un experto que decía que el envejecimiento es una enfermedad. Me impresionó, pero luego pensándolo, llegué a la conclusión de que en algunos aspectos tiene razón. Normalmente el envejecimiento se produce por situaciones físicas de empeoramiento previo. Una persona comienza a sentirse vieja porque sus articulaciones ya no funcionan como antes, o por alteraciones como la arteriosclerosis, las enfermedades vasculares… También es cierto que la genética tiene un tiempo limitado en algunos aspectos. Pero sí que en el envejecimiento juegan un papel muchas enfermedades, especialmente los procesos degenerativos, cerebrales y del resto del organismo.
Corazones centenarios
P.- En Manacor se han estudiado los corazones centenarios, que son allí frecuentes. ¿Hace falta una predisposición genérica para que el corazón lata tantos años?
R.- No hay ningún organismo como el corazón. Una vez escribí en una revista científica que el corazón sigue latiendo aunque el paciente haya muerto cerebralmente. El músculo cardíaco tiene una autonomía y una capacidad de reacción diferentes, una inervación y una vascularización diferentes y es realmente el motor del organismo. El cerebro manda, pero el motor es el corazón. Y quién tiene la mala suerte de tener ese motor mal, lo pasa mal, porque los demás órganos dependen de él.
Entrevista al Dr. Oriol Bonnín, nou acadèmic d’honor de la Real Academia de Medicina de les Illes Balears. Programa Salut i Força / Canal 4 Televisió, dirigit i presentat per Joan Calafat.