P.-Comenzamos esta legislatura autonómica inmersos en un proceso convulso derivado de los impagos del anterior Govern de la factura farmacéutica. El actual Govern tuvo problemas, causados por la ‘caja vacía’ que se encontró en aquellos momentos, para formalizar esos pagos a la velocidad que muchos farmacéuticos, algunos al borde de la quiebra, hubieran deseado. ¿Cómo está la cosa, tres años después?
R.-Hace años que arrastrábamos problemas de pagos atrasados. Nos preocupó que al principio de la legislatura se dejara de pagar. Nos pusimos en contacto con el Ibsalut, con la Conselleria de Hacienda, con el presidente… Hubo un momento que no sabíamos hacia dónde íbamos. Nos pasaba a nosotros y a otros proveedores. Es cierto que el Govern se encontró con un problema. El Ibsalut era un pozo sin fondo, no había dinero. Apesar de que el nuevo presidente –entonces –era farmacéutico, nosotros no fuimos los primeros en cobrar. Hasta que se puso en marcha el Programa de Pago a Proveedores, la situación fue muy complicada. Muchos farmacéuticos estaban angustiados. Ahora, afortunadamente, las cosas están mucho mejor.
P.-Hace años veíamos como el gasto farmacéutico subía cada año. La comunidad autónoma que reflejara un aumento inferior al 10% se daba por afortunada y se hablaba de buena gestión. Desde hace un tiempo la tendencia se ha invertido y el gasto no para de bajar. ¿Cómo analiza este fenómeno?
R.-Efectivamente, esta situación era inimaginable en 2010, por decir una fecha. Ese año se puso en marcha una tendencia que aún se da, y que es imparable, a bajar los precios de los medicamentos. Ahora, en septiembre, se espera otra, ésta de 8.000 especialidades farmacéuticas. Creo que al medicamento se le ha de dar un valor que fomente un uso racional del mismo. La industria farmacéutica, que tiene una mano de obra muy cualificada, que hace I+D+i, ha tenido que hacer 9.000 despidos en estos años. Es cierto que la industria farmacéutica tenía fama de ganar mucho dinero, pero creo que hemos llegado a un punto en que incluso se ha advertido al Gobierno de que hay industrias que podrían desaparecer de España si se sigue bajando el precio de los medicamentos. Y eso es algo que no sería bueno ni para la economía ni para la sanidad.
P.-Una de las más controvertidas medidas del actual Gobierno del Estado ha sido sin duda -o lo fue en su momento, porque la verdad es que ha dejado de hablarse del tema, tal vez porque no fuera tan grave como se quiso hacer creer- que los jubilados tuvieran que pagar una mínima parte de sus medicamentos. ¿Cómo se ha observado esta medida desde el sector farmacéutico en general y desde la oficina de farmacia en particular?
R.-Medidas como ésta son muy antipopulares, no gustan a nadie, aunque creo que no quedaba más remedio que activarla. Por otra parte, la mayor parte de la población reconoce que algo se debía hacer para la sostenibilidad del sistema. Aunque a nadie le gusta pagar un porcentaje de las medicinas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que esta especie de ‘copago’ se hizo excluyendo a las personas que no llegaban a unas rentas mínimas. El fondo de la reforma que se hizo es bueno, con el objetivo de hacer sostenible nuestro sistema de salud, que es de los mejores del mundo. Y la gente lo ha entendido, aunque no es agradable tener que pagar esos 8 o 18 euros mensuales (según las rentas).
P.-¿Ha visto usted en algún momento –me refiero desde su oficina de farmacia, desde el colectivo que preside– personas que se hayan sentido realmente desprotegidas, que no se hayan podido llevar el medicamento que necesitaban?
R.-Yo no me he encontrado ningún caso. Nadie se ha quedado sin poder adquirir un medicamento básico y a algunos colectivos se los han proporcionado organizaciones humanitarias. Sí que hubo una bajada del 7 al 8% de las unidades, pero puedo decir que no eran medicamentos esenciales para la salud de las personas. Lo cierto es que hemos conseguido entre todos que todas las personas puedan tener los medicamentos básicos que necesitan para tener una vida normal.
