Juan Riera Roca / Esta semana se han presentaron en la sesión presidencial del congreso ESMO los resultados, sin precedentes, del estudio SOLO-1, un ensayo clínico fase III para pacientes con cáncer de ovario avanzado con mutaciones BRCA: una supervivencia libre de progresión en 3 años en más del 50%.
La Dra. Ana Oaknin, investigadora principal del Grupo de Neoplasias Ginecológicas del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), ha participado activamente en el estudio SOLO-1 y es coautora del trabajo presentado en ESMO. El estudio SOLO-1 es un estudio multicéntrico e internacional.
Su primer autor es K. Moore, del Stephenson Oklahoma Cancer Center de EEUU, demuestra que el olaparib ha logrado reducir hasta un 70% el riesgo de progresión de la enfermedad y mantener libres de progresión a más del 50% de las pacientes incluidas en el estudio durante más de 3 años.
Esta cifra que supera cualquier dato previo con los tratamientos existentes hasta el momento para las pacientes con cáncer de ovario avanzado. Estos resultados se acaban de publicar en la revista New England Journal of Medicine, coincidiendo con su presentación en el congreso ESMO.
Los resultados son de enorme relevancia clínica por el gran impacto para las pacientes, ya que estos resultados, con alta probabilidad cambiarán la práctica clínica y el manejo de las pacientes con cáncer de ovario avanzado. El cáncer de ovario se diagnostica en España a más de 3.200 mujeres cada año.
A pesar de no ser el tumor más frecuente es uno de los de peor pronóstico. No existen métodos de cribado poblacional y se diagnostica en el 80% de los casos en fases avanzadas. Un 20% de las pacientes diagnosticadas con un cáncer epitelial de ovario porta una mutación en los genes BRCA1/2.
En las pacientes a las que se les detecta un cáncer de ovario de alto grado, generalmente en estadio III o IV (la mayoría de los diagnósticos llegan en estas fases avanzadas de la enfermedad) se las trata mediante cirugía citoreductora, que tiene como finalidad eliminar la mayor cantidad de tumor posible.
Posteriormente reciben tratamiento de quimioterapia basada en carboplatino / paclitaxel +/- bevacizumab, constituyendo éste el abordaje de tratamiento estándar. Lamentablemente el 70-80% de las pacientes presentarán una recaída de la enfermedad en los 3 años siguientes al diagnóstico.
Atendiendo al alto riesgo de recurrencia que presentan estas pacientes, disponer de un tratamiento de mantenimiento capaz de reducir el riesgo de recaída en tal magnitud supone un cambio de paradigma en el tratamiento y pronóstico de las pacientes con este tipo de cáncer de ovario avanzado.
«El hecho de poder ofrecer a este tipo de pacientes con cáncer un tratamiento de mantenimiento con el inhibidor de PARP olaparib tras su tratamiento inicial con cirugía y quimioterapia, que pueda mantenerlas libres de progresión durante más de 3 años, constituye un hito sin precedente.
»La recaída de la enfermedad es siempre devastadora para las pacientes, por lo tanto el hecho de poder evitarla o retrasarla hasta 3 años desde la finalización del tratamiento inicial es un gran paso hacia adelante para nuestras pacientes», comenta la Dra. Ana Oaknin.
Es la investigadora principal del Grupo de Neoplasias Ginecológicas de VHIO e investigadora participante en este estudio. El estudio, aleatorizado y doble ciego, fase III, ha comparado la administración oral de olaparib frente a placebo en 391 pacientes seguidas durante una media de 41 meses.
Los resultados muestran una reducción de hasta el 70% en el riesgo de progresión de la enfermedad en las pacientes que tomaban olaparib frente al grupo placebo, y lo hacen de manera estadísticamente muy significativa. Los inhibidores de PARP, una oportunidad para las pacientes con mutaciones BRCA.
Los genes BRCA1 y BRCA2 se encargan de codificar dos proteínas esenciales para la reparación del ADN. Cuando estos genes sufren una mutación, se produce una inestabilidad genética y se incrementa el riesgo de padecer un cáncer de ovario o de mama a edades tempranas.
Esto es debido a la dificultad de reparación de daños en el ADN. Los inhibidores de PARP son una terapia para impedir la acción de un enzima (PARP) que repara el ADN. Impedir esta acción en células tumorales causa la muerte de estas células y no de las sanas, y de ahí el efecto como terapia dirigida.
Olaparib fue el primer inhibidor de PARP y el primer tratamiento dirigido para aprovechar las deficiencias de la vía de respuesta al daño del ADN (DDR), como las mutaciones BRCA, y eliminar de manera selectiva las células cancerosas, según han informado fuentes científicas.
Los estudios in vitro han demostrado que la citotoxicidad inducida por olaparib puede suponer la inhibición de la actividad enzimática de PARP y el aumento de la formación de complejos de ADN-PARP, de lo que resulta un daño en el ADN y la muerte de las células tumorales.
Olaparib está aprobado para el cáncer de ovario avanzado y el cáncer de mama metastásico y se ha utilizado en más de 20.000 pacientes. Otros estudios en marcha complementan a SOLO-1 para poder evidenciar que esta terapia con inhibidores de PARP puede ser útil para el cáncer de ovario avanzado.
Y ello, independientemente de si existe mutación de BRCA o no, por lo que «poder saber si las pacientes que no son portadoras de mutaciones de BRCA también se podrían beneficiar de esta terapia de mantenimiento será muy importante», concluye la Dra. Oaknin.