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Ante las “enfermedades importadas”, el principal problema no es la inmigración, es el turismo, según los expertos en el 40º Congreso de la SEMERGEN

JL Cañada

Juan Riera Roca / Muchas de las enfermedades importadas que están aumentando su prevalencia en nuestro medio no se deben a la inmigración, sino que su principal origen es el turismo español que acude a zonas pandémicas y que contrae alguna infección.

La Atención Primaria (AP) es la principal puerta de entrada al sistema sanitario de esos pacientes y, por lo tanto, resulta imprescindible la formación de los profesionales sanitarios que trabajan en este medio respecto a las enfermedades importadas y emergentes.

Sobre este aspecto gira una sesión científica que tiene lugar hoy en el marco del 40º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), que tiene lugar del 17 al 20 de octubre en Palma de Mallorca.

Bajo el título “Lo que el médico de familia debe conocer. Atención al paciente inmigrante”, esta mesa no solo pretende aclarar las patologías más frecuentes que sufre el paciente inmigrante, sino también trata de desterrar algunos bulos e ideas erróneas.

Se trata de aclarar conceptos en relación con las enfermedades importadas, estableciendo además algunas recomendaciones prácticas para que los médicos de la red asistencial de AP pueden detectarlas y abordarlas de forma precoz y eficaz.

“Es una mesa de actualización y debate en temas relacionados con personas inmigrantes: la entrevista clínica, los problemas de salud, aspectos de Medicina en las distintas culturas,…”. Pero, además, “se quieren aclarar algunos mitos muy arraigados en nuestra sociedad”.

Son palabras del moderador de esta sesión, el Dr. Francisco Javier Alonso Moreno, coordinador del Grupo de Trabajo de Atención al Inmigrante de SEMERGEN. Las enfermedades infecciosas procedentes de países ‘exóticos’ no se relacionan con la inmigración.

“Están más relacionadas con personas afincadas en España que, en un viaje turístico, o bien no han tomado las debidas precauciones a nivel preventivo (caso de la quimioprofilaxis de la malaria) o puedan traer aquí alguna de las fiebres que llamamos emergentes”.

Así lo explica el Dr. José Luis Cañada Merino, médico general y miembro de los Grupos de Trabajo de Enfermedades Infecciosas y Atención al Inmigrante de SEMERGEN, en alusión a infecciones como como el zika, el chikungunya o el dengue.

En el caso de la enfermedad de Chagas crónica, sí está relacionada con el fenómeno migratorio. Con todo, según insiste este experto, “la patología infecciosa importada nos llega no sólo de los inmigrantes, sino especialmente de otros colectivos como pueden ser los turistas”.

Otro de los errores habituales, según denuncia el Dr. Alonso, es confundir al paciente inmigrante con un paciente potencialmente transmisor de enfermedades, ya que “los inmigrantes que vienen a España son, generalmente, personas sanas y jóvenes”.

Tal y como recuerda, “habitualmente emigran las personas que pueden hacerlo, porque se encuentran en un buen estado de salud, y ellos luego son los responsables de ayudar a sus familias de origen”. Los expertos saben los enfermos no asumen el reto de la migración.

Por norma general, las personas inmigrantes acuden a Atención Primaria por problemas comunes, como la sobrecarga de trabajo y, en el caso de las mujeres, es especialmente habitual consultar a menudo por temas relacionados con el seguimiento del embarazo.

En el caso concreto de las infecciones, “las más comunes entre los inmigrantes son las enfermedades infecciosas habituales de la comunidad receptora, como la infección urinaria y las infecciones de vías respiratorias”, afirma el Dr. Cañada.

De hecho, se asegura que “son relativamente pocas las enfermedades tropicales o importadas que atendemos en nuestro medio”, según el Dr. Alonso, aunque “es fundamental tener un conocimiento básico de estos problemas de salud”,

Según el Dr. Cañada, “la salud del recién llegado suele ser un reflejo del estado de salud de su país de origen”. La prevalencia de enfermedades transmisibles, como tuberculosis, VIH, hepatitis víricas e infecciones sexuales, suele ser mayor en algunas zonas del mundo.

Esas zonas suelen coincidir con los denominados países de baja renta. Por ello, “es importante tener en cuenta el país de procedencia (existencia o no de determinadas enfermedades,…), el periodo de incubación, frecuencias y manifestaciones clínicas más habituales”.

