P.- ¿Durante cuántos años, doctor, ha estado usted al frente de la UCI de Son Espases, y anteriormente del antiguo hospital Son Dureta?
R.- Yo entré en el Hospital de Son Dureta, con cuatro compañeros más el 1 de abril de 1976. Y me tocó ser el responsable de la UCI de ese hospital a partir del año 1987. Entre medias fui adjunto, jefe de sección y finalmente, jefe de servicio.
P.- ¿Con qué se quedaría de todos estos años de trabajo? ¿Qué balance hace de las numerosas experiencias que ha tenido la oportunidad de vivir?
R.- Son muy diferentes las vivencias de la etapa inicial. Nuestra especialidad, la medicina Intensiva, la inventaron los pioneros, y a mí me tocó ser uno de esos pioneros que entre 1973 y 1974 comenzaron la formación. Inventarse una especialidad significa aprender de las otras, cogiendo lo mejor. Evidentemente, en ese aprendizaje se cometieron errores, que son los que más enseñan. luego, ese modelo de medicina Intensiva fue copiado por otros países, al menos en lo que a formación de sus especialistas se refiere. aquellos cinco jóvenes que vinimos en 1976 íbamos a comernos el mundo. Habíamos coincidido en el periodo de residencia en el Hospital Sant pau. Teníamos un mismo modo de pensar y además, de esos 5, 4 habíamos hecho toda la carrera de medicina juntos. Había entre nosotros todo un sistema de enfocar al enfermo, de explicarlo, de aprender a rebatir o aceptar las opiniones, que ya gestamos durante la carrera. Todo eso nos ayudó a superar los problemas de los inicios en Son Dureta, que en aquellos años tenía muy pocos recursos.
P.- Está contento de haberse jubilado? O echará de menos el trabajo diario y la presión constante que vive una UCI como la de Son Espases?
R.- me siento contento porque he tenido la fortuna de ser yo quien tomara la decisión, una fortuna que no acompaña a todos mis compañeros. En esta Comunidad, cuando un médico llega a los 65 años ha de cesar su actividad, sin embargo, muchos llegan a esa edad en un momento de plenitud intelectual. Creo que es una pena desaprovechar toda esa experiencia.
P.- ¿Qué le dijeron el viernes, día de su jubilación, sus amigos y compañeros de trabajo?
R.- …amigos y compañeros; eso tiene mucha importancia. Fue muy emotivo. me prepararon una presentación, como si fuera un tema científico, por sorpresa. a base de power points fueron enseñando la coincidencia de mi trayectoria profesional paralelamente a la del Servicio de Son Dureta. Fue muy emotivo porque se remontaron a cuando comenzamos a trabajar como residentes en el Sant pau. Y se mostraron los cambios que nosotros mismos íbamos experimentando físicamente de década en década. Yo, de estudiante, fui alumno interno de la cátedra del doctor rotman y el primer médico que me cuidó ha llegado a ser un gran amigo, el doctor patrick Disuit, catedrático de Farmacología en la Universidad de montreal. pues me pusieron el vídeo de felicitación en el último momento. Y eso fue muy emocionante. ahora por una parte hay la alegría de que me espera una jubilación con mi mujer, hijos, nietos… pero dejando atrás 42 años de trabajo intenso, apasionante, difícil…
P.- ¿De qué manera ha evolucionado a lo largo de los años una unidad médica como es la UCI del principal hospital de la sanidad pública de las Islas Baleares? ¿Cuáles son los principales cambios que usted ha notado y ha podido vivir desde tiempo atrás hasta el día de hoy?
R.- más que un cambio ha sido la consolidación de trabajar juntos médicos y enfermeras; esto ha sido algo capital. Hubiera sido imposible que nuestra UCI fuera sido escogida como una de las mejores pensando tan solo en el trabajo de los médicos: no sería verdad. Ha sido por el trabajo de todo un equipo en el que el papel de la Enfermería es fundamental.
