Juan Riera Roca /
Científicos del IRB han descubierto el papel clave de la proteína CPEB4, que coordina la expresión de cientos de genes necesarios para la actividad neuronal, está alterada en el cerebro de los pacientes con autismo, de modo que su papel es clave en el desarrollo de esta afección.
El estudio publicado en Nature indica que un defecto en la CPEB4 podría ser un nexo entre los factores ambientales que alteran el desarrollo del cerebro y los genes de predisposición al autismo, según han descubierto investigadores del IRB.
Según fuentes de este instituto, la mayoría de los casos del trastorno del espectro autista no tiene asociado ningún rasgo específico en la apariencia externa de la persona ni síntomas neurológicos severos; sólo se manifiesta por ciertas peculiaridades.
La principal, es el interés restringido del paciente a ciertas actividades y la dificultad para relacionarse, que en algunos casos no se percibe hasta transcurrido un periodo de varios años de vida, pero que en otras se nota desde la etapa de bebé y puede llegar a ser muy grave.
En los últimos años ha habido importantes avances en el estudio del autismo mediante el análisis genético de miles de estos pacientes, como correlaciones entre defectos de expresión y/o función de unos 200 genes y la susceptibilidad al autismo.
Sin embargo, ―señalan esas mismas fuentes del IRB― las bases funcionales por los que dichos genes se desregulan en los pacientes con autismo eran desconocidas. El nuevo avance lo ha alcanzado un equipo internacional co-liderado por José Lucas y Raúl Méndez.
Lucas es investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED. Méndez, investigador del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona).
Este equipo ha identificado que un regulador de la síntesis de proteínas, CPEB4, está afectado en la mayoría de los casos de autismo. Los investigadores observan que los defectos en CPEB4 provocan que la expresión de la mayoría de estos 200 genes se desregule.
El trabajo se publica en la revista Nature. «Al estudiar los cambios de expresión de proteínas en un modelo de ratón con la actividad de la CPEB4 alterada, nos llevamos la sorpresa de que incluían la mayoría de los genes de susceptibilidad al trastorno del espectro autista», dice Lucas.
Méndez, investigador ICREA y jefe del laboratorio de Control Translacional del Ciclo Celular y Diferenciación del IRB, explica que «este trabajo es un ejemplo de cómo la expresión de cientos de genes tiene que estar perfectamente coordinada».
Ello es necesario «para el correcto funcionamiento de los órganos y las células que lo componen. En este caso las neuronas y el cerebro». En la génesis del autismo también pueden participar factores ambientales (infecciones durante el embarazo) que alteran el desarrollo cerebral.
«Dado que CPEB4 se sabe que regula numerosos genes durante el desarrollo embrionario, se presenta como un posible nexo entre los factores ambientales que alteran el desarrollo del cerebro y los genes de predisposición al autismo», señala Alberto Parra.
Parras es el primer autor de la publicación e investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid). «Conocer las bases biológicas del autismo puede facilitar el diseño de futuras terapias experimentales y herramientas para el mejor diagnóstico de la enfermedad. Aunque requerirá futuros estudios, la CPEB4 podría ser una nueva diana terapéutica», concluyen los investigadores.