Juan Riera Roca /
No es para echarse a correr ―entre otras cosas porque sería inútil― pero la verdad es que cada verano nos llevamos un susto relacionado con la llegada de plagas que creíamos escondidas de otras partes del mundo. Este año, cuando parecía que nos habíamos acostumbrado al mosquito tigre y a la garrapata asesina, llega el mosquito japonés.
El mosquito ‘Aedes japonicus’ ha llegado al Sur de Europa y con ello a España, según el informe de Evaluación Rápida de Riesgo emitido por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias este mes de julio, fruto de la alerta recibida desde Asturias a través de la plataforma Mosquito Alert.
La peor del mosquito ‘Aedes japonicus’ es que, aparte de que sus picaduras pican como las demás, este mosquito puede transmitir virus, el más probable de los cuales el virus del Nilo Occidental. En condiciones de laboratorio también se ha comprobado que es capaz de infectarse con dengue y chikungunya, aunque aquí es difícil.
El aspecto del ‘Aedes japonicus’ puede recordar al mosquito tigre o al mosquito de la fiebre amarilla por sus rayas, pero los sujetos de esta especie son bastante más grandes, presentan color marrón y como rasgo propio tienen varias líneas doradas en el tórax, según se señala desde los expertos en Entomología.
Puede volar largas distancias y es muy resistente al frío; cría en espacios inundados, como neumáticos, envases, cubos e incluso charcos y rocas. Pica de día y en el crepúsculo. A diferencia del mosquito tigre no es un insecto de ciudad, ni tan agresivo para las personas. Con frecuencia se le puede encontrar en zonas boscosas.
Una vez tranquilizados ante la no tanta maldad y agresividad del ‘Aedes japonicus’, decir, que según datos de la OMS, el virus del Nilo Occidental puede causar una enfermedad mortal del sistema nervioso, aunque en el 80% de los casos los efectos de su picadura, más allá del picor, serán asintomáticos.
En el otro 20% de casos, el virus del Nilo Occidental cuando llega al organismo humano produce una enfermedad leve y solo en un porcentaje muy bajo ―más alto en caballos, eso hay que tenerlo en cuenta si se los cría―se puede llegar a sufrir la versión grave de la enfermedad que trasmite este nuevo mosquito visitante.
Según la OMS, los síntomas de afección grave (también llamada enfermedad neuroinvasora, como la encefalitis o meningitis del Nilo Occidental o poliomielitis del Nilo Occidental) son dolores de cabeza, fiebre elevada, rigidez de nuca, estupor, desorientación, coma, temblores, convulsiones, debilidad muscular y parálisis.
Se calcula que aproximadamente 1 de cada 150 personas infectadas llega a padecer una afección más grave. Esta puede presentarse en personas de cualquier edad, si bien los mayores de 50 años y las personas con inmunodeficiencia (por ejemplo, pacientes que han recibido trasplantes) tienen el mayor riesgo al respecto.
El tratamiento de los pacientes con afección neuroinvasora consiste en medidas de sostén, tales como hospitalización, administración de líquidos por vía intravenosa, apoyo respiratorio y prevención de infecciones secundarias. No hay vacuna para los seres humanos, siempre según los datos servidos por la OMS.
Y NO OLVIDEMOS LOS PELIGROS DE LA GARRAPATA
El 9 de agosto fallecía en un pueblo de Ávila un hombre de 74 años por la fiebre Crimea-Congo, tras despellejar el un jabalí en una cacería y sufrir en ese periodo la picadura de una garrapata infectada, un episodio que si bien no es muy frecuente, no es la primera vez que sucede en España. La picadura se produjo en julio.
El Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III confirmó el 8 de agosto, la infección por el virus Crimea-Congo de un varón que falleció el 9 de este mes de madrugada en el Complejo Asistencial de Ávila. El proceso infeccioso que sufrió el paciente le ocasionó fiebre elevada y un cuadro clínico mortal.
En 2016 se confirmaron los dos primeros casos en España: un hombre de 62 años falleció tras una picadura el 25 de agosto de aquel año tras sufrir la picadura de una garrapata en un paseo por el campo en un pueblo también de Ávila, y la enfermera que lo atendió al entrar en contacto con sus fluidos.