P.- Y a este trabajo conjunto le ha ayudado mucho la tecnología…
R.- Sí. En el año 1976 cuando teníamos un shock séptico usábamos la misma droga que hoy, la noradrenalina: la diferencia es que entonces la pasábamos con un goteo y la enfermera tenía que contar gotas al degoteo y en el momento en que el conteo de las gotas se aceleraba podía haber efectos perjudiciales para los enfermos. Hoy esto ha evolucionado y gracias a unas bombas de precisión estos sustos han desaparecido. los incidentes provocados sin querer por la propia medicación se han reducido prácticamente a cero. El médico intensivista y la enfermera de Intensivos necesitan cuidar mucho al enfermo. lo miramos, por supuesto que lo miramos, pero nos hace falta la información de las constantes vitales. En este registro, en estos 40 años, hemos hecho un cambio a mejor que ha sido espectacular. Y eso nos ha llevado a tener más tiempo para hacer bien las cosas que se han de hacer bien.
P.- ¿Cuáles son los ingredientes que deben reunir los profesionales que trabajan en una UCI? ¿Qué tipo de perfil profesional es el más indicado? ¿Hay que ser de una pasta especial para vivir constantemente entre la vida y la muerte de los demás?
R.- Creo que sí. Hablando de los médicos, han de dominar mucho la fisiopatología de las enfermedades, han de saber gestionar la acción inmediata ya que en muchos momentos es la acción inmediata de todo un equipo lo que salva la vida de un enfermo. Has de aprender a gestionar las emociones en momentos difíciles, es muy duro gestionar ante la familia que su ser querido se está muriendo y no podemos hacer nada. Todo esto configura un estado de ánimo que el profesional ha de estar dispuesto a aprender. Y sobre todo, saber que se forma parte de un equipo. El éxito de una UCI no es que fulano o mengano sean muy listos, es el trabajo de cada día, de todos los turnos, que llevan a que un enfermo que está a punto de morir se pueda ir caminando.
P.- ¿Cuáles son las especialidades profesionales que deben formar parte de una UCI y cuál es su función?
R.- Nuestra especialidad tiene una formación que pretende resolver todo lo que le pasa al enfermo crítico, aunque cuando no puede ha de pedir ayuda a otras especialidades. Entre éstas, las más relevantes son la cirugía (trauma, cardio o neurocirugía…), que ha de actuar en una estrecha colaboración con el intesivista. Y cuando se llega a la cirugía, el cirujano es el protagonista. En esto hemos mejorado mucho, tenemos equipos quirúrgicos de referencia muy buenos. Obviamente esto necesita colaborar con los anestesistas, que en esos casos es muy importante. Y también es importante en estos momentos todo lo que el apoyo que damos desde la UCI a enfermos oncológicos, tratados por especialistas en Hematología u otros aspectos de la Oncología, a los que el tratamiento alarga la vida pero que en ese periodo pueden tener complicaciones graves.
P.- ¿La imagen que tenemos de las UCI y que quizás hemos vivido personalmente o hemos conocido a través de películas y series de tv, responde a la realidad, o generalmente una UCI es mucho más tranquila u ordenada de lo que parece?
R.- Creo que lo que se ve en las películas no refleja nuestro trabajo. El trabajo en una UCI es ordenado y tranquilo. Sí que hay puntas inesperadas de actividad, como cuando por ejemplo se da una parada cardíaca inesperada, que obliga a que el equipo sepa reaccionar ‘al unísono’, pero mucha de la actividad que se desarrolla no es inesperada, sino reglada.
P.- ¿Cómo deben actuar los profesionales de la UCI cuando esta unidad se encuentra saturada de pacientes y no tiene cabida para acoger de nuevo? ¿Ha vivido usted en muchas ocasiones este tipo de situaciones?
R.- Sí, desgraciadamente sí. Una UCI tiene una serie de camas, punto y pelota. Y ha sucedido que durante muchos años Baleares no ha recibido del Estado una inversión en sanidad semejante a la de otras CCaa, como Extremadura o Cantabria. Esto nos dejó en una situación de debilidad hasta hace unos diez años comenzamos a asumir hospitales nuevos (manacor, Son llátzer, Inca, Son Espases, mateu Orfila, Can misses…) ahora sí que estamos bien. pero antes tuvimos que trasladar en alguna ocasión enfermos a Barcelona o a Valencia o a madrid. Eran los años 80 y 90, en los que sufrimos crisis de este tipo. En ese periodo nos salvó la ayuda de las UCIs de las clínicas privadas que nos han ayudado admitiendo enfermos que no cabían en la nuestra.
