Por otro lado, si se mantienen leales a los principios que han defendido desde la oposición, parece claro que los socialistas se esforzarán en potenciar el papel del Consejo Interterritorial del Sistema de Salud, cuyas escasas convocatorias bajo el mandato de la hasta ahora titular del departamento, Dolors Montserrat, han sido objeto de crítica por parte de las administraciones autonómicas no gobernadas por el PP.
Una de las preguntas del millón es cuál será la relación del Gobierno de Sánchez con la sanidad privada. Si hay que hacer caso al manual socialista, se defenderá la titularidad pública de hospitales, centros de salud y el resto de equipamientos.
Ahora bien, la incógnita reside en saber dónde situará Sánchez la línea roja, es decir, hasta qué punto y hasta qué limite se verá con buenos ojos que el sector privado desarrolle un rol, al menos complementario, dentro de la gestión del sistema de salud.
Estas y otras preguntas están en el aire. Pero, posiblemente, no tardarán en ser desveladas. Pedro Sánchez cuenta con un margen de tiempo muy escueto si de verdad quiere aprovechar políticamente su paso por La Moncloa. Precisamente por ello, no puede esperar demasiado a dar a conocer su hoja de ruta, sobre todo en un sector tan sensible como la sanidad.