La gastroenteritis es el trastorno digestivo más común en niños y niñas. Aunque normalmente no reviste gravedad, es la segunda causa de consulta en urgencias hospitalarias, según la Asociación Española de Pediatría (AEP). La gastroenteritis consiste en una inflamación de la mucosa del estómago e intestino que cursa con disminución de la consistencia de las deposiciones o un aumento en su frecuencia.
Como apunta el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, “es una enfermedad muy habitual en los niños y niñas menores de 5 años y, normalmente en esta edad, está provocada por un virus, como el rotavirus o el noravirus, aunque, a veces, la causa de la infección puede ser una bacteria o, incluso, un parásito intestinal. La mayoría de los episodios de gastroenteritis ocurren entre octubre y mayo, con un pico de incidencia entre enero y marzo, como está ocurriendo ahora”.
De inicio brusco, su síntoma más característico es la diarrea, que puede ir acompañada de vómitos, falta de apetito, fiebre y dolor abdominal. Suele ceder espontáneamente, pero si la gastroenteritis se prolonga y, durante varios días, el sistema digestivo es incapaz de tolerar o retener los líquidos y sales, el mayor peligro es la deshidratación, sobre todo para los bebés y niños y niñas más pequeños. Para identificarla, el doctor Maset recomienda a los padres o cuidadores estar atentos a “posibles signos, fáciles de reconocer, como la boca seca, llanto sin lágrimas, ojos hundidos y menor cantidad de orina, entre otros”.
Con el fin de evitar el cuadro de deshidratación, el niño ha de ingerir líquido cada vez que se produce un vómito o una deposición, de forma que pueda reponer el que ha perdido y permitir al organismo recuperarse. Pero, como recalca el experto de Cinfa, “es importante no forzarle a beber, sino darle el líquido solo si tiene sed y en pequeñas cantidades, siguiendo las indicaciones del pediatra. Los sueros de rehidratación oral cada poco tiempo constituyen una buena opción, mientras que se deben evitar las bebidas isotónicas para deportistas y los zumos y refrescos, ya que contienen una gran cantidad de azúcar, no recomendable en estos casos de gastroenteritis”.
“Respecto a la alimentación, al contrario de lo que se suele pensar, no es necesario el ayuno ni tampoco es imprescindible una dieta astringente –continúa el doctor-. Lo recomendable es darle al niño alimentos suaves de su dieta habitual, evitando los que contienen exceso de grasas o azúcares. En lactantes, se debe continuar con la lactancia materna o el tipo de leche habitual, sin cambiar la fórmula ni rebajar su concentración y ante cualquier duda, consultar con el pediatra”, añade.
Por último, el experto de Cinfa recomienda extremar la higiene para evitar el contagio. “A pesar de ciertas medidas de seguridad establecidas por la pandemia y que aún pueden mantenerse en algunos espacios, los niños son muy proclives a contagiarse entre ellos, debido a su manera relacionarse y de jugar, muchas veces compartiendo alimentos u objetos que han podido entrar en contacto con saliva. Por todo ello, la mejor medida de prevención es cuidar la higiene y, sobre todo, para no perder el hábito que ya hemos adquirido, lavarse bien las manos tras ir al baño antes de preparar alimentos y antes y después de comer”.
Diez consejos para combatir la gastroenteritis en los niños:
- Hidrátale en cantidad adecuada, pero poco a poco. Durante los episodios más agudos de la enfermedad, asegúrate de que tu hija o hijo repone los líquidos y sales que está perdiendo, pero no le hagas beber demasiado de golpe, pues puede provocarle nuevos vómitos. Prima la frecuencia sobre la cantidad.
- Apuesta por las soluciones de rehidratación y evita las bebidas isotónicas. Tomar sueros de rehidratación oral cada poco tiempo es una buena opción para evitar la deshidratación del menor. En cambio, las bebidas isotónicas están pensadas únicamente para adultos durante la práctica deportiva, por lo que no son recomendables en casos de gastroenteritis infantil. Tampoco le des zumos o refrescos, aunque sean sin gas.
- Inicia su alimentación habitual en cuanto sea posible. El niño debe comer en cuanto tenga apetito, no es necesario ningún periodo de pausa o ayuno ni una dieta astringente. Por eso, ofrécele alimentos de su dieta habitual que le resulten apetecibles e irá pidiendo más comida a medida que se vaya sintiendo mejor. Los únicos alimentos desaconsejados son los que contienen demasiada grasa o azúcares. No olvides continuar con la hidratación entre las comidas o tomas.
- No dejes de darle el pecho o el biberón. Si todavía es lactante, y salvo indicación del pediatra, debe seguir tomando el pecho; incluso puedes aumentar la frecuencia de las tomas y hacerlas más cortas. Si toma biberón, no cambies la fórmula ni rebajes su concentración. Y si toma papillas y purés, puedes seguir con su alimentación habitual.
- Vigila ciertas señales de deshidratación. Sabrás si tu hijo o hija está deshidratado si tiene los labios y la boca secos o si lleva mucho tiempo sin orinar o tiene los ojos hundidos. En bebés pequeños, es un signo de deshidratación que la zona blanda de la parte superior de la cabeza esté hundida. Además, pueden mostrarse faltos de energía, como aletargados.
- Consulta a tu farmacéutico sobre los probióticos. Tu profesional médico o farmacéutico puede recomendarte probióticos (alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos) para ayudar a repoblar la flora intestinal y acortar algo la duración de la diarrea, de forma que el niño se recupere antes.
- Evita la medicación, a no ser que te lo indique el pediatra. No existe medicación específica para tratar la gastroenteritis vírica. Siguiendo en todo momento las indicaciones de tu médico, puedes dar a tu hijo o hija antipiréticos para aliviar la fiebre. Pero no es necesario, salvo indicación específica, el empleo de antieméticos (fármacos para controlar el vómito) ni de antidiarreicos. Los antibióticos no son efectivos ante las diarreas por virus (las más frecuentes) y pueden alargar su duración.
- Máxima higiene para prevenir el contagio. Insiste a tu peque en que se lave las manos cuidadosamente con agua tibia y jabón, durante, al menos quince segundos, después de ir al baño y antes de comer. Por tu parte, procura hacer lo mismo frecuentemente, sobre todo después de ir al servicio, tras cambiar los pañales o asear a tu pequeño y siempre antes de cocinar y comer. Y tras un episodio de vómitos o diarrea dentro del hogar, limpia y desinfecta inmediatamente las superficies que se hayan podido contaminar, pues el contacto directo puede producir el contagio.
- No lo lleves a la escuela hasta que esté mejor. Aunque es mejor no limitar la actividad del niño, espera a que se encuentre mejor para llevarlo al colegio o la guardería, pues hasta entonces puede contagiar a sus compañeros de aula.
- Acude al pediatra si observas ciertos síntomas. Pese a que la mayoría de los casos de gastroenteritis infantil ceden por sí solos a los pocos días, si aprecias signos de deshidratación, si presenta fiebre alta o no cede o si ves sangre en sus deposiciones, debes acudir inmediatamente al médico con tu hijo.