¿Sabía usted que la gripe mata a más personas que el ébola? Y no porque sea más grave sino porque se contagia muchísimo más (por el flujo aéreo de gotas de saliva de los enfermos, por esas mismas gotas en los pomos de las puertas y otros objetos, o sea, que no hay que olvidar lavarse las manos muchas veces).
La gripe en sí no suele ser una enfermedad mortal, pese a que el dolor de huesos y malestar general que genera llega a ser tan intenso que genera lo que los médicos llaman “sensación de muerte”.
Pero aunque no mata a personas sanas, puede ser muy peligrosa para personas enfermas crónicas o frágiles.
Si un señor de 40 años en lo mejor de su vida aguantará la gripe y ésta le dejará solo un mal recuerdo, a un anciano esta enfermedad puede ocasionarle un encamamiento muy prolongado que derive en una pérdida de musculatura y de defensas y con ello traiga o acelere el momento de su fallecimiento.
Si quien desarrolla el virus es –independientemente de su edad –un enfermo crónico (cardiópata o pulmonar, especialmente) o inmunosupromido o frágil por otras causas, la gripe puede desestabilizarle y agravar su patología de base, con consecuencias que pueden ser del tamaño de la enfermedad que padece.
El virus de la gripe ‘normal’ (no hablamos de la aviar) nace y muta cada año en el vientre de los cerdos asiáticos, de ahí pasa a las personas y comienza una vuelta al mundo, dándose una onda pandémica por allá por donde pasa en función del frío, que baja las defensas de la persona y ayuda a enfermar.
El virus muta cada año, por lo que cada año se aconseja a los grupos de riesgo vacunarse, con una vacuna que es diferente cada año. De vez en cuando, se calcula que cada 30 años, se produce una supermutación y nace un virus más maligno y más fuerte. Fue lo que pasó en 1918 con la llamada Gripe Española.
Con todo, la causa de los millones de muertos, no fue la España o los españoles de entonces, sino las malas condiciones sociosanitarias y hospitalarias derivadas de la Primera Guerra Mundial. Y que la medicina no estaba tan avanzada. Casi 100 años después esos supervirus siguen causando estragos, pero no tantos.
A España la gripe llega en enero. Es por ello que en Baleares se habla del Efecto San Sebastián, ya que como para el 20 de enero suele hacer ya bastante frío y han pasado por aquí bastantes viajeros infectados, los casos se multiplican y de epidemia se pasa a pandemia. Cada año. La cosa no es tan grave; o sí.
La gripe no debe confundirse con un mal del todo menor por una triple razón: primero, por su elevadísima incidencia, ya que, como bien es sabido, la gripe afecta, generalmente por estas fechas del año, a millones de personas alrededor del mundo; segundo, por su condición de patología infecciosa.
Un plus de motivación
Esta condición debería añadir un plus de motivación a la hora de valorar la conveniencia de adoptar las precauciones adecuadas para asegurar una correcta protección frente al virus gripal; y, por último, a causa del grave riesgo que la gripe supone para un colectivo ciertamente amplio de ciudadanos.
En efecto, es posible que la gripe constituya un episodio más o menos leve de enfermedad para la mayor parte de la población, siempre que se apliquen a tiempo los cuidados y tratamientos oportunos: descanso, analgesia, antitermia (o sea, aspirinas y mucha agua), tiempo y paciencia y ¡jamás! antibióticos.
Pero, desde luego, no tiene nada de leve en el caso de colectivos como los enfermos crónicos, las mujeres embarazadas, los niños de corta edad, los ancianos y por su importancia para la continuidad de los servicios básicos, los profesionales como personal sanitario, los policías, los bomberos, los cuidadores….) En realidad, el número de personas incluidas en alguno, o varios, de estos colectivos es tan elevado que restar importancia a los efectos de la gripe sobre la salud general de una comunidad constituye un comportamiento frívolo y nada razonable. De ahí la insistencia en otoño de vacunarse para el invierno.
