No es fácil hacer las paces con alguien cuando ha habido tanto amor desde hace tanto tiempo. No es fácil que Patriciaconsellera pueda regresar a nuestro corazón (suyo y mío) de hace cuatro años, en los que se iniciaba con aquel su amor político, y ser capaz de olvidar, por ejemplo, todo aquello que le recetamos desde aquí cuando le recordábamos que lo suyo con Juli (antes el amoroso) era un consejo de administración permanente, por poner un ejemplo rápido.
Tiro de letra en vez de tirar de agenda intrascendente porque ya decía aquel que escribir en una revista era la forma más económica y rápida de felicitar a alguien. A falta de una agenda roja, a falta de transfu gismo hacia la derecha más heterodoxa, a falta de centrismo o de izquierdismo radical, sólo me queda tirar de artículo y rendirme al perdón de haber glosado su amor parejil multimillonado.
Era estar viendo el triunfo de Sánchez en aquella televisión de un hospital público de los que administra Juli(olvídese ya del miamor), era estar viendo como iban cumpliéndose todos los vaticinios que habíamos ido haciendo en público y en privado a cinco euros el día (que es lo que le cuesta a un pensionista o a un parado ver la televisión al día en uno de nuestros hospitales públicos) que enseguida entendimos el guiño de Patricia, rápidamente abrazamos la lista electoral de Patriciay nos dejamos querer por todo aquel amor exhalado que ni entendimos ni nos lo conformaron con el voto las grandes masas de votantes.
Le digo a Joan que llegado el final hay que engrasar la máquina de rendirse, entender que la relación a tres, el trío nuestro que hemos vivido toda esta vida legislatura, aquel, aquella y yo, es un instrumento que lamina por agotamiento. Si hay un rincón de pensar, y si hay un muro de las lamentaciones, a ver por qué joder no va a tener que haber una máquina de desistimientos. Joan-siempre post-electoral- da la votación de nuestro afecto concluida, me dice que el dúo pimpinela ha dado el mejor de sus trinos, toda perfumada de roja. Mientras noto como me dice que cada uno tiene lo que no busca, me doy cuenta de lo fácil que es hacerse al socialismo azul de Patricia desde una victoria del moreno Falcon de su presidente Sánchez. Lo nuestro no ha sido flor de un día, lo sé, le devolvería por dron las flores en respuesta a la la medicación antidepresiva que me prescribe como enfermera. Pero es tarde, Alarcón. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.