El manejo clínico habitual de los pacientes inmigrantes plantea una dificultad asistencial recurrente, como son las barreas idiomáticas. El problema, reconoce el Dr. Cañada, “resulta especialmente frecuente con aquellos pacientes procedentes del África sub-sahariana.”

Y ello pese a que son países francófonos o anglófonos (lenguas que han matenido de sus potenciales coloiniales) y la mayoría de los facultativos españoles pueden entenderse en esas lenguas, aunque no sin dificultad, con estas lenguas.

El médico de AP debe prepararse para la falta de tiempo, el idioma o los distintos aspectos culturales que influyen en la forma de entender y afrontar medidas preventivas, posibles exploraciones diagnósticas o el seguimiento y cumplimiento de medidas terapéuticas.

En este sentido, el Dr. Francisco Javier Alonso rechaza como solución la creación de un espacio específico en centros de salud para inmigrantes, porque “el sistema debe ser el mismo para todos y deben integrarse como los demás”.

Para SEMERGEN la solución a estos problemas pasa por ofrecer a los profesionales sanitarios una buena formación, además de facilitarles el acceso a recursos tan básicos como contar con el apoyo de traductores y mediadores sociosanitarios.

“La clave del éxito en la atención al paciente inmigrante pasa por la formación en multiculturalidad, saber cómo debe ser la entrevista con ellos, conocer las patologías más frecuentes y tener una buena historia clínica”, dice al respecto el Dr Alonso, y añade:

“También intentar tener una buena relación médico-paciente, ser empáticos y sinceros a la hora de decir hasta dónde se puede llegar, para no crear falsas expectativas”, subrayando los beneficios de la iniciativa del Grupo de Trabajo de Atención al Inmigrante de SEMERGEN que publicará una guía de ayuda para el médico de AP.

Un aspecto sobre el que se insiste desde SEMERGEN es que la atención al paciente inmigrante es, y debe ser, idéntica a la que se ofrece a cualquier español. “Todas las personas, incluidos los inmigrantes sin papeles, deben tener tarjeta sanitaria: por principios éticos y por una mejor salud pública”.

“A veces los médicos ―continúa― tenemos dificultad en el manejo de estas personas, pero se debe a cuestiones tales como la barrera idiomática o por falta de tiempo y recursos”. El Dr. José Luis Cañada resalta que “al migrante se le atiende, a través de la red pública de salud, de una manera absolutamente adecuada”.

Con todo, según reconoce el coordinador del Grupo de Trabajo de Atención al Inmigrante de SEMERGEN, se han superado algunos años especialmente complejos. “En los años más duros de la crisis bajó la demanda de atención sanitaria por parte de personas inmigrantes”.

“Hubo problemas ―continúa― para obtener la tarjeta sanitaria y, además, la situación económica hizo que algunos inmigrantes tuvieran que salir de nuestro país. Ahora parece que la tendencia está cambiando”.

Y es que, a juicio del Dr. Alonso, “la atención a las personas inmigrantes debemos verla como una oportunidad y no como un problema; sin olvidar nunca que es muy importante que todas estas personas tengan acceso a la sanidad pública”.

Dentro del amplio abanico que abarca la infección, tanto en pacientes autóctonos como en pacientes migrantes, hay unos aspectos fundamentales a tener en cuenta. Así, como aconseja el Dr. José Luis Cañada, ante una enfermedad febril de un paciente procedente del trópico, el médico de AP debe tener en cuenta tres cosas:

1. Se debe plantear si sabe diagnosticarla, y si no se muestra capacitado tiene que derivar el paciente a medicina especializada y/o servicio de urgencias hospitalario.
2. Debe conocer cuáles son y qué gravedad tienen las posibles infecciones que están transmitidas por arbovirus.
3. Debe saber si los parásitos pueden producir una enfermedad determinada severa (como la malaria) o tan solo una infestación no demasiado grave (como ocurre con determinados helmintos).

En relación con el paludismo, se aconseja sospechar su posible existencia ante todo cuadro febril que se presente durante un periodo de 1 año, desde la última estancia en su país de origen (especialmente durante los 2-3 primeros meses) o tras un viaje a una zona endémica.

«Toda fiebre en un viajero o migrante procedente de una zona de riesgo es malaria mientras no se demuestre lo contrario», según el Dr. Cañada. El riesgo de gravedad viene dado por una de las especies del género Plasmodium y, de hecho, casi la totalidad de las muertes son producidas por Plasmodium falciparum, especie predominante en África subsahariana.

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