El cáncer de mama es la enfermedad oncológica más diagnosticada del mundo y la más numerosa en mujeres dentro de España: unos 34.000 nuevos casos anuales sólo en nuestro país, que representan el 30% del total de los cánceres diagnosticados en el sexo femenino, según el Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama.
Para mejorar su pronóstico es importante realizar pruebas de cribado para su detección precoz y, en este sentido, la elección habitual en los protocolos de salud es la mamografía. No obstante, el uso de otras pruebas de diagnóstico por imagen también es importante para el seguimiento paulatino de las pacientes que padecen o que han padecido esta enfermedad.
Las ecografías de mama, la resonancia magnética, los rayos X, la tomografía axial computarizada (TAC) o la tomografía por emisión de positrones (PET) ayudan a obtener imágenes del interior del cuerpo y, en ocasiones, a mostrar el camino que se debe seguir para obtener una muestra de tejido durante la realización de una biopsia.
Gracias a ellas no sólo es posible detectar zonas sospechosas y saber cuánto se ha propagado un cáncer. También ayuda a determinar si el tratamiento que está recibiendo un paciente está siendo eficaz o si la enfermedad regresa tras una terapia aparentemente efectiva.
En este sentido, la división Healthcare de Fujifilm trabaja de forma constante para mejorar la salud del paciente en general y el cuidado de la mujer, en particular, innovando y optimizando estos equipos para ser mucho más eficientes en la detección del cáncer de mama. Entre sus últimas novedades están sus equipos de resonancia magnética más rápidos y silenciosos mejorando el confort del paciente, y sus modelos de radiodiagnóstico portátiles y ultra móviles, que pueden acercarse allí donde esté el paciente, y no al contrario, como ocurre habitualmente.
Fujifilm también lleva tiempo apostando fuerte por mejorar los equipos de mamografía y ecografía, poniendo especial atención en tecnologías como la tomosíntesis, que utiliza tecnología 3D con inteligencia artificial para mejorar su eficacia y permite obtener planos milimétricos de toda la mama.
Otra tecnología con gran potencial es la mamografía por contraste, una prueba alternativa a la resonancia magnética que consiste en introducir un contraste yodado por vena y obtener una imagen donde se realzan los tumores mamarios, mejorando su detección y aportando una mayor información funcional. La prueba es rápida (unos diez minutos), cómoda y permite acortar el tiempo diagnóstico.
“Es compatible con pacientes portadoras de marcapasos y, además, al realizarse en un espacio abierto se elimina la sensación de claustrofobia que algunas personas sufren en las máquinas de resonancia”, comenta Pedro Mesquita, director general de Fujifilm para España y Portugal.
En opinión de la Dra. Pilar Manchón Gabás, directora médica regional de Affidea, desde los años 70 la mamografía se ha ido convirtiendo en la mejor herramienta para la detección del cáncer de mama. “Nos ha permitido llevar la delantera y evitar un 30% de muertes por esta enfermedad. Pero todavía hay casos en los que no llegamos a tiempo y la detectamos más avanzada de lo que queremos”.
En este sentido, Manchón reconoce que “hace tiempo que hemos aprendido que la detección es superior en estudios como la resonancia, donde vemos más allá de las formas de los tumores, podemos ver su comportamiento, su función”. Desde su punto de vista, acaba de arrancar una nueva era derivada de ambas tecnologías: la mamografía espectral.
“Se le añade el uso de contraste, convirtiéndose en una herramienta casi tan potente como la resonancia pero con la rapidez, sencillez y comodidad de una mamografía. La manera como hacemos nuestros diagnósticos ha empezado a cambiar y ahora en una sola prueba podemos descartar dudas y evidenciar quiénes van a necesitar una biopsia. Sin duda, se trata de una nueva tecnología que nos ayuda a poner barreras al cáncer de mama”, indica la Dra. Manchón.