P.-Un reciente documento del Ministerio de Hacienda señala a las farmacias como el futuro objetivo de ahorro de las CCAA. ¿Cree usted que es posible más ahorro en este ámbito?
R.-No, lo creo. Y es cierto que desde el Ministerio de Hacienda se volvía a ‘emproar’ a las farmacias como objetivos de reducción del despilfarro que pudiera haber dentro de la sanidad. Hay que tener en cuenta que prácticamente todo el ahorro que ha habido en sanidad viene de la cadena del medicamento: por un lado, menos consumo; por otro unas bajadas de precio tremendas. De 12.000 a 9.000 millones de euros de gasto de medicamentos en farmacias [de pago público] en cinco años. Y ahora con este nuevo paquete de medidas esperan ahorrarse 500 millones más. La ministra de Sanidad, Ana Mato, es consciente de que ya no se puede ahorrar más, aunque el ministro de Hacienda, Montoro, sigue dando ideas.
P.-El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha presentado las propuestas que desarrollan el Acuerdo Marco de la Profesión Farmacéutica en España, ¿qué opinión tiene de estas propuestas?
R.-Este acuerdo, en cuya firma participé, es un buen documento, un acuerdo necesario para la profesión, para la sanidad y para la sociedad. La parte que atañe a los profesionales está muy bien estructurada, muy bien definida. Yconsidero que ese es el camino por el que hay que ir. Poderlo plasmar en la realidad, desarrollar estas propuestas, será más complicado.
P.-El documento reconoce la imprescindible colaboración de la Red Asistencial de Farmacia con el Sistema Nacional de Salud. ¿En qué medida se venía dando esta colaboración y por dónde cree que podría mejorarse?
R.-Ya colaboramos en muchas de las iniciativas de las administraciones. Con la CAIB colaboramos en la preparación y dispensación de metadona, pusimos en marcha las pruebas de VIH, que se están ampliando y que se han valorado muy positivamente. Ya hemos comenzado ese camino de colaboración. Si se pudiera aprovechar el potencial del profesional de farmacia a través de convenios con las administraciones, los resultados serían magníficos, en calidad de vida de los usuarios e incluso en ahorro económico.
P.-En cuanto al Desarrollo Profesional, se aborda el actual marco de competencias del farmacéutico en sus diferentes facetas de la práctica asistencial, las necesidades en formación, servicios profesionales farmacéuticos y normalización de la práctica, desarrollo y promoción profesional, así como la acreditación de competencias, la certificación profesional y el registro estatal de profesionales sanitarios. ¿Cómo está la situación en este ámbito en estos momentos y qué pide el farmacéutico a nivel de mejora profesional?
R.-Son aspectos de mucho calado en cuya importancia llevamos insistiendo desde hace años. Es el caso del registro de las profesiones sanitarias, los reconocimientos y certificaciones, etcétera. Estamos muy pendientes también del ante proyecto de ley de servicios profesionales y colegios profesionales. En cuanto se produzca la aprobación de estas medidas, que estaba previsto aprobar hace tiempo y que parece que ahora es inminente, veremos hacia donde han de caminar los colegios profesionales. Los colegios han de desarrollar una actividad básica en materia de formación.
P.-En el ámbito de la Gestión Clínica, el plan del Gobierno incorpora a los farmacéuticos en los equipos de salud, trabajando en la Gestión Clínica. Asimismo se desarrollan propuestas en relación con la Gestión Clínica en el ámbito de la Farmacia Asistencial, la gestión del conocimiento y utilización de las nuevas tecnologías, las necesidades de formación, la investigación evaluativa, la prestación farmacéutica al paciente crónico, y la red de farmacias en el marco de colaboración de centros públicos y privados. ¿Cómo cree que deben implementarse estas medidas de incorporación para que sean realmente posibles y eficaces?
