Hoy hay un goteo interminable de excelentes médicos que se autoexilian de la sanidad pública y se marchan a la sanidad privada. Están hartos y quemados, por cómo se les trata. Sostienen que no solo hemos perdido la confianza recíproca, sino que lamentablemente seguimos perdiendo el tiempo. Ese tiempo que pasa para no volver y que sería mejor empleado en levantar de nuevo a una de las mejores sanidades del mundo arrasada por un virus hijoputatico. Hablemos de gestión, mejor dicho, hablemos de las consecuencias de la deficiente gestión. A lo largo de las últimas dos décadas algunos de los principales problemas de la gestión sanitaria siguen siendo los mismos. Sin ánimo de ser exhaustivo: bajo presupuesto, contratos precarios, ausencia de formación continuada, infradotación de personal facultativo, centros de salud y hospitales sin plantilla suficiente, sobrecarga asistencial y listas de espera. Listas de espera maquilladas debajo de muchas alfombras. Esas listas de espera que se intentan adelgazar ofreciendo peonadas a los médicos que voluntariamente estén dispuestos a hacerlas. En realidad lo que llaman peonadas, no es más que un intento de hacer funcionar los hospitales y centros de salud durante la tarde, con la intención de reducir las listas de espera. Dicho de otra forma; toda la actividad médica que no ha podido hacerse durante el horario habitual, se programa en horario extraordinario, una especie de horas extra. Parece una buena solución, se atienden pacientes durante las tardes para disminuir el tiempo de espera, y los médicos y otros trabajadores sanitarios que las realizan ganan un dinero extra, ya que estas horas de trabajo son remuneradas. Parece la solución ideal. Aunque una vez más la realidad muestra que no es así.
La teórica solución llevada a la práctica no parece funcionar tan fácilmente. ¿Cómo puede ser esto? Todo parecía encajar. Y no encaja por una sencilla razón; las listas de espera y las peonadas son un síntoma, un síntoma dentro de una enfermedad. Una enfermedad con otros muchos síntomas; contratos precarios, sueldos no acordes a la formación y responsabilidad de profesionales de alta cualificación que estamos en el vértice y el liderazgo de la pirámide asistencial sanitaria, sobrecarga asistencial, infradotación presupuestaria, etc.… si, aquellos problemas crónicos que a lo largo de más de dos décadas no han sabido solucionar nuestros gestores sanitarios, todos esos síntomas que son responsables de la enfermedad de la sanidad pública.
La ficción y el relato sanitario no cambian la realidad , más bien durísima realidad , que se impone cuando el paciente tarda a en ver a su médico del centro de salud , entre 10-15 día , las unidades del Dolor superan el año y medio de espera, ver al psiquiatra o psicólogo, se va a los 3 meses, la saturación de las urgencias es crónica y clónica , el cierre de camas por falta de enfermeras es recurrente cada año por falta de planificación, cuando se dedican recursos de profesionales a ámbitos asistenciales que no son prioritarios no urgentes . Es normal que los médicos cuestionemos la confianza con el Govern lo que me extraña es que no hayamos perdido la paciencia. La prueba del algodón será como van a retribuir las guardias médicas Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.