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“Internet es un instrumento magnífico, pero alguien que se deja dominar por él acaba convirtiéndose en su esclavo”

Dr. José María Vázquez Roel, director general de la Clínica Capistrano     Dr. José María Vázquez Roel, director general de la Clínica Capistrano
Dr. José María Vázquez Roel, director general de la Clínica Capistrano

La irrupción de las nuevas tecnologías en la sociedad del siglo XXI ha contribuido poderosamente a fomentar el desarrollo de las denominadas ‘nuevas adicciones’, entre las que cabe mencionar desde el sexo por Internet hasta la dependencia al teléfono móvil. El director general de la Clínica Capistrano, el doctor José María Vázquez Roel, es el primero en admitir el creciente protagonismo de estas adicciones. Sin embargo, defiende que el trasfondo psicológico y emocional de los diferentes comportamientos adictivos guardan numerosos puntos de similitud.

P.- Doctor, las claves del comportamiento adictivo, en el caso de las nuevas tecnologías, difieren de las de otras adicciones?

R.- El trasfondo del comportamiento adictivo es, básicamente, el mismo: una personalidad desestructurada, insatisfecha, con graves problemas psicológicos y desequilibrios emocionales. Luego, cada uno arrastrará su propia historia personal, pero, en el fondo, todas estas biografías accidentadas comparten una determinada dosis de infelicidad y de insatisfacción con uno mismo que el terapeuta debe entender, comprender y, finalmente, tratar.

P.- Imaginamos que esa es la hoja de ruta a partir de la cual Capistrano trata de ayudar a este tipo de pacientes…

R.- De hecho, es la base de la terapia con personas adictas, tal como tratamos de desarrollar, cada día, en nuestras dependencias de la Clínica Capistrano. En otras palabras, al margen de que la adicción que se sufra esté relacionada con el alcohol, con otras drogas, con internet, con el mundo de las compras, con el sexo, con las ludopatías, o con cualquier otra realidad, todos estos comportamientos tienen en común que quien los sufre es un campo abonado a las adicciones. Y lo es, por determinadas circunstancias de su entorno y su evolución que el terapeuta debe ayudarle a descubrir.

P.- Los medios de comunicación y también las publicaciones científicas se hacen eco de adicciones que antes se desconocían. ¿No existían o, simplemente, no se conocían?

R.- Depende de cada caso. No cabe duda que con la irrupción y el creciente protagonismo de las nuevas tecnologías se han originado comportamientos adictivos que, antes, no eran potencialmente factibles. El ejemplo más claro es el de la adicción a Internet. Hasta hace unos años, ninguno de nosotros había oído hablar de la red, y ahora mismo todos dependemos de ella, aunque solo sea para realizar nuestro trabajo. En cambio, hay adicciones que se hallan entre nosotros desde hace mucho tiempo, solo que a la sociedad le interesaba encubrirlas, o bien la valoración moral que se hacía de las mismas era muy distinta a la de hoy. Por otro lado, existen adicciones que se refuerzan unas a otras, es decir, que emergen y ganan protagonismo de manera claramente sinérgica.

P.- ¿Un ejemplo de ello sería el sexo por Internet?

R.- Sí, por supuesto. El adicto al sexo se convierte también en un adicto a Internet porque es en la red donde halla respuesta a su necesidad de continuos estímulos pornográficos. No obstante, podríamos señalar otros muchos ejemplos. Piense que, hoy en día, no hay, prácticamente, ninguna realidad, posibilidad o situación que se halle fuera de nuestro alcance, ya que Internet la lleva hasta nuestra casa, hasta nuestro ordenador y, en definitiva, hasta nuestra vida.

P.- Y, claro, esa situación no se producía cuando no existía Internet…

R.- Por seguir con el ejemplo anterior, imagine cómo debía ser el día a día de un adicto al sexo hace cincuenta años. O menos todavía, hace veinte o treinta años. ¿Qué podía hacer para satisfacer su adicción? Buscar actividad sexual, naturalmente, pero, en la mayor parte de los casos, sin demasiadas opciones, al menos para procurarse una satisfacción continuada. Sin embargo, con Internet, estas limitaciones han desaparecido. Un adicto al sexo puede procurarse imágenes pornográficas durante horas y horas, y ello implica que la adicción se va agravando hasta convertirse en crónica y peligrosa. En este caso, Internet y sexo forman parte de un binomio que se retroalimenta mutuamente.

P.- ¿Es Internet un aliado o un enemigo?

R.- Ambas cosas. O, por expresarlo mejor, puede ser ambas cosas. Depende de la actitud con que utilicemos esta herramienta. Internet constituye un fenomenal instrumento de trabajo y formación, ideal para cualquier edad, perfil personal y profesional, o necesidad educativa. Es un invento magnífico y, de hecho, está impulsando un excepcional progreso en todas y cada una de las áreas del conocimiento. Para los niños y adolescentes también representa una oportunidad inigualable de enriquecer sus estudios y profundizar más en su aprendizaje. Ahora bien, como todos los demás inventos que han jalonado la historia de la humanidad, todo depende de la finalidad con que se utilice. Yno siempre Internet se usa con propósitos constructivos y positivos. Si nos dejamos llevar por su influencia, sin ser capaces de dominar la situación, podemos acabar siendo auténticos esclavos de la red, sobrellevando una existencia puramente virtual que nada tendrá que ver con la real.

P.- En cualquier caso, y tal como usted mismo ha dejado claro, el tratamiento que recibe un paciente en Capistrano no depende tanto del tipo de adicción, como del hecho de que se trata de una persona adicta

R.- Así es aunque, evidentemente, he de matizar que cada adicción es diferente y presenta sus propias connotaciones y características. Ello equivale a afirmar que el tratamiento que se diseñe en el caso de cada paciente ha de tener en cuenta las circunstancias concretas de su adicción y, por supuesto, todas sus otras circunstancias individuales. De hecho, un modelo de tratamiento no puede imponerse genéricamente, a todos por igual, sino que ha de adaptarse a cada usuario, tal como hacemos en Capistrano. Ahora bien, una vez hecho este matiz, sí que es cierto que todas las adicciones guardan muchos puntos en común, y que la raíz de su desarrollo se halla en la misma maraña de frustraciones, impotencias, sentimientos de baja autoestima y otros problemas psicológicos y emocionales. En este punto sería válido afirmar que el modelo asistencial no depende tanto del tipo de adicción que se trate, sino del hecho, puro y simple, de que hemos de curar a una persona adicta.

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