P.- El colectivo de profesionales sanitarios es uno de los que más riesgo afronta a la hora de ser el destinatario de reacciones agresivas o violentas. En el caso del personal de una UCI ¿este riesgo todavía se incrementa más teniendo en cuenta las situaciones de nervios y de tensión que se viven?
R.- Yo diría que no. El buen trabajo de todo el personal, médicos enfermeras, auxiliares, hace que la familia rápidamente detecta que estamos cuidando bien a su familiar. Nosotros no hemos vivido situaciones de amenaza física. Y se dan situaciones terribles, como cuando una persona ha salido de su casa sana, ha tenido una accidente grave y has de salir a explicarle a la familia que probablemente esa persona se morirá y no solo eso, sino que si quieren considerar hacer donación de sus órganos. Y aquí aprovecho para decir que hay una gran generosidad, tanto entre quienes viven en mallorca, como entre los extranjeros que están de paso.
P.- ¿A usted le ha llegado a afectar personalmente su trabajo?
R.- En algunos casos sí. Una de las cosas que a mí y a mi equipo nos inquietó más es que cuando llegamos no había UCI de pediatría, por lo que teníamos que atender niños y niñas desde un año de edad. Y a eso no estábamos acostumbrados. En el Sant pau no cuidábamos ese tipo de enfermo. Y eso sí que nos tocaba. Como otras cosas, pero ésa más que otras.
P.- ¿Cuál ha sido la peor situación que ha tenido que afrontar en una UCI a lo largo de su carrera?
R.- Una de las situaciones que tuvimos que afrontar con el colega y amigo joan maria rouri, fue cuando se incendió un bar que había bajo el Hotel palas atenea. Fue una situación especial. En menos de una hora llegaron cinco personas a punto de morir ahogadas por la intoxicación de humo.
P.- ¿Y cómo lo resolvieron?
R.- Tuvimos la suerte que, estando ya en la UCI de la séptima planta de Son Dureta, teníamos una unidad de cuatro camas que no estaba inaugurada. pues tal como iban llegando esos heridos por la puerta de Urgencias se les intubaba y, arriba, se les ponía el respirador. Fue una catástrofe. En un hora llegaron seis personas muy graves. Y las seis se salvaron. aquella fue una experiencia para la cual no nos habíamos entrenado.
P.- De todo eso hace mucho tiempo, ¿verdad?
R.- Sí. No existía el 061, por ejemplo, cuya entrada en funcionamiento supuso un antes y un después, en mejora de calidad.
P.- ¿Alguna vez le ha quedado la sensación de no haber podido hacer todo lo que le hubiera gustado hacer por un paciente?
R.- Sí, claro que sí. Cuando fallecía una persona y no éramos capaces de dar a la familia una explicación cien por cien convincente de lo que había pasado solíamos solicitar una autopsia. De esos estudios se veía que en ocasiones por falta de herramientas de diagnóstico en unos tiempos, porque no estábamos acostumbrados suficientemente a estar alerta, sí que vimos casos en los que se podría haber evitado el desenlace. Hoy todo esto ha cambiado mucho gracias a las técnicas de imagen. Cuando no había ni ecografía ni TaCs, ¿cómo podíamos adivinar que había, por ejemplo, un abceso dentro de la tripa? Había que adivinarlo. ahora lo ves.
P.- ¿Hubiera cambiado de unidad si se lo hubieran sugerido?
R.- Yo he hecho tres cambios de trabajo en mi vida. primero, en el Hospital Clínico, donde fui interno y donde nació mi interés por el enfermo crítico. De ahí salté al Hospital de Sant pau, donde me formé como intensivista y de ahí, a lo que primero era la residencia Sanitaria Virgen de lluc, luego llamado Son Dureta. Y siempre me he sentido muy a gusto con el equipo, no me ha pasado por la cabeza cambiar.