Desde este punto de vista, las campañas de vacunación llevadas a cabo por las administraciones competentes han de estar guiadas por esta idea general de no menospreciar las consecuencias devastadoras de la gripe sobre la salud general de un colectivo humano especialmente sensible y de riesgo.
Aunque las recomendaciones sobre las ventajas de participar en las campañas de vacunación van dirigidas especialmente a los grupos de riesgo anteriormente mencionados, también son aplicables al resto de ciudadanos, los, que, sin embargo no se llama a vacunarse como si de ello dependieran sus vidas.
Aunque si se insiste no es solo por evitar el mal trago de sufrir un episodio de gripe y sus consecuencias, sino porque la obligación de cualquiera de nosotros es proteger a otras personas de un posible contagio, y los sanos y fuertes pueden contagiar a los débiles y frágiles, con consecuencias funestas.
Paralelamente, cabe añadir el costoso perjuicio que ocasiona la gripe en la estabilidad y sostenibilidad económica y laboral de un territorio. El número de bajas que se tramitan en las empresas y los puestos de trabajo a causa de la gripe es tan elevado que resulta difícil de contabilizar y perjudicial para la economía. Eso significa que millones de euros del presupuesto público deben dedicarse a la cobertura de seguridad social y a la atención médica de una patología que, en realidad, puede ser eficazmente prevenida tan solo con un leve pinchazo.
Los Datos ya avisan
Los datos del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España señalaban tras la segunda semana del año que se había iniciado en España la onda epidémica de gripe de la temporada 2014- 2015, asociada a una circulación predominante de virus A(H3N2). A Baleares llega siempre un poco más tarde, por San Sebastián, o sea que ya la deberíamos tener encima desde hace unos días.
Según este observatorio en la semana 02/2015 la tasa global de incidencia de gripe era en España de 88,90 casos por 100.000 habitantes, superando por primera semana el umbral basal, lo que indica el inicio de la onda epidémica de gripe de la temporada 2014- 2015, según indican los expertos.
De las 151 muestras centinela 49 fueron positivas para el virus de la gripe: 7 A no subtipado, 26 A (H3N2) y 16 B. Se observa aumento del porcentaje de la tasa de detección viral en al menos tres semanas consecutivas, que se corresponde con el inicio de la onda epidémica gripal en el territorio español.
La disminución en la tasa de detección de VRS a 25% coincide con un claro aumento en la intensidad de circulación de virus gripales.
Se han notificado 45 casos graves hospitalizados confirmados de gripe (13 A no subtipado, 18 A (H3N2), 7 A(H1N1)pdm09 y 7 B) y tres defunciones asociadas.
Gripe en todo el mundo
En Europa la actividad gripal es todavía baja pero la temporada parece que ha empezado. En América del norte se sigue observando un aumento de la actividad gripal asociado a la circulación del virus A (H3N2) al igual que en Asia oriental.
En África la actividad gripal se asocia a la circulación del virus B.
Es decir, que la gripe ya está aquí lo estará en poquísimos días. Los consejos médicos para evitarla o paliarla se los ofrecemos en estas mismas páginas, pero hay también una serie de consejos estratégicos: Si se siente mal, no vaya a Urgencias Hospitalarias creyendo que le atenderán mejor que en el centro de salud.
En las urgencias de su hospital, entre quienes creen que este atajo es buena idea y quienes de verdad están muy mal –en estos días más personas, precisamente por la gripe –el servicio está saturadísimo y si se acude solo con una gripe se pueden pasar muchas horas esperando a que le atienda el médico.
Si se encuentra muy mal, con problemas asociados, lo mejor, antes que ir a Urgencias es llamar al 061 ya que los profesionales de ese servicio le darán desde un consejo médico hasta enviarle una ambulancia si realmente coinciden en la gravedad del caso, de modo que así sí que se ahorrará colas y esperas.
Con todo, para sobrevivir al Efecto San Sebastián, lo mejor es haberse vacunado, acudir al Centro de Salud ante los primeros síntomas y seguir luego los consejos del médico. Los antibióticos, repetimos, no le hacen nada a la gripe, que es un virus. Solo el médico los prescribirá si hay infecciones bacterianas asociadas.