Atado al pasado pero no encadenado
Dos monjes zen, un anciano y un joven, caminan por el campo. Han dejado el monasterio para visitar a sus respectivas familias en la aldea. Entonces oyen una voz femenina que reclama socorro, corren hacia donde surge la voz y ven que una joven se ha caído al río, es arrebatada por la corriente y está a punto de perecer. Instantáneamente el joven monje se echa al río, coge a la joven entre sus brazos y la deja en la orilla. Los monjes siguen su marcha y varias horas después, el monje anciano dice:-me supongo que eres consciente de que nuestras reglas no nos permiten tocar a mujer alguna y, empero, cogiste a esa joven entre tus brazos.
Y entonces el monje joven le replico: Yo cogí a esa mujer y la deje en la orilla del río, pero tú todavía la llevas encima.
Reflexión: con qué recuerdos nos acompañamos? algunos de ellos nos extorsionan , nos mortifican y comprometen la construcción de nuestro presente y futuro. Sufrir no modificara la realidad pasada. Como decía Antonio de Mello: un agravio no significa nada si no insistes en recordarlo.
Stop al despellejador del prójimo: Los tres filtros de Sócrates
Una de las conductas más presentes en las situaciones de despellejamiento psicológico del prójimo debido a que todavía no hemos educado nuestros esfínteres superiores tanto como los inferiores es la rumoropatía, chismes, alcahueterías, infundios y el demoledor etiquetado estigmatizante. Las motivaciones para enfangar a los demás tienen que ver con emociones negativas secundarias tales como: la envidia, la rabia, el resentimiento, la mediocridad moral y el acomplejamiento y autoninguneo que las personas atesoramos.
Cuánto cuesta renunciar a la proyección a través de la cual nuestras fallas y defectos las proyectamos en los demás. Como decía Cioran “nos confesamos cuando hablamos de los demás”. Un mantra que funciona bien en estas situaciones, ya clásico es el “ladran luego cabalgamos”. Otra forma más elegante y elitista de parar a los “verduleros tóxicos” es utilizar de forma masiva el triple filtro de Sócrates. He aquí los tres filtros que hay que utilizar cuando tengamos que afrontar al rumurópata de turno: Antes de contarme, dime primero: ¿Lo averiguaste tú mismo o te lo han contado? (filtro de la verdad) -Me lo acaban de contar, pero lo consideran totalmente cierto. –O sea, que no me puedes certificar que es cierto ¿verdad? Dejando a un lado lo anterior ¿aquello que vas a contarme va a beneficiar a mi amigo? (filtro de la bondad).Todo lo contrario lo podría perjudicar. Una última pregunta ¿me va a ser útil o provechoso? La verdad es que no. Pues si no es cierto, ni bueno, ni útil, no entiendo los motivos por los que he de escucharlo. Este verano es una buena oportunidad para empezar para empezar a autoaplicarse el filtro.
Contraste de la realidad en un minutejo
En los momentos de stress, es bastante frecuente tener emociones y sentimientos muy intenso y que nos causas un gran malestar emocional. Solo con un minuto podemos mitigar nuestro tsunami emocional, resignificar la situación y restablecer la perspectiva.
Si algo le desencadena una reacción emocional fuerte de ira, rabia, irritabilidad o miedo, concédase de auto dialogo interno 60 segundos para dar respuesta a las siguientes cuestiones: Lo que acaba de ocurrir ¿es tan realmente VIP para mí? Comparado con la magnitud del universo y ¿qué importancia tiene y cuanta gasolina le estoy echando al fuego? ¿Seguirá pareciéndome tan vip y horroroso mañana o dentro de una semana? ¿Me lo estoy tomando demasiado personalmente? ¿Si reacciono ahora ¿ será útil o lo enmerdare mas todavía?¿Merece la pena que me tome un tiempo para pensar y razonar sobre la situación y luego ya decidiré cómo reaccionar? Lo que pienso y lo que hago ¿me están ayudando a solo me están haciendo daño en este momento? Lo que me estoy diciendo y como estoy interpretando esta situación ¿es exacto o estoy sacando conclusiones precipitadas? Al responder a estas preguntas, no trate de eliminar sus sentimientos. Intente más bien reflexionar acerca de cómo ve realmente la situación. Es decir poner la atención no en lo que ha pasado sino en lo que estoy haciendo con lo que ha pasado. Al evitar una reacción impulsiva e inducida por la sobrecarga emocional, podemos optar por una respuesta prudente. Ya saben la prudencia es hacer lo correcto en el momento oportuno.