R.-No es sencillo. Creo que estamos bien enfocados. Partiendo de que parece que el rol del farmacéutico está cada vez mejor considerado, se comienzan a hacer los primeros estudios concretos en diversas autonomías y por el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos y no creo que se tarde demasiado en poder plasmar todas estas medidas. Dependíamos del medicamento, pero no podemos ya depender solo de eso.
P.-Hace años que se habla de fomentar de una vez el papel del farmacéutico responsable de una oficina de farmacia como agente de salud, más allá del simple ‘vendedor de medicinas’. ¿Se está consiguiendo esta aspiración, qué hay que hacer en este ámbito?
R.-Se ha hecho mucho, se puede hacer mucho más. Creo que la población hace una valoración muy positiva de ‘su’ farmacéutico. Habíamos sido vendedores, dispensadores de medicamentos, pero hemos pasado ya a otra fase y ahora tenemos que consolidarla. Se ha de documentar, se ha de protocolizar esta actividad del agente de salud, aunque hace ya muchos años que se desarrolla. Y con esta protocolización poderlo acreditar ante la administración.
P.-Las farmacias de pueblo, como la suya en Alaró, siguen siendo especiales, lugar de encuentro, de asistencia sanitaria e incluso social, no hace muchos años, lugares de debate político y cultural… ¿Hasta qué punto se mantiene este modelo de farmacia, o la cosa se ha simplificado en los últimos tiempos?
R.-Sí, se ha simplificado. Yo recuerdo la rebotica de la farmacia, donde había una camilla con un brasero y por allí desfilaba mucha gente del pueblo. En los años 80, con los cambios que se produjeron, venía mucha gente, el ‘practicante’ del pueblo, el médico, el cura, el alcalde, concejales; no discriminábamos a nadie. Y por las tardes, que había menos actividad en la farmacia, se hacían estas tertulias. Recuerdo que en la rebotica de mi padre incluso cada 15 días venía un notario y era como la notaría del pueblo. Hoy seguimos teniendo muchas conversaciones con la gente del pueblo, pero tenemos que hacerlas a pie de mostrador.
P.-¿Cuál es la consulta más frecuente en una oficina, en una oficina de farmacia de pueblo, difiere mucho de la ciudad?
R.-Creo que sí. En el pueblo nos conocemos mucho más entre nosotros. Aparte de las consultas profesionales, con frecuencia te comentan los problemas entre vecinos, la farmacia es como un confesionario en muchas ocasiones. Y aunque no somos ni confesores ni jueces de paz, intentamos dar salida a muchos de esos problemas. En el fondo la gente quiere que la escuchen.
P.-Aspectos -además del buen uso del medicamento prescrito -como la salud sexual, el tabaquismo, la obesidad y la alimentación, la prevención de las quemaduras solares, la higiene, son muy ‘propias’ del farmacéutico… ¿Solicita la gente este tipo de consejo o se quedan ustedes con las ganas en muchas ocasiones de prestar toda la ayuda de la que son capaces por su formación?
R.-Efectivamente, son muchas las personas que hacen este tipo de consultas. Muchas personas vienen a preguntar, sin una receta del médico, y se llevan un consejo. Si esas consultas se hicieran todas al farmacéutico o médico de atención primaria… hay estudios que muestran el ahorro que ello produce.
P.-El 26 de septiembre, la Fundación de Ciencias Farmacéuticas de las Islas Baleares organiza la XIII Jornada de la Farmacia Balear. ¿Qué se va a tratar en estas jornadas, que tiene ya casi una década y media de historia?
R.-Es ya una tradición. Y hay un equipo científico que trabaja intensamente tras la fundación, desde una perspectiva además interdisciplinar. En septiembre se tratará de la prevención del cáncer colorectal y también del cáncer de mama. Y podemos aprovechar para dar una primicia: a partir del último trimestre del año se pondrá en marcha un programa de detección de cáncer de colon a través de la farmacia, a través de un perfil poblacional determinado. Estas jornadas serán la presentación de esta